Gavin Menzies - 1421: El año en que China descubrió el mundo
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- Libro:1421: El año en que China descubrió el mundo
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2002
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1421: El año en que China descubrió el mundo: resumen, descripción y anotación
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En los apéndices del presente volumen se incluye una breve descripción de algunos de los más importantes mapas, documentos y otras evidencias que he utilizado para establecer las conclusiones presentadas en el libro, mientras que en la bibliografía se citan las fuentes primarias y secundarias que he empleado. Sin embargo, este es un libro destinado al público en general, no al lector académico, y las tres cuartas partes de las evidencias documentales se han tenido que omitir por falta de espacio. Por dicha razón, gran parte de los detalles de mis pruebas y cálculos, así como una buena cantidad de otro material de respaldo, se han puesto en internet, en «www.1421.tv». Por otra parte, estaré encantado de contestar cualquier pregunta concreta y de poner mis notas de investigación a disposición de cualquier investigador que genuinamente lo sea. Para establecer contacto conmigo lo ideal sería hacerlo por escrito, en primera instancia a través de mi editor.
Aunque en la portada aparece mi nombre, este libro es una empresa colectiva, y no habría sido posible sin los fervorosos esfuerzos de muchas más personas de las que puedo nombrar en el limitado espacio del que aquí dispongo. Vaya mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que me han ayudado con su consejo, su orientación y su apoyo, y mis más sinceras disculpas a aquellos a quienes involuntariamente haya omitido (lo cual se corregirá en futuras ediciones).
Estoy en deuda ante todo con los miembros de la Royal Navy que me enseñaron náutica, cartografía y navegación astronómica. Los descubrimientos en los que se basa este libro jamás se habrían producido sin dichos conocimientos. En el transcurso de mis investigaciones he visitado más de nueve museos, pero debo destacar las maravillosas colecciones del Museo Británico de Londres; del Museo Histórico de Shaanxi, en Xian (China), y del Museo Histórico de Lima. Doy las gracias también a la Biblioteca Marciana y al Museo Correr de Venecia; al Museo Marítimo de Barcelona; al Museo Fornsals de Visby (en la isla de Gottland, Suecia); al Museo Marítimo Nacional de Greenwich; a la Institución Smithsoniana de Washington; al Museo James Cook, en la Australia septentrional; al Museo Waikato de Arte e Historia, en Auckland (Nueva Zelanda); al Museo de los Pioneros del Condado de Tillamook, en Oregón; al Museo de Historia Natural de California Norte; al Museo Zihuatanejo, en Michoacán (México); al Museo Nacional de Australia, y a la Galería de Arte Warrnambool (también en Australia).
En el Reino Unido, vaya mi más sincero agradecimiento a la Biblioteca Británica, en especial al personal de la Biblioteca de Mapas y Humanidades I, con su incomparable colección y su magnífico servicio. La facultad de estudios orientales y africanos, la facultad de estudios eslavos y la facultad de estudios islámicos de la Universidad de Londres; la Real Sociedad Asiática; los Archivos Nacionales Británicos; la Sociedad Hakluyt; el Museo de la Ciencia y el Museo de Historia Natural; la Biblioteca Bodleian de Oxford; la Biblioteca Universitaria de Cambridge, y la Biblioteca de Arte Oriental de Oxford me han resultado también de gran utilidad.
Todos los distinguidos expertos a quienes he pedido que leyeran y comentaran el borrador del texto me han dedicado generosamente su tiempo. Les agradezco su ayuda, aunque debo subrayar que la responsabilidad de las opiniones expresadas en este libro, así como de sus errores y omisiones, se me debe atribuir a mí exclusivamente. Ante todo, mi agradecimiento a la profesora Carol Urness, conservadora de la Biblioteca James Ford Bell de la Universidad de Minnesota, en Mineápolis; y también al doctor Joseph McDermott, de la facultad de estudios orientales de la Universidad de Cambridge; al profesor John E. Wills Jr., catedrático de historia en la Universidad de California Sur; al profesor G. R. Hawting, catedrático de historia medieval e islámica en la facultad de estudios orientales y africanos de la Universidad de Londres; al doctor Konrad Hirschler; a John Julius Norwich; al doctor Taylor Terlecki, de la facultad de lenguas y literatura medievales y modernas de la Universidad de Oxford; al doctor Ilenya Schiavon, de los Archivos Públicos de Venecia; a la doctora Marjorie Grice-Hutchinson; al profesor sir John Elliott, catedrático de historia moderna en la Universidad de Oxford; y al almirante sir John Woodward, Gran Cruz de la Orden del Imperio Británico y Caballero de la Orden del Baño.
