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Kate Summerscale - El asesinato de Road Hill

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Kate Summerscale El asesinato de Road Hill

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A mi hermana, Juliet

Título original: The suspicions of Mr. Whicher

Kate Summerscale, 2008

Traducción: Roberto A. Frías Llorens

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

Notas 1 En inglés Witchem guarda parecido con las frases which ofem cuál - photo 1
Notas

[1] En inglés, Witchem guarda parecido con las frases which of’em, «cuál de ellos», y bewitch’em, «embrújalos». (N. del T.)

[2] Jack, diminutivo inglés de John, «Juan». (N. del T.)

[3] Se refiere aquí, obviamente, a la etimología de la palabra en inglés. Clue, «pista», y clew, «madeja». (N. del T.)

[4] Hace referencia a la primera parte del apellido, la palabra hawk, «halcón» en inglés. (N. del T.)

[5] El texto bíblico dice: «Y el Señor le dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él respondió: No lo sé, ¿acaso soy el cuidador de mi hermano? Y Él dijo: ¿Qué has hecho? La voz de su sangre clama hacia mí desde la tierra».

[6] Según un rumor poco verosímil, los Kent eran descendientes ilegítimos de la familia real. En algún momento los periodistas hicieron hincapié en el parecido entre Constance y la reina Victoria.

[7] Ese mismo mes, según News of the World, una trabajadora de una fábrica de varillas de miriñaque radicada en Sheffield encontró la muerte por culpa de su miriñaque, que se enganchó en el astil giratorio de la máquina y arrastró a la mujer.

[8] Juego de palabras que hace referencia a la similitud entre el apellido del detective, Whicher, y witchery, «brujería». (N. del T.)

[9] Hace referencia a la palabra inglesa shimmy, que se usa para referirse a una prenda exterior amplia, como un vestido suelto (N. del T.)

[10] Juego de palabras entre el apellido del personaje y la palabra watcher, «guardián» o «vigilante», y entre las palabras detective, «detective», en esta frase «de detectives», y defective, «defectuosa». (N. del T.)

[11] Para demostrar la extraña lógica de la monomanía homicida, Stapleton contó una horrible historia de un joven apacible, obsesionado con los molinos de viento, que pasaba los días observándolos. En 1843 sus amigos trataron de alejarlo de su manía invitándolo a vivir en una región donde no había. Allí el molinero indujo a un chico a internarse en el bosque, donde lo mató y lo mutiló. Lo hizo, explicó, motivado por la esperanza de que el castigo consistiera en llevarlo a un lugar donde hubiera un molino.

[12] James Willes se separó de su esposa en 1865 y se mudó a una casa a orillas del Coiné, en Essex. En los años que siguieron, según el Dictionary of Nacional Biography, se dedicó a pasear a sus tres perros por el río y a alimentar a las truchas. Pese a que fue un hábil pescador en su juventud, desarrolló un cariño tal por los peces, que llegó a prohibir la pesca en aguas del Coiné. En 1872, insomne, desmemoriado y deprimido, apuntó con un revólver a su corazón y disparó.

[13] El hecho es que el museo de Madame Tussaud no mostró al público la figura de cera de Constance Kent hasta después de la muerte de Samuel Kent, quizá por respeto a sus sentimientos. Según se desprende de los catálogos del museo, se exhibió entre 1873 y 1877.

[14] En el original, to cuff «empuñar», y to handcuff, «esposar». (N. del T.)

[15] Seis años después, en 1887, Arthur Conan Doyle escribió el primero de sus muy exitosos misterios de Sherlock Holmes. A diferencia de Jack Whicher, el detective de Conan Doyle es un aficionado y un caballero, y siempre lleva la razón, es «la máquina de razonar y de observar más perfecta que se ha conocido jamás», dice el doctor Watson, su secuaz, en Escándalo en Bohemia.

Una noche de verano de 1860, en una elegante mansión de la campiña inglesa, todo está en calma. Tras los ventanales la familia Kent duerme tranquilamente. A medianoche se oye un ladrido. Luego, todo vuelve a quedar en silencio.

