Robert A. Heinlein
Forastero en tierra extraña
Para
Robert Cornog
Fredric Brown
Philip José Farmer
Si cree usted que este libro parece más grueso y que contiene más palabras que las que encontró en la primera edición publicada de Forastero en tierra extraña, su impresión es correcta. Esta edición es la original…, la que Robert Heinlein concibió y trasladó al papel.
La edición anterior contenía algo más de 160.000 palabras, mientras que esta ronda las 220.000. Las copias manuscritas de Robert contenían normalmente entre 250 y 300 palabras por página, según la cantidad de diálogo. Así, tomando una media de 275 palabras, y con el manuscrito rozando las 800 páginas, obtenemos un total de 220.000 palabras, quizá un poco más.
Este libro se apartaba tanto de lo que se vendía normalmente al público en general, o al público que leía ciencia-ficción, en 1961, cuando fue publicado, que el editor exigió algunos cortes y la supresión de unas cuantas escenas que podían ser ofensivas para los gustos del público.
El número de noviembre de 1948 de la revista Astounding Science Fiction contenía una carta de un fan al director en la que se sugerían una serie de títulos para el número del año siguiente. Entre esos títulos tenía que haber una historia firmada por Robert A. Heinlein: «Golfo».
En una larga conversación entre ese director —John W. Campbell, Jr.— y Robert, se decidió que había suficiente margen de tiempo para permitir que todas las historias que el fan había titulado fueran escritas, y la revista saliera a tiempo para noviembre de 1949. Robert prometió entregar un relato que encajara con el título. La mayoría de los demás autores mencionados también estuvieron de acuerdo con la iniciativa. Este número de la revista llegaría a ser conocido como el número del «Viaje por el Tiempo».
El problema de Robert, entonces, era encontrar una historia que encajara con el título que le había sido asignado.
Así que ambos celebramos una sesión de brainstorming. Entre otras ideas que resultaron inadecuadas, sugerí una historia acerca de un niño humano educado por una raza alienígena. La idea era simplemente demasiado vasta para comprimirla en un relato corto, dijo Robert, pero tomó nota de ella. Aquella noche fue a su estudio y escribió algunas notas un poco más detalladas, y las dejó a un lado.
Para el título «Golfo» escribió una historia completamente distinta.
Aquellas notas reposaron en un archivador varios años, durante los cuales Robert empezó a escribir lo que sería Forastero en tierra extraña. De alguna manera, la historia no acababa de cristalizar, y la dejó a un lado. Volvió al manuscrito unas cuantas veces, pero no lo terminó hasta 1960: ésa era la versión que tiene usted ahora en sus manos.
En el contexto de 1960, Forastero en tierra extraña era un libro que el editor confesó temer: se alejaba demasiado de los senderos trillados. Así que, a fin de minimizar posibles pérdidas, se le pidió a Robert que redujera el manuscrito a 150.000 palabras…, una eliminación de unas 70.000 palabras. Hubo luego otros cambios, antes de que el editor estuviera dispuesto a correr el riesgo de su publicación.
Eliminar casi una cuarta parte de un libro largo y complicado era una tarea rayana en lo imposible. Pero, a lo largo de varios meses, Robert la realizó. El resultado final tenía 160.087 palabras. Robert estaba convencido de que era imposible cortar más, y el libro fue aceptado con esa extensión.
Durante 28 años fue impreso de esa forma.
En 1976, el Congreso de EE. UU. aprobó una nueva Ley del Copyright que, en parte, decía que en el caso de que el autor o autora falleciera, y la viuda o viudo renovaran el copyright, todos los antiguos contratos quedaban automáticamente cancelados. Robert murió en 1988, y al año siguiente el copyright de Forastero en tierra extraña fue presentado para su renovación.
Al contrario que muchos otros autores, Robert guardaba siempre una copia del manuscrito original mecanografiado, tal como había sido sometido para su publicación, en un archivo en la biblioteca de la Universidad de California en Santa Cruz, sus archiveros. Solicité una copia de ese manuscrito y lo leí, y lo comparé con las versiones publicadas. Y llegué a la conclusión de que había sido un error cortar el libro.
Así que envié una copia del manuscrito a Eleanor Wood, la agente literaria de Robert. Eleanor comparó también las dos versiones y estuvo de acuerdo con mi veredicto. Así pues, luego de la correspondiente notificación al editor, se presentó ante él con una copia de la nueva/vieja versión.
Nadie recordaba el hecho de que se hubiera efectuado un recorte tan drástico en el libro; a lo largo de los años todos los directores literarios y principales miembros del personal de la editorial habían cambiado. Así que esta versión fue una completa sorpresa para todos ellos.
Decidieron publicar la versión original, tras admitir que era mejor que la recortada.
Así que tiene usted ahora en sus manos la versión original de Forastero en tierra extraña, tal como la escribió Robert Anson Heinlein.
Los nombres adjudicados a los personajes principales tienen gran importancia para la trama. Fueron cuidadosamente seleccionados: Jubal significa «el padre de todo», Michael quiere decir «¿Quién es como Dios?». Dejo al lector descubrir lo que significan los otros nombres.
Virginia Heinlein
Carmel, California
PRIMERA PARTE
Su maculado origen
Érase una vez, cuando el mundo era joven, un marciano llamado Valentine Michael Smith.
Valentine Michael Smith fue tan real como los impuestos, pero de una estirpe distinta.
Los miembros de la primera expedición terrestre al planeta Marte fueron seleccionados a partir de la teoría de que el mayor peligro para el hombre en el espacio es el propio hombre. En aquella época, sólo ocho años terrestres después de la fundación de la primera colonia humana en la Luna, cualquier viaje interplanetario tripulado tenía que hacerse necesariamente a través de tediosas órbitas en caída libre: de la Tierra a Marte significaba doscientos cincuenta y ocho días, lo mismo para el regreso, más cuatrocientos cincuenta y cinco días esperando en Marte mientras los planetas se arrastraban lentamente en sus eclípticas hasta volver a situarse en las posiciones relativas adecuadas que permitirían trazar la órbita de doble tangente… Un total de casi tres años terrestres.
Además de esa tediosa longitud, el viaje era muy arriesgado. Sólo repostando en una estación espacial, luego volviendo casi de regreso a la atmósfera de la Tierra, podría ese primitivo ataúd volante, la Envoy, realizar el viaje. Una vez en Marte, le sería posible volver… si no se había estrellado al llegar, si encontraba agua para llenar sus tanques de masa reactiva, si se encontraba alguna clase de comida en Marte, si otras mil cosas no salían mal.
Pero el peligro físico era considerado menos importante que la tensión psicológica. Ocho seres humanos, apretujados durante casi tres años terrestres en un espacio reducido, tenían que congeniar mucho mejor de lo que normalmente lo hacen los hombres. Por razones aprendidas de experiencias anteriores, se había rechazado la idea de una dotación compuesta exclusivamente por individuos del sexo masculino por considerarla una situación tanto física como socialmente inestable. Se decidió que lo óptimo era un conjunto de cuatro matrimonios, si podían hallarse los especialistas necesarios que formaran tal combinación.
La Universidad de Edimburgo, el contratista primario, subcontrató la selección de la tripulación al Instituto para Estudios Sociales. Tras descartar a todos los voluntarios que no reunían los requisitos indispensables de edad, salud, mentalidad, formación o carácter, el Instituto se encontró con que tenía nueve mil candidatos potenciales, todos ellos sanos en cuerpo y mente y con al menos una de las especializaciones necesarias requeridas. Se esperaba que el Instituto proporcionara varias tripulaciones de cuatro parejas aceptables.