I. Cosmogonía olmeca
PERIODO FORMATIVO MEDIO
(1200-600 A.C.)
EN ESTA ÉPOCA APARECE EN EL CORAZÓN DE LA REGIÓN OLMECA, AL SUR DE VERACRUZ Y NORTE DE TABASCO, LO QUE LOS ARQUEÓLOGOS LLAMAN “CENTRO CEREMONIAL”: UN ÁREA BIEN DEMARCADA EN EL TERRITORIO, INTEGRADA POR PALACIOS, TEMPLOS, CANCHAS PARA EL RITO DEL JUEGO DE PELOTA, ESCULTURAS MONUMENTALES, ESTELAS, OBJETOS CEREMONIALES, ETCÉTERA. Estos testimonios, así como el medio natural que les rodeaba, se pensaban imbuidos de fuerzas vitales interconectadas, que actuaban sobre el medio natural y humano, una concepción peculiar de las prácticas chamánicas.
FIGURA 1. A) Cosmograma primordial olmeca. En esta pequeña placa procedente del estado de Guerrero, el genio olmeca sintetizó una cosmovisión que se propagó por el mundo mesoamericano. En los bordes se observan las cuatro direcciones y las cuatro esquinas del cosmos. En la parte baja de la figura se ve la Primera Montaña coronada por un árbol cósmico (una planta de maíz), con cuatro granos de la misma planta a los lados. Los cuatro granos simbolizan las cuatro direcciones o rumbos del cosmos; la planta de maíz hace la quinta, el axis mundi, el centro del que brota el árbol cