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Sophie Saint Rose - Todo por la familia

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Sophie Saint Rose Todo por la familia

Todo por la familia: resumen, descripción y anotación

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Todo por la familia

Sophie Saint Rose

Capítulo 1

Laura estaba jugando al tenis en el club de campo y levantó el pulgar a su compañera de dobles— ¡Buen golpe, Cris!

Su amiga sonrió y cogió la pelota que le lanzaba el chico de pista, antes de colocarse en posición para hacer el saque.

—¡Está sonando un móvil! — gritó el chaval haciendo que las cuatro le miraran.

Laura hizo una mueca. Por el sonido era el suyo y podía ser algo importante —Lo siento chicas, pero tengo que cogerlo.

—Un descanso para beber. — dijo Cris sin darle importancia.

Laura se colocó la raqueta debajo del brazo y atravesó la pista, quitándose la gorra que ocultaba su pelo rubio. Se pasó la mano por la frente quitándose el sudor y cogió su bolsa azul buscando su móvil, después de apoyar la raqueta en el banco. Frunció el ceño porque no dejaba de sonar. Eso la puso alerta.

—En un segundo estoy con vosotras. — les dijo a las chicas que se pusieron a hablar y se apartó descolgando— ¿Diga?

—¿Laura? — la voz histérica de su madre la tensó— Laura, ¿eres tú?

—¿Qué ocurre? — preguntó fríamente, sabiendo que algo malo había pasado.

—¡Le han matado, Laura! — lloraba desconsolada— ¡Le han matado a traición!

Apretó el móvil mirando sin ver a la gente que estaba sentada en las mesas del restaurante, mientras sus ojos grises se oscurecieron de dolor— ¿Cómo ha sido?

—¡Le esperaron a la salida del centro comercial! ¡Le dispararon en la nuca como a un perro!

Laura apretó su puño libre clavándose las uñas— ¿Quién ha sido?

—¡Los Carisi! Le amenazaron y…

—Voy para allá.

—¡No, no vengas! ¡Tengo miedo por vosotros!

—Voy para allá. — colgó el teléfono y se volvió sonriendo como si no pasara nada, aunque por dentro sentía que se moría. — Chicas, lo siento, pero tengo que irme.

—¿Algún problema? — preguntó Cris, su amiga desde hace un año, mirándola preocupada.

—Tengo que ir a Nueva York. —dijo sin darle importancia— No pueden vivir sin mí. Ya sabéis. La familia.

—¿Y no puede esperar?

Laura miró fríamente a su rival, que estaba perdiendo dos juegos a uno de una manera aplastante — La familia es lo primero.

La mujer se sonrojó cerrando el pico y ella se acercó a coger su bolsa— ¿Tardarás mucho en volver? — preguntó Cris algo inquieta apartándose un mechón de pelo castaño de la frente.

—Te llamaré cuando vuelva, ¿vale? —le dio un abrazo con cariño y cuando se apartó, le guiñó un ojo.

—¿Todo va bien? — su amiga la sujetó por la muñeca y le susurró mirándola con sus ojos castaños muy preocupada —Puedes contármelo.

—Esto tengo que resolverlo sola.

Cris al ver su mirada tragó saliva— Si me necesitas…

Su amiga sabía quien era su familia. De hecho, sabía todo sobre ella y nunca la había juzgado. Al fin y al cabo, su padre dirigía uno de los casinos más importantes de las Vegas y también había visto de todo. Por eso habían hecho tan buenas migas.

— Gracias. — dijo sinceramente— Si te necesito, te llamaré.

—Bien. Soluciónalo y vuelve a casa.

No quiso mentirle en eso— Seguramente no volveré permanentemente.

Cris desvió la mirada asintiendo, mientras apretaba los labios antes de forzar una sonrisa— Pero seremos amigas siempre.

Laura levantó el meñique—¿Lo juras?

Cris sonrió y rodeó con su meñique el suyo— Lo juro.

Emocionada abrazó otra vez a su amiga y le susurró— Te llamaré en cuanto me encargue de esto.

—No acabes en la cárcel. Cúbrete las espaldas.

Se apartaron mirándose a los ojos y cogió su bolsa, saliendo de la pista sin mirar atrás.