Cuando a la mañana siguiente se despiertan, los Kent descubren con horror que el más pequeño de sus hijos ha desaparecido de su cuna. Un escalofrío recorre toda la casa y empieza una búsqueda febril hasta que el niño aparece finalmente, asesinado.

¿Quién cometió semejante atrocidad? Las pocas pistas indican que fue alguien que estaba en la casa, alguien del servicio o algún miembro de la familia. No tarda en aparecer en la escena del crimen el inspector Jack Whicher de Scotland Yard, el detective más brillante y respetado de su tiempo, encargado de resolver un caso oscuro y complejo, de apariencia irresoluble: el asesinato que conmocionó a la sociedad victoriana y que inspiró a escritores como Dickens, Conan Doyle o Wilkie Collins.

El asesinato de Road Hill es el relato verídico de aquellos sucesos, uno de los episodios más siniestros y estremecedores de la historia del crimen. Kate Summerscale ha llevado a cabo una detallada, exhaustiva e hipnótica reconstrucción de los hechos en un texto narrativo compuesto con el ritmo de las grandes novelas. No en vano se ha llegado a decir que este libro es una suerte de A sangre fría Victoriano.

«No se me ocurre ningún otro libro que te transporte tan repentinamente a los olores, los gustos y la atmósfera de aquel tiempo».

DORIS LESSING

Kate Summerscale El asesinato de Road Hill ePub r11 Titivillus 01082020 - photo 2

Kate Summerscale

El asesinato de Road Hill

ePub r1.1

Titivillus 01.08.2020

Señor, ¿siente una molesta presión en la boca del estómago y un desagradable latido en la coronilla? Ah, ¿todavía no? Ya se le pegará… Lo llamo el «furor del detective» y lo contraje por primera vez en compañía del sargento Cuff.

WILKIE COLLINS, La piedra lunar, 1868

Prólogo

Estación ferroviaria de Paddington

15 de julio de 1860

El 15 de julio de 1860, el inspector de policía Jonathan Whicher de Scotland Yard pagó dos chelines para que un cabriolé lo llevara de Millbank, al oeste de Westminster, hasta la estación de Paddington, la terminal londinense de la Great Western Railway. Allí compró dos billetes de tren: uno para Chippenham, en Wiltshire, a 151 kilómetros de Londres, por siete chelines y diez peniques, y otro para ir de Chippenham a Trowbridge, a 32 kilómetros de la primera, por un chelín y seis peniques. El día era cálido; por primera vez en ese verano la temperatura en Londres había rozado los 21 grados.

La estación de Paddington era una brillante bóveda de cristal y hierro, en cuyo interior hacía calor tanto por el sol como por el humo, y había sido construida por Isambard Kingdom Brunel hacía seis años. Jack Whicher conocía bien aquel lugar; los ladrones de Londres prosperaban entre las muchedumbres anónimas que salían en tropel de las nuevas estaciones ferroviarias, entre las rápidas idas y venidas, entre el emocionante lío de tipos y clases. La policía había creado la figura del detective para vigilar ese aspecto de la ciudad. The Railway Station, de William Frith, un cuadro que muestra una vista panorámica de Paddington en 1860, muestra a un ladrón detenido por dos oficiales con patillas, vestidos de civiles con traje negro y sombrero de copa, hombres silenciosos capaces de paliar la confusión de la metrópolis.

En esta estación, en 1856, Whicher arrestó a George Williams, un ladrón que vestía llamativamente, por robar del bolsillo de lady Glamis un monedero con cinco libras. El detective dijo en el juzgado que conocía «al prisionero desde hacía años, era un miembro destacado de la mafia refinada». En la misma estación, en 1858, detuvo a una mujer corpulenta y cubierta de manchas, de unos cuarenta años, en el vagón de segunda clase de un tren estacionado, perteneciente a la Great Western Railway, con las palabras: «Me parece que te apellidas Moutot».

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