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Arthur Machen - Relatos Escogidos - Arthur Machen

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El Gran Dios Pan (1894)
I. El experimento

-Estoy contento de que hayas venido, Clarke; de hecho, muy contento. No estaba seguro de que pudieras darte el tiempo.

Pude hacer algunos arreglos por unos pocos días; las cosas no están muy activas justamente ahora. Pero Raymond, ¿no tienes dudas? ¿Es absolutamente seguro?

Los dos hombres paseaban lentamente por la terraza frente a la casa del doctor Raymond. El sol oriental aún colgaba sobre la línea montañosa, pero brillaba con un pálido resplandor rojizo que no producía sombras, y el aire estaba en calma; una dulce brisa vino desde el bosque en la ladera, colina arriba, y con ella, por intervalos, el suave y murmurante arrullo de las palomas silvestres. Abajo, en el largo y hermoso valle, el río serpenteaba entre las colinas solitarias y, mientras el sol flotaba y se desvanecía hacia el oeste, una suave bruma, de un blanco puro, comenzó a emerger desde las colinas. El doctor Raymond se volvió seriamente hacia su amigo:

¿Seguro? Por supuesto que lo es. La operación es en sí misma una intervención perfectamente simple, cualquier cirujano podría hacerla.

¿Y no hay peligro durante alguna otra etapa?

Ninguno; absolutamente ningún riesgo físico. Te doy mi palabra. Siempre eres tan tímido, Clarke, siempre, pero tú conoces mi historia. Me he dedicado a la medicina trascendental durante los últimos veinte años. He sido llamado farsante, charlatán e impostor, sin embargo, todo el tiempo supe que me encontraba en el camino correcto. Hace cinco años alcancé la meta, y cada día desde entonces ha sido una preparación para lo que haremos esta noche.

Me gustaría creer que todo eso es cierto Clarke frunció el entrecejo y miró dubitativamente al doctor Raymond. ¿Estás perfectamente seguro, Raymond, que tu teoría no es una fantasmagórica por cierto que una visión espléndida, sin embargo, una mera visión después de todo?

El Dr. Raymond detuvo su marcha y se volvió seriamente. Era un hombre de mediana edad, macilento y delgado, de complexión amarillo pálida, sin embargo, mientras le respondía y enfrentaba a Clarke, un rubor asomó en sus mejillas.

Mira a tu alrededor, Clarke. Puedes ver las montañas, las colinas, como ondulación tras ondulación, puedes ver los bosques y los huertos, los campos maduros de maíz, y las praderas que se extienden hasta los lechos de caña junto al río. Puedes verme aquí a tu lado, y oír mi voz; mas te digo, que todas estas cosas sí, desde la estrella que acaba de brillar en el cielo hasta el suelo sólido bajo tus pies te digo, que todas son sólo sueños y sombras; las sombras que ocultan a nuestros ojos el verdadero mundo. Existe un mundo real, pero trasciende este glamour y esta visión, y se encuentra más allá de todo esto, tras un velo. No sé si alguna vez algún ser humano ha corrido ese velo; sin embargo, Clarke, sé que tú y yo lo veremos levantarse esta misma noche, en los ojos de otra persona. Quizá pienses que todo esto es un sinsentido extravagante; puede ser extraño, pero es real, y los antiguos sabían lo que significaba descorrer ese velo. Lo llamaban presenciar al dios Pan.

Clarke se estremeció; la bruma blanca que se juntaba sobre el río estaba helada.

Esto es realmente asombroso – dijo Estamos parados al borde de un mundo extraño, si lo que dices, Raymond, es verdad. ¿Debo suponer que el cuchillo es absolutamente necesario?