Tirando de su maleta de Louis Vuitton y vestida con un impecable traje pantalón beige fue hacia la salida del aeropuerto JFK. Cogió las gafas de sol que llevaba sobre la cabeza y se las puso antes de salir, para que nadie viera que había llorado. En cuanto se abrieron las puertas de cristal, vio a Big y a Charlie esperándola con sus impecables trajes negros a juego con sus corbatas. Se acercó sin mover un gesto y sin hablar le dio la maleta a Charlie, pues Big tenía más antigüedad. Miró a través de las gafas al hombre que conocía desde niña y que era uno de los hombres de confianza de su padre. Le sacaba la cabeza y era una mole de ciento veinte kilos, pero tenía un corazón de oro y siempre se había preocupado de la familia— ¿Qué ha pasado?

Big tensó la mandíbula antes de responder— Ha sido culpa mía.

—¿Qué ha pasado?

El hombre estaba triste y avergonzado por no haber hecho su trabajo— Le tendieron una emboscada.

—¿Por qué no llevaba escolta?

Big miró a Charlie de reojo, que parecía nervioso. Laura miró a Charlie que palideció— ¿Tengo se sacároslo a golpes? — preguntó furiosa.

—Estaba con su amante. — respondió Big, provocando que a Laura le diera un vuelco el corazón. Si algo había creído durante toda su vida, era que sus padres se amaban con locura. Descubrir que su padre le había sido infiel a su madre y que por esa tontería había acabado muerto, la enfureció.

Lentamente se quitó las gafas y miró a Big a los ojos levantando la cabeza— ¿Quién es?

—Nos están vigilando. La policía sabe que vienes. Vámonos de aquí.

—¿Quién es?

—Gloria Vidal.

Sólo sus tensos labios, mostraron lo que le había molestado que su padre se hubiera liado con la mejor amiga de su madre. Menuda hija de puta. Laura se colocó las gafas de nuevo y dijo— Llevarme a casa.

—Sí, Laura. — Charlie parecía aliviado y la siguió mientras se dirigía a la salida.

El chofer, que la había llevado al colegio de pequeña, esperaba al lado del Mercedes negro que estaba custodiando y en cuanto la vio, se llevó una mano a la visera en señal de respeto— Señorita Laura, mis condolencias.

—Gracias, Ramón. — dijo entrando en el coche.

Big se sentó a su lado y Charlie delante. Nadie abrió la boca hasta que se pusieron en camino— Tráeme a Gloria esta tarde. Quiero hablar con ella.

—No deberías…

Volvió la cabeza para mirar a su amigo— ¡Tráemela!

—Sí, Laura.

—¡Si está escondida, búscala! ¡Pero no vuelvas sin ella!

—Sí, Laura.

—¿Ha llegado mi hermano?

—Está en casa esperándote.

—Bien. — volvió la cara hacia la ventanilla, viendo que empezaba a llover. Era lo que tenían los otoños en Nueva York. Suspiró por estar allí de nuevo. Su padre la había enviado a las Vegas para llevar el negocio, porque en Nueva York se estaba implicando demasiado. Si hubiera estado allí, su padre nunca habría salido sin escolta y eso no habría pasado. Se preguntaba si ya lo tenía planeado desde hacía tiempo y quitarla de en medio, fue algo que hizo para que ella no se enterara de que le era infiel a su madre. Si lo hubiera sido antes, Laura se habría enterado.

—¿Cómo va todo?

—Algunos se están poniendo nerviosos. Estaban deseando que llegaras, porque temen que los ucranianos y los chinos les extorsionen, aprovechándose de la situación. —Big le cogió la mano y se la apretó— ¿Vas a hacerte cargo?

Laura le apretó la mano sin contestar. No quería dar información hasta saber qué había ocurrido.

El viaje hasta Upper East Side se le hizo corto, pensando en los buenos momentos pasados con su padre. Sonrió recordando cuando cumplió quince años y su padre la sorprendió con una fiesta, llevándole un vestido de princesa.

—Vamos, hija. Es tu puesta de largo y todos te están esperando. —dijo entrando en su habitación cuando estaba estudiando. Sorprendida, se volvió sentada en su mesa de estudio y vio el vestido, que era de tul blanco con cristales en el corpiño.

—¿Para mí?

—¿Para quién sino? ¿Quién cumple hoy quince años? — se acercó y la besó en la frente — Es un día importante. ¿Crees que nos olvidaríamos?

La verdad era que sí había pensado que se habían olvidado e ilusionada se levantó cogiendo el vestido. Su padre orgulloso, la miró con sus mismos ojos grises y le acarició la mejilla— ¿Sabes que eres igual que tu abuela?

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