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Jaime Correas
Nació en Mendoza en 1961. Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Cuyo, desde 1999 se desempeñó como director periodístico del Diario UNO, donde actualmente realiza tareas editoriales. En 2007 recibió el Premio Konex en la categoría Edición Periodística. Investigó la historia de los médicos españoles exiliados en la Argentina a raíz de la Guerra Civil, y la presencia de España en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Es autor de Historias de familias, prologado por Félix Luna (1992, reeditado en 1997), y de un texto sobre el bandolero Santos Guayama en Mitos y leyendas cuyanos (Alfaguara, 1998). Escribió sobre el fraile general José Félix Aldao en Historias de caudillos argentinos (Alfaguara, 1999, edición de Jorge Lafforgue y estudio preliminar de Tulio Halperin Donghi) y sobre Pascual Ruiz Huidobro en Revolución en el Plata. Protagonistas de Mayo de 1810 (2010). Publicó Cortázar, profesor universitario. Su paso por la Universidad de Cuyo en los inicios del peronismo (Aguilar, 2004) y, en 2011, su primera novela, Los falsificadores de Borges (Alfaguara).
© Jaime Correas, 2014
© De los textos de Julio Cortázar incluidos en este volumen: Julio Cortázar y Herederos de Julio Cortázar, 2014
© De esta edición:
Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. de Ediciones, 2014
Av. Leandro N. Alem 720 (1001) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
eISBN: 978-987-04-3632-4
Diseño de cubierta: Claudio Carrizo
© Fotografía de cubierta: Josefina Itoiz
© Fotografía de cubierta: gentileza Fernando Hocevar
Primera edición digital: agosto de 2014
Conversión a formato digital: CE
Correas, Jaime
Cortázar en Mendoza. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2014.
EBook
eISBN 978-987-04-3632-4
1. Ensayo Literario. I. Título
CDD A864
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Anexos
Cortázar elaboró para estos cursos programas que fueron impresos, seguramente con la intención de repartirlos entre los alumnos. Muchas copias quedaron en los archivos de la Facultad de Filosofía y Letras. Su lectura permite visualizar su perfil como profesor y la desusada erudición que lo caracterizaba.
Félix Grande, director de Cuadernos Hispanoamericanos .
Graciela Maturo o Graciela de Sola; véase nota 4 al capítulo “Lida Aronne y la ‘versión justa’ de Rayuela ”.
Alusión al célebre “Caso Padilla”, que dividió las aguas con respecto a la Revolución cubana entre la intelectualidad mundial y sobre todo latinoamericana, cuando, en 1971 el poeta Heberto Padilla fue encarcelado y luego liberado por el régimen. El debate internacional incluyó dos cartas abiertas de intelectuales dirigidas a Fidel Castro. Junto a nombres como el de Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes, Julio Cortázar firmó la primera, que pedía explicaciones sobre aquel encarcelamiento, pero no la segunda, que implicó una virtual ruptura de los firmantes con la Revolución.
Emmanuèle es el nombre de la clocharde con la que se encuentra Oliveira en el capítulo 36 de Rayuela . En Aronne Amestoy, Lida (1972), página 74, puede leerse: “La experiencia de la clocharde es el primer acto fecundo de Oliveira en la novela. (Notemos que el nombre de la clocharde —Emmanuèle— alude simbólicamente a la salvación.) En ese acto asoma la veta social de Julio Cortázar. Un vuelco amoroso hacia los estratos más bajos de la sociedad y del hombre funciona indefectiblemente como depurativo. En la entrega de Oliveira hay algo de acto propiciatorio —como si a través de su aceptación amorosa de la miseria humana él estuviera purgando la alienación, la falacia, el egoísmo de toda la burguesía”. Nótese que el escritor le aclara a su crítica que él nunca pensó en ese sentido simbólico que ella atribuye al nombre de la clocharde .
Se refiere al suicidio de Alejandra Pizarnik, del que se enteró a través de Graciela Maturo.
Véase nota 5 al capítulo “Lida Aronne y la ‘versión justa’ de Rayuela ”.
Como en otras cartas de principios de año, Cortázar equivoca la fecha. En realidad esta carta es de enero de 1973.
A Adriana, porque siempre la encuentro.