Sí. Una pequeña lesión en la sustancia gris, eso es todo; un insignificante reordenamiento de ciertas células, una alteración microscópica que escaparía a la atención de noventa y nueve de cien especialistas. Clarke, no quiero molestarte hablándote de mi oficio; podría darte muchos detalles técnicos que sonarían imponentes, mas tú quedarías tan iluminado como estás ahora. Sin embargo, supongo que habrás leído, por casualidad, en las apartadas esquinas de tu periódico, acerca de los inmensos pasos que se han dado recientemente en la fisiología del cerebro. El otro día divisé un párrafo de la teoría de Digby, y de los descubrimientos de Browne Feber. ¡Teorías y descubrimientos! Donde ellos se encuentran ahora yo ya estuve hace quince años, y no necesito decirte que no he estado inactivo durante los últimos quince años. Bastará que te diga que, hace cinco años hice el descubrimiento al que aludí cuando dije que hace diez años había alcanzado la meta. Luego de años de labor, luego de años de esfuerzo y de andar a tientas en la oscuridad, luego de días y noches de desilusiones y, algunas veces, de desesperación, en los cuales, una que otra vez, temblaba y me ponía helado ante el pensamiento de que quizá otros estaban buscando lo que yo buscaba; pero por fin, después de tanto tiempo, una punzada de alegría estremeció mi alma y supe que el largo viaje había llegado a su fin. A través de lo que parecía y aún parece suerte, por la sugerencia de un pensamiento fútil desprendido de las líneas familiares y los caminos que había recorrido cientos de veces, la verdad me invadió, y vi, delineado en líneas de visión, un mundo completo, una esfera desconocida; islas y continentes, y grandes océanos, en los cuales barco alguno ha navegado (según creo) desde que el hombre alzó por primera vez su mirada y vislumbró el sol y las estrellas del cielo, y la tranquila tierra debajo. Pensarás que esto es sólo lenguaje alegórico, Clarke, pero es tan difícil ser literal. Y, sin embargo, no sé si acaso lo que estoy insinuando no pueda ponerse en términos sencillos y aislados. Por ejemplo, actualmente este mundo nuestro se encuentra completamente conectado con cables y alambres de telégrafo; y con algo menor que la velocidad del pensamiento, cruzan como un relámpago desde el amanecer al atardecer, desde norte a sur, a través de las inundaciones y los desiertos. Supón que un eléctrico de hoy se diera cuenta que él y sus colegas han estado meramente jugando con guijarros, confundiéndolos con las bases del mundo, supón que un hombre como aquél vislumbrara el espacio infinito extendiéndose abierto frente a la corriente, y las voces de los hombres viajando a la velocidad del trueno hacia el sol y más allá del sol, hacia los sistemas más alejados, y el eco de la voz articulada de los hombres en el desolado vacío que confina nuestro pensamiento. En relación a las analogías, ésta es una muy buena analogía de lo que he hecho; puedes entender ahora un poco de lo que sentí aquí una tarde; una tarde de verano como ésta y el valle luciendo como ahora. Yo me encontraba aquí y, frente a mí, vi el abismo inefable e impensable que se abre profundo entre dos mundos, el mundo de la materia y el mundo del espíritu; vi el vacío y gran abismo extenderse mortecino frente a mí, y, en aquel instante, un puente de luz saltó desde la tierra hacia la orilla desconocida, y el abismo fue unido. Puedes mirar en el libro de Browne Faber, si lo deseas, y te darás cuenta que hasta el día de hoy los hombres de ciencia son incapaces de dar cuenta de la presencia, o de especificar, las funciones de un cierto grupo de neuronas del cerebro. Aquel grupo es, así como era, tierra de nadie, sólo una pérdida de espacio para poner teorías imaginativas. Yo no estoy el la posición de Browne Faber ni de los especialistas, yo estoy perfectamente enterado de las posibles funciones de aquellos centros nerviosos en el esquema de las cosas. Con un toque puedo hacerlas entrar en juego, con un toque digo, puedo liberar la corriente, con un toque puedo completar la comunicación entre este mundo de los sentidos y... podremos terminar la oración más tarde. Sí, el cuchillo es necesario; mas imagina lo que ese cuchillo realizará. Nivelará totalmente la sólida muralla de los sentidos y, probablemente, por primera vez desde que el hombre fue creado, un espíritu contemplará un mundo de espíritus. Clarke, ¡Mary verá al dios Pan!

Pero, ¿recuerdas lo que me escribiste? Pensé que era requisito que ella... susurró el resto al oído del doctor.

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