Entre otras personas, debo mencionar a la doctora Linda Clark, de la Oficina de Historia del Parlamento; al profesor Mike Baillie, del Centro de Paleoecología de la facultad de arqueología y paleoecología de la Queen’s University, Belfast; al doctor Robert Massey, del Royal Observatory de Greenwich; a la señora Heleo Stafford y el profesor Philip Woodworth, del Laboratorio Oceanográfico Proudman, Birkenhead; a Bob Headland, del Instituto Scott de Investigación Polar, Cambridge; a Shane Winser, de la Royal Geographical Society (con el Instituto de Geógrafos Británicos); a Brian Thynne, de la Biblioteca Caird del Museo Marítimo Nacional, Greenwich; al doctor Piero Falchetta, bibliotecario de la Biblioteca Marciana, Venecia; a Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres; al profesor Bryan Sykes, catedrático de genética humana en la Universidad de Oxford; al vicealmirante sir Ian Mclntosh, Caballero de la Orden del Imperio Británico, Miembro de la Orden del Baño, Orden de Servicios Distinguidos y Cruz de Servicios Distinguidos; a la doctora Fernanda Allen; y a Ron Hughes.
Vaya también mi agradecimiento al doctor Johan de Zoete, conservador del Museo Enschede de Haarlem; al doctor Muhammad Waley, conservador de las Colecciones Persa y Turca del Museo Británico; a Stuart Stirling; al profesor Timothy Laughton, del departamento de historia del arte de la Universidad de Essex; a la profesora Sue Povey, especialista en genética humana en el departamento de biología del University College, Londres; a la difunta doctora Josie Hicks; a la profesora Christie G. Tumer II, catedrática de antropología en la Universidad Pública de Arizona; al profesor John Oliver, del departamento de astronomía de la Universidad de Florida; a Marshall Payn; a Alan Stimson, antiguo responsable de Navegación del Royal Observatory de Greenwich; y al doctor K. Tan.
El profesor Joiio Camilo dos Santos, de la embajada de Portugal en Londres; el conservador de la Torre do Tambo, en Lisboa; Daphne Home, conservadora del Museo de la Sociedad Histórica Gympie, en Queensland; Brett Green; Vanessa Collingridge; Michael Fitzgerald, conservador del Museo Tepapa, en Tongareva; Catherine Mercer, bibliotecaria del Museo Waikato; Robin J. Watt; y el profesor Roderich Ptak, de la Universidad de Munich, me han sido asimismo de gran ayuda. También debo dar las gracias a Steven Hallett, de Xanadu Productions; al profesor Yingsheng Liu, de Nankín; al doctor Eusebio Dizon, director de Investigaciones Subacuáticas del Museo de Manila; a la señora Wenlan Peng, antigua directora de Programas en Lengua Inglesa de la Televisión Central de China; al capitán Richard Channon; al comandante Mike Tuohy; a Christine Handte, capitana del junco RV Heraclitus; al conservador del Museo Marítimo de Macao; al doctor Wang Tao, de la facultad de estudios orientales y africanos de la Universidad de Londres; a la señorita Viviana Wong; al profesor Kenneth Hsu; al doctor John Furry; a David Stewart y las familias Reed y St. Louis; a Robert Metcalf; al comodoro Bill Swinley, antiguo jefe de las fuerzas armadas de las Bermudas; al señor Gérard Lafleur; a David Borden; a Kirsten y al profesor Paul Seaver; al profesor George Maul, del Instituto de Tecnología de Florida; a la profesora Maude Phipps; y al doctor K. K. Tan.
Debo expresar también mi gratitud a Voyages Jules Veme, que proporciona maravillosos viajes con guías que poseen enormes conocimientos; a Anthony Simonds-Gooding; a Wendi y Mike Watson, y su equipo; a Steven Williams y Sophie Ransom, de Midas Public Relations; a Jack Pizzey; a Pearson Broadband y Paladín lnvision, y sus equipos. Estoy agradecido asimismo al doctor Joseph McDermott, a Elizabeth Hay, al doctor Hubert Lal, al doctor Taylor Terlecki, a la doctora Marjorie GriceHutchinson, a Ian Hudson, a Amy Cracker, a mi esposa Marcella Menzies y nuestra hija mayor, Vanessa Gilodi-Johnson: todos ellos me han facilitado diversas traducciones de toda una serie de lenguas extranjeras.
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