A Paloma, Victoria y Francisco,
para que siempre me encuentren.
Como otras veces, hubiera podido entrar en la Argentina por vías más cómodas y rápidas. En cambio tomé el Trasandino para acercarme despacio, saboreando el paisaje, co mo quien se demora en comer un durazno. Y te busqué, Mendoza, porque te quiero desde muy lejanos tiempos, desde una juventud que se niega a morir en vos y en mí como si veintiocho años no hubieran pasado por tus calles o por mi cara. Y sos la de siempre, me das otra vez el rumor del agua de la noche, el perfume de tus plazas profundas. Para un viajero del mundo que siempre llevó consigo a su Argentina y trató de decírselo con libros, qué recompensa me das hoy, Mendoza, puerta de mi casa, amiga fiel que me sonríe.
Julio Cortázar, diario Los Andes , Mendoza, 1973.
Este libro es muchos libros
Igual que tantos otros jóvenes, leí con entusiasmo los libros de Julio Cortázar a fines de los años setenta y principios de los ochenta. Ya cursando la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Cuyo, se me cruzó un dato increíble: el autor de esos textos perturbadores había dado clases allí. Dos de mis profesoras, incluso, habían sido sus alumnas. Imaginé entonces que debían de quedar huellas.
En 1984, cuando murió el escritor, unos amigos periodistas del desaparecido diario Mendoza , conocedores de mis lecturas, me pidieron que escribiera un artículo sobre él y su paso por nuestra provincia. Ése fue el primero de mis trabajos en estos treinta años de periodismo.
A lo largo de ese tiempo, Cortázar se me siguió apareciendo, una y otra vez, en circunstancias vitales. ¿Sería posible remontarme hasta el momento de su estadía mendocina y encontrar a aquel Cortázar? Un poco a la manera de Horacio Oliveira en Rayuela , me formulé, a modo de talismán, esa primera pregunta.
La investigación que entonces emprendí estuvo siempre alentada por el espíritu del coleccionista y no por el afán del estudioso. Mientras iban surgiendo los datos, los testimonios, las cartas, las fotos, los documentos, sólo pensaba en juntar piezas de un rompecabezas: sin ningún objetivo, sólo para mí.
Así se fueron engrosando las carpetas. Pero el verdadero tesoro se inauguró con el hallazgo de las cartas de Cortázar a Sergio Sergi y a su mujer, Gladys Adams, de las que cada uno de sus hijos, Fernando y Sergio Hocevar, guardaba una parte. La primera tarea de reconstrucción consistió en reunir esa correspondencia en una única serie.
Tiempo después, y ya en contacto con Aurora Bernárdez, esas cartas volaron hacia París para sumarse a los tomos de la correspondencia que se publicó por primera vez en el año 2000. Era un modo de hacerle justicia a Sergio Hocevar (Sergi era su seudónimo) y darle el lugar que le correspondía en la biografía cortazariana. Pero el contacto con esas cartas no llegó solo. Fernando Hocevar tenía en su poder, además de las maravillosas fotos del viaje de Cortázar a Mendoza en 1973, una copia del libro La otra orilla, que Gladys Adams mecanografió a pedido del autor. Ella misma conservó un juego, posiblemente el único además del que Aurora Bernárdez tenía en Francia con los papeles del escritor. Allí se encuentra uno de los relatos más famosos de Cortázar, “Casa tomada”, que integraría su primer volumen de cuentos publicado, Bestiario (1951). A tal punto se identifica ese relato con Bestiario , que ni aun en Cuentos completos/1 , donde Alfaguara incluyó por primera vez el resto de La otra orilla , se establece conexión alguna entre “Casa tomada” y aquel libro anterior, hasta entonces inédito. Su primera pertenencia a La otra orilla permite fechar el cuento y establecer una nueva serie de conexiones entre su origen y las vivencias mendocinas. También, y como suele suceder en estas pesquisas, un dato que tenía ante mis ojos desde 1994 sólo reveló más tarde su importancia: el grabado “Casa vieja”, de Sergio Sergi, pudo haber sido, como me dijo su hijo Fernando Hocevar, la fuente inspiradora de ese cuento. O al menos de la pesadilla que, según su autor, dio origen al relato.