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Gavin Edwards - Cómo ser Bill Murray

Aquí puedes leer online Gavin Edwards - Cómo ser Bill Murray texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Gavin Edwards Cómo ser Bill Murray
  • Libro:
    Cómo ser Bill Murray
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2016
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Cómo ser Bill Murray: resumen, descripción y anotación

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Agradecimientos

Soy tan afortunado que tengo que darles las gracias a muchas personas extraordinarias.

Gracias a Caitlin McKenna, una editora que merece una medalla de oro y que posee enormes dosis de eficacia, paciencia y conocimiento del sector editorial. Gracias al ojo que tiene, este libro ha mejorado en cientos de maneras. Y muchas gracias a todos sus espléndidos colegas de Random House, sobre todo a Christine Mykityshyn, Sally Marvin, Tom Perry, Andy Ward, Avidch Bashirrad, Leigh Marchant, Alaina Waagner, Katie Rice, Joclle Dieu, Denise Cronin, Toby Ernst, Rachel Kind, Robbin Schiff y Vincent La Scala.

Gracias también a Liz Cosgrove por su chispeante diseño, a Derek Eads por su maravilloso diseño de cubierta y a Kathy Lord por sus diligentes correcciones.

Daniel Greenberg, mi agente, es un tío estupendo y un mago: este libro no existiría sin él y sus sabios consejos. Me inspiran una enorme gratitud tanto él como todos los integrantes de la Levine-Greenberg-Rostan Agency, especialmente Tim Wojeik, Miek Coccia y Melissa Rowland.

Llevo un cuarto de siglo siendo fan de Robert Sikoryak, desde que leí Good Ol’ Gregor Brown, su brillante fusión de Charles Schulz y Franz Kafka en las páginas de la revista Raw. Es para mi un honor que haya colaborado en este libro, estoy encantado de lo divertido que ha sido trabajar con él, y me dejan alucinado las ilustraciones tan geniales que ha creado. (Él, a su vez, quiere darle las gracias a su mujer, Kriota Willberg).

Quiero rendirles un enorme homenaje a todas las personas que han hablado conmigo del tiempo que han pasado con Bill Murray (para algunos han sido años, para otros, unos minutos): Michael K. Allio, Lee Briccetti, Kyra Bromley, Peter Chatzky, Sofia Coppola, Jordan Dann, Joseph Davenport, David Gault, Mitch Glazer, Diana Green, Andrew Groothuis, John Knizeski, Barry Levinson, Joe Levy, Ayoka Lucas, Trine Licht, Lyle Lovett, Melissa McCarthy, Dan McLaughlin, Brett McKee, Ted Melfi, Massie Minor, Becca Daniel Noyes, Joe Printz, Ivan Reitman, Danny Rubin, E. J. Rumpke, Paul Shaffer, Carol Sharks, David W. Smith, Pam Tietze, Tyler Van Aken y Naomi Watts. Y gracias a Tina Fey y a Hugh Laurie por contarme sus reflexiones sobre las carreras de Lorne Michaels y de Cary Grant (respectivamente).

En mis indagaciones me han ayudado muchas personas, bien indicándome el camino, bien avisándome con educación cuando me había internado en una senda equivocada. Muchísimas gracias también a René Auberjonois, Jon Carroll, Alex Cox, Denise Cronin, Deirdre Dod, Meryl Emmerton, Andy Fischer, Joe Fritsch, Joe Gross, David Handelman, Marjorie Ingall, Megan Kashner, Ben McGrath, Emily Nussbaum, Jennifer O’Connor, Kira Pace, Abby Royle, Alan Schwarz, Hillary Seitz, Morgan Some, Jimi Turco y Bumble Ward. Y un agradecimiento especial a Jessica Jemigan por haberme permitido, con gran generosidad, citar la entrevista en que Bill Murray narró la historia del funeral de Elvis Presley.

También debería darles las gracias a los bibliotecarios en general, pero me gustaría destacar especialmente al personal de la Biblioteca Margaret Herrick (de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas), la sede central de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, las colecciones especiales de la Biblioteca de la Universidad de California en Los Ángeles, y la sede central de la Biblioteca Pública de Brooklyn. Su ayuda ha sido inestimable.

Antes de que ni siquiera sospechara que iba a escribir este libro, entrevisté a Bill Murray para Rolling Stone y pude atisbar lo que supone tratar de localizarlo para que participe en una película: la espera de varios meses terminó cuando recibí una llamada en la que se me pedía que cogiera un avión a Toronto al día siguiente. Gracias a Sean Woods, que editó ese artículo; a Caryn Ganz y David Fear, que editaron también los siguientes textos que redacté sobre Bill para la página web de Rolling Stone; y a muchos otros editores y trabajadores extraordinarios de esta revista, anteriores y actuales, entre ellos Jason Fine, Náthan Brackett, Will Dana, Gus Wenner, Brandon Geist, Coco McPherson, Christian Hoard, Simon Vozick-Levinson, Andy Greene, Chris Weingarten, Hank Schteamer, Jason Newman, Alison Weinflash y, sobre todo, Jann S. Wenner.

Gracias a Kim Barrett, de la Weinstein Company, que trabaja en el sector del espectáculo: sin ella, la primera entrevista no se habría llegado a celebrar.

Si yo fuera Russell Ziskey, Rob Sheffield sería mi John Winger; si fuera Peter Venkman, mi Egon Spengler. Me ha hecho valiosísimos comentarios sobre el manuscrito de este libro, al igual que Bill Tipper, a quien le sobran perspicacia, ingenio y efervescencia. Gracias a su sentido del absurdo y a su valentía, James Hannaham lleva mucho tiempo siendo mi aliado en un mundo extraño. Me deja hecho polvo no vivir ya a cinco minutos de distancia de Steve Crystal, que es mi alma gemela y una inspiración continua. Robert Rossney posee un corazón generoso, una mente asombrosa y la rara facultad de mezclar montones de fichas de juegos de mesa. La amistad de todos ellos me llena de honor y gratitud.

Recordaré durante mucho tiempo la bondad y la hospitalidad de Rita Kashner y el difunto Howard Kashner, que amablemente me alojaron mientras buscaba material para este libro en el valle del Hudson. Gracias.

Me faltan las palabras para describir a mi extraordinaria esposa, Jen Sudul Edwards, pero agradeceré eternamente la alegría y el amor que aporta a mi vida. Todo mi amor para ella, para nuestros hijos Strummer y Dashiell, y para el resto de mi familia, sobre todo mis padres; también para Nick; Julian y Sharon; Miranda y Will; la tía Lis; Tim, James y Chris; Megan, Trina, Zane y Tessa; y Alex, Cynthia y Al el Grande.

Cuando llevaba el libro a medias, dejamos Los Ángeles y nos instalamos en el otro extremo del país, en Charlotte (Carolina del Norte); recorrí miles de kilómetros en coche con Rob Sheffield, una chinchilla y un didyeridú. Les estoy muy agradecido a muchísimas personas que me han ayudado a hacer de Charlotte mi nuevo hogar, como Massoud y Sherrill Shiraz, Jeff Jackson, Gillian y Mike Allen, Beth Troutman Whaley y Craig Whaley, Mike Corressell, Philip y Jody Lomac, Michael Solender, Cherie y J. D. DuPuy, Lea Harkins, Rob y Erin Janezic, Donald White, Andy Smith, Alan Michael Parker y Felicia van Bork, Jerald y Mary Melberg, Murray y Kathleen Whisnant, Ena Swansea, Jim McGuire, Kevin Lamp y la familia Pepper. También todos los empleados del Museo Bechtler de Arte Moderno, especialmente John Boyer, Shannon White y Christopher Lawing.

En el último año, rodeado de cajas sin abrir y las páginas amontonadas del manuscrito, me han inspirado una gratitud especial las siguientes personas de todo el mundo, que mejoran la vida en tantos aspectos, a veces solo por molar todo lo que molan: Luke Bailey-Wong, Melissa Bailey-Wong, Lily Burana, Shayne Bushfield, Terry Castle, Tom Castle, Nick Catucci, May Chen, Theresa Claire, Shannah Clarke, John Collins, Scraps de Selby, Steve Doberstein, Philip Farha, Julie Farman, Shary Flenniken, Ted Friedman, Karl Gajdusek, Joe Greene, Christine Street Gregg, David Gregg, Matthew Hawn, Molly Ker Hawn, Joanne Heyman, Katie Hollander, Xandra Kayden, Jason Lehmbeck, Leah Lehmbeck, Kate Lewis, Colin Lingle, Moby, Chris Molanphy, Brendan Moroney, Tom Nawrocki, Morgan Neville, Nettie Neville, Susan Schnur, Ally Sheffield, Syd Sidner, Ben Smith, Brian Smith-Sweeney, Sabrina Smith-Sweeney, Clive Thompson, Pam Thurschwell y Marc Weidenbaum.

Gracias a toda la gente que logra que el mundo se parezca un poco más a como es Bill Murray Si has llegado hasta este punto de la lista de agradecimientos, seguramente tú eres una de estas personas. No cabe duda de que esto también atañe a nuestro protagonista, el señor Bill Murray, que ha organizado su vida de tal modo que no tiene por qué molestarse y dedicarle su tiempo a proyectos como este libro, así que le doy las gracias por los ratos que ha pasado hablando conmigo, contándome secretos y explicándose. Aparte de eso, agradezco profundamente que Bill haya vivido su vida como lo ha hecho. Escribir este libro ha sido una alegría continua, porque no he dejado de descubrir una anécdota maravillosa tras otra, pero también porque estas historias me han servido de inspiración para no vivir mi vida con el piloto automático puesto. Gracias, Bill Murray.

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