• Quejarse

Tess Gerritsen - Llamada A Medianoche

Aquí puedes leer online Tess Gerritsen - Llamada A Medianoche texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover

Llamada A Medianoche: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Llamada A Medianoche" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Una llamada a medianoche despertó a la recién casada Sarah Fontaine. En lugar de oír la voz de su marido desde Londres, oyó la de un desconocido llamado Nick OHara que le decía que Geoffrey había muerto en el incendio de un hotel en Berlín. Convencida de que su marido estaba todavía vivo, Sarah decidió investigar por su cuenta con la ayuda de Nick. Había demasiadas preguntas sin respuesta, y las respuestas podían ser fatales…

Tess Gerritsen: otros libros del autor


¿Quién escribió Llamada A Medianoche? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Llamada A Medianoche — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Llamada A Medianoche " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Tess Gerritsen Llamada A Medianoche Título original Call After Midnight - photo 1

Tess Gerritsen

Llamada A Medianoche

Título original: Call After Midnight

Traducido por Ángeles Aragón López

Prólogo

Berlín

Veinte segundos de presión en la carótida son suficientes para dejar a un hombre inconsciente. Dos minutos más y la muerte es inevitable. Simon Dance no necesitaba leer esos datos en un libro de texto médico… los conocía por experiencia. También sabía que no debía haber fallos en el garrote. Si la cuerda no estaba tensa, si permitía que unas gotas de sangre llegaran al cerebro de la víctima, la agonía se prolongaba. La operación se volvía torpe, peligrosa incluso. No hay nada tan salvaje como un moribundo.

Dance, acurrucado en la oscuridad, apretó el garrote entre las manos y miró la esfera luminosa de su reloj de pulsera. Hacía dos horas que había apagado las luces. Su asesino era sin duda un hombre cauteloso que quería cerciorarse de que dormía profundamente. Si fuera un profesional, sabría que el sueño de las dos primeras horas es el más pesado. Y ese era el momento de atacar.

En el pasillo exterior crujió un zapato. Dance se puso rígido, se levantó despacio y esperó en la oscuridad al lado de la puerta. Ignoró el golpeteo de su corazón y sintió la inyección familiar de adrenalina moviendo sus reflejos. Tensó el garrote entre las manos.

Alguien metía una llave en la cerradura. Dance oyó el clic metálico de los dientes rozando el metal. La llave giró y la cerradura cedió con un rumor suave. Al abrirse la puerta, entró luz del pasillo en la habitación. Una sombra cruzó el umbral y se volvió hacia la cama, donde parecía que dormía un hombre. La sombra levantó el brazo. Una pistola con silenciador disparó tres balas en las almohadas. Dance atacó cuando cayó la tercera.

Colocó el garrote alrededor del cuello del intruso y tiró de la cuerda, que se tensó en torno a la parte más visible de la arteria carótida, cerca del ángulo con la mandíbula. La pistola cayó al suelo. El hombre se movió violentamente, como un pez en un anzuelo y tiró con fuerza del garrote. Estiró el brazo hacia atrás e intentó clavar las uñas en el rostro de Dance. Sus brazos y piernas se movían sin control en todas direcciones. Luego, poco a poco, las piernas se derrumbaron y los brazos se extendieron una última vez antes de quedar inertes. Mientras Dance contaba los minutos, sintió los últimos espasmos del cuerpo, provocados por las células hambrientas y moribundas del cerebro. Siguió apretando.

Cuando pasaron tres minutos, soltó el garrote y el cuerpo cayó al suelo. Dance encendió la luz y miró al hombre al que acababa de matar.

El rostro le resultaba vagamente familiar. Quizá lo había visto en la calle o en un tren, pero no conocía su nombre. Registró su ropa, pero solo encontró dinero, unas llaves de coche y algunas herramientas del oficio: cartuchos de repuesto, una navaja de bolsillo, una ganzúa. Dance pensó que se trataba de un profesional anónimo y se preguntó por un momento cuánto le habrían pagado.

Arrastró el cuerpo hasta la cama y apartó a un lado las almohadas que había colocado bajo las mantas. Calculó que el cuerpo mediría en torno al metro ochenta. Igual que él. Intercambió su ropa con la del cadáver; seguramente no era necesario, pero él era un hombre concienzudo. Después se quitó el anillo de boda e intentó colocarlo en el dedo del muerto, pero no consiguió lograr que pasara del nudillo. Fue al baño, enjabonó la alianza y al fin consiguió meterla en el dedo del cadáver. Después se sentó y fumó unos cigarrillos. Intentó pensar en los detalles que podía haber pasado por alto.

Las tres balas, por supuesto. Buscó en las almohadas y consiguió recuperar dos. La tercera seguramente se hallaría escondida en algún punto del colchón. Se disponía a seguir buscándola cuando oyó pasos en el pasillo. ¿Tenía un cómplice el asesino? Dance tomó la pistola, la apuntó a la puerta y esperó. Los pasos pasaron de largo y se perdieron por el pasillo. Falsa alarma. De todos modos, debía marchase; sería un error permanecer más tiempo allí.

