• Quejarse

Esteban Navarro - Una historia de policías (Spanish Edition)

Aquí puedes leer online Esteban Navarro - Una historia de policías (Spanish Edition) texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2017, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover

Una historia de policías (Spanish Edition): resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Una historia de policías (Spanish Edition)" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Esteban Navarro: otros libros del autor


¿Quién escribió Una historia de policías (Spanish Edition)? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Una historia de policías (Spanish Edition) — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Una historia de policías (Spanish Edition) " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Una historia de policías

Esteban Navarro

esteban.orravan@gmail.com

© Esteban Navarro Soriano. Enero 201

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del Copyright, bajo las sanciones establecidas por la Ley, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y su distribución mediante alquiler o préstamo públicos de ejemplares.

ISBN-13: 978- 1520321516

A Ester y Raúl, mi fuerza para seguir escribiendo.

Y mi agradecimiento a:

Manuela Hernández de Dios

David Jiménez, El Tito

María Viñuales

Gemma Jimenez

Jorge Piedrafita

Sonia March

Ana Valiente

Pilar Everss

Loli Ambit

Paco Blay

Ningún viento será bueno

para quien no sabe a qué puerto se encamina.

Cartas de Séneca a Lucilio, Carta LXXI

Esta ciudad no es lo que era.

Antes una puta era una puta y un chorizo un chorizo.

Ahora han salido putas por todas partes

y es chorizo cualquiera.

Los mares del sur, Manuel Vázquez Montalbán.

Sin ánimo de ofender, no hay ofensa.

Django desencadenado.

Sumario

Para el oído del común de los mortales, ese tenue sonido de botas arrastrándose por las escaleras desde la planta de abajo, hubiera pasado completamente inadvertido. Tan solo un susurro similar a un folio deslizándose por debajo de una puerta. El bordoneo de un conjunto de moscardones arremolinados ante una cristalera. Pero yo, que lo había escuchado en tantas otras ocasiones, estaba seguro de que esas pisadas que subían por las escaleras de la casa del joyero iban a por mí. Ellos, los que antes eran mis compañeros, amigos, viejos conocidos, no hablaban entre si; pero me los podía imaginar gesticulando esas aparatosas señas que se lanzaban entre ellos con los puños en alto mientras que le indicaban a su compañero, el que tenían al lado, o al que tenían delante o atrás, hacia donde debía ir. Las emisoras en silencio. Los auriculares introducidos en el oído mientras recibían órdenes precisas del jefe de equipo. Antes, mucho antes, a primera hora de la mañana, el inspector los había reunido en un despacho de la comisaría, ante la mirada furtiva del resto de policías, y les había dado las indicaciones necesarias sobre un plano de papel extendido en una de las mesas. Señalaría los puntos clave. La zona de aparcamiento. La puerta de acceso. El salón. La escalera. El pasillo de la planta superior. La habitación. Los agentes observarían con los ojos agrandados cada uno de los segmentos, memorizándolos, aprendiendo cada una de las posiciones...

Hacía un frío espantoso. Y es que ese mes de enero se había cebado con Huesca y se podía caminar por las calles sin pisar ningún charco, ya que no existían. En su lugar se habían construido pistas de hielo, al igual que las albercas que se habían transformado en glaciares. El frío lo ralentizaba todo. Nuestro alrededor se congelaba, lo mismo que nuestros corazones. El frío me hacía tiritar. O el miedo. Me parecía inconcebible que a esas alturas pudiera tener miedo. Pero no es el que me aportan esos policías que se apostan delante de mi puerta, sino que es otro tipo de miedo: el de la incertidumbre. Pensé en qué pasaría después. Adónde me llevarían. Qué dirían mis vecinos. Mis compañeros. Qué sería de mi mujer, de mi hijo..., de mi amante. Sentí miedo. Un terror helado, sin imágenes concretas, sin expresiones faciales. Pensé que así era como todos creamos nuestra memoria falsa: a través de unos pensamientos irracionales que contaminan nuestros recuerdos y los desfiguran.

Estaba allí, sentado en el butacón de Ikea de color indeterminado, que lo mismo podía ser marrón claro, como ocre. Vistiendo el uniforme de gala de la policía. Sobre la parte delantera izquierda colgaban mis tres medallas: Una roja y dos blancas. Las acaricié como se acaricia un objeto valioso. Traté de sentir su tacto. Me hubiera gustado estar en mi piso. Con mi mujer leyendo en el salón y mi hijo jugando en su habitación. Pero mi pasión adolescente y mi inclinación a desentrañar casos irresolubles me arrastró hasta esa casa, que no reconocía como hogar, y donde me encontré solo. Abandonado.

S erían entre cinco y diez policías, calculé mentalmente. Cinco si habían enviado a los GEO, el Grupo Especial de Operaciones. En ese caso habían tenido que fletar un helicóptero desde Guadalajara o desde el aeropuerto de Barajas, donde había un pequeño grupo de respuesta rápida. Ese helicóptero tendría que haber recorrido algo más de 300 kilómetros a una velocidad de 200 kilómetros por hora. No hace falta ser ningún Einstein para determinar que en una hora y media habían tenido tiempo suficiente como para volar desde Guadalajara, o desde Madrid, hasta Huesca. Podían haber aprovechado el helipuerto del hospital San Jorge para aterrizar, y desde allí no hubieran necesitado más de cinco o diez minutos en un coche que les hubiera prestado la comisaría de Huesca. La segunda posibilidad es que la Dirección General de la Policía hubiera optado por mandar a los GOES, o lo que es lo mismo: el Grupo de Operaciones Especiales.

Sumergido en el barullo de sonidos sibilantes provenientes del pasillo, y la escalera de la casa, me dio por acordarme de aquel inspector de la academia que decía que si los GEO son los Madelman de la policía nacional, los GOES son los Click de Playmobil . Un cachondo aquel inspector. En el hipotético caso de que los que estuvieran ahora mismo en la puerta de la habitación fuesen los GOES, el desplazamiento hubiera sido más corto, ya que los GOES podían haber partido desde Zaragoza en su furgón y llegar a Huesca en apenas 45 minutos. En ambos casos el tiempo no era importante, al menos para mí, lo importante era la cantidad de policías que había apostados ahora mismo en la puerta de esa casa. Cinco. Sí, cinco policías pertrechados, armados y preparados con una única orden: capturarme. Y a ser posible vivo; aunque no era un requisito indispensable, pero sí política y éticamente correcto. Cinco. Qué ironías tiene el destino. Porque cinco éramos también nosotros antes de que a Antonio se le cruzaran los cables aquella puta noche. ¡Joder, Antonio! Pero es que no pensaste en todo lo que se nos vendría encima. Éramos cinco y bien avenidos. Amigos. Amigos de verdad, de los que se forjan en la penuria. Antonio, Joaquín , Juan Carlos , Jorge y yo. Cada uno con sus cosas, con su forma de ver el mundo, con su interpretación de lo que significaba ser policía. Con sus sueños. Cada uno con sus asuntos personales. Sus familias, sus amantes, sus hijos. Cada uno con su parte privada de su propia vida, pero unidos en el esfuerzo de conformar algo más que una profesión que se dedica a los demás. La construcción de una sociedad más libre y más segura, pero pagando en ocasiones un precio muy alto: el de nuestra propia libertad.

Comenzamos a ser amigos en la cafetería de la Escuela General de Policía, en Ávila. Era el año 1995 y nos sentábamos alrededor de aquellas mesas redondas e impolutas, y compartíamos un café y un cigarrillo en la época que se podía fumar en los bares y en los edificios públicos. Los cinco teníamos casi la misma edad; aunque Antonio era algo mayor que nosotros. Pero esa ventaja no le transmitió la confianza suficiente como para ser más precavido y cagarla de la manera que la cagó. ¡Joder, Antonio! Hay que ver como la cagaste tío. Metiste la pata hasta el fondo y nos arrastraste a todos. En la época de la e scuela, Antonio tenía 25 años. Él era el único que había nacido en 1970, mientras que los otros éramos todos del 73, cada uno de un mes distinto. Uno de los profesores, el de ética policial, nos había dicho que acceder a la policía demasiado joven era lo recomendable, ya que la Corporación lo podía moldear a su antojo y protegerlo de cualquier vicio que hubiera podido adquirir en su vida civil, según sus propias palabras. Aunque recuerdo que en la Academia había alumnos que casi habían cumplido los treinta, y alguno de esos tampoco fue trigo limpio después, según supimos cuando tuvimos conocimiento de sus andanzas.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Una historia de policías (Spanish Edition)»

Mira libros similares a Una historia de policías (Spanish Edition). Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Una historia de policías (Spanish Edition)»

Discusión, reseñas del libro Una historia de policías (Spanish Edition) y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.