Sacó una botella de metanol del cajón de la cómoda. Ardería rápidamente y no dejaría rastros. La echó sobre el cuerpo, la cama y la alfombra de al lado. En la habitación no había alarmas anti-incendios ni aspersores automáticos. Había elegido un hotel viejo por ese motivo. Dejó el cenicero al lado de la cama y recogió las pertenencias del difunto, que metió en una bolsa de basura junto con la botella de metanol. A continuación, prendió fuego a la cama.

Las llamas no tardaron en envolver el cuerpo. Dance esperó lo suficiente para cerciorarse de que no quedaría nada reconocible.

Salió de la habitación con la bolsa de basura, cerró la puerta y bajó por el pasillo hasta la alarma de incendios. No veía motivo para matar a personas inocentes, así que rompió el cristal y tiró de la palanca de alarma. Después bajó las escaleras hasta el piso bajo.

Desde la calle de enfrente observó las llamas que salían por la ventana. Evacuaron el hotel y la calle se llenó de personas adormiladas envueltas en mantas. En menos de diez minutos llegaron tres camiones de bomberos. Para entonces, su habitación era un infierno.

Tardaron una hora en apagar el fuego. Una multitud de curiosos se unió a los huéspedes del hotel y Dance estudió sus rostros, fijándolos en la memoria. Si volvía a ver alguno de ellos, le serviría de advertencia.

Entre un grupo de personas vio una limusina negra que bajaba despacio por la calle. Reconoció al hombre que ocupaba el asiento de atrás. Así que la CIA estaba allí. Interesante.

Ya había visto suficiente. Era tarde y tenía que regresar a Amsterdam.

Tres manzanas más allá arrojó la bolsa de basura a un contenedor. Así cerraba aquel capítulo. Había hecho lo que había ido a hacer en Berlín. Había matado a Geoffrey Fontaine. Había llegado el momento de desvanecerse. Se alejó silbando en la oscuridad.

Amsterdam

Al viejo lo despertaron a las tres de la mañana con la noticia.

– Geoffrey Fontaine ha muerto.

– ¿Cómo? -preguntó.

– Un fuego en un hotel. Dicen que estaba fumando en la cama.

– ¿Un accidente? Imposible. ¿Dónde está el cuerpo?

– En el depósito de cadáveres de Berlín. Muy desfigurado.

Al viejo no le sorprendió que el cuerpo no resultara reconocible. Simon Dance había vuelto a cubrir su rastro muy bien. Y ellos lo habían perdido de nuevo.

Pero todavía le quedaba una carta que jugar.

– Me dijiste que tenía una esposa americana -dijo-. ¿Dónde vive?

– En Washington.

– Haz que la sigan.

– ¿Para qué? Ya le he dicho que ha muerto.

– No ha muerto. Está vivo. Estoy seguro. Y esa mujer sabe dónde está. Quiero que la vigilen.

– Haré que mis hombres…

– No. Enviaré a uno mío. Alguien de quien pueda fiarme.

Hubo una pausa.

– Le daré su dirección.

Cuando colgó el teléfono, el viejo no pudo volver a dormir. Llevaba cinco años buscando… Solo para volver a fallar cuando ya estaba tan cerca. Ahora todo dependía de lo que supiera aquella mujer de Washington.

Tenía que ser paciente y esperar a que se traicionara. Enviaría a Kronen, un hombre que no le había fallado nunca. Kronen tenía métodos propios para extraer información… métodos difíciles de resistir. Después de todo, ese era su mayor talento: la persuasión.

Uno

Washington

Era más de medianoche cuando sonó el teléfono.

Sarah lo oyó a través de una pesada cortina de sueño. El sonido parecía muy lejano, como una alarma que sonara en una habitación fuera de su alcance. Luchaba por despertarse, pero se veía atrapada en un mundo entre el sueño y la vigilia. Tenía que contestar al teléfono. Sabía que la llamaba su esposo Geoffrey.

Había esperado toda la noche oír su voz. Era miércoles y Geoffrey, en sus viajes mensuales a Londres, siempre llamaba a casa los miércoles. Ese día, sin embargo, ella se había acostado temprano, tosiendo y llorosa, víctima del último virus de la gripe que atacaba Washington, una cepa especialmente virulenta procedente de Hong Kong que compartía ya con la mitad de sus compañeros de trabajo del laboratorio de microbiología. Había pasado una hora leyendo en la cama, luchando valientemente por mantenerse despierta. Pero la combinación de una medicina antigripal y el Diario de Microbiología había resultado más eficaz que ningún somnífero y se había quedado dormida.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Llamada A Medianoche»

Mira libros similares a Llamada A Medianoche. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Llamada A Medianoche»

Discusión, reseñas del libro Llamada A Medianoche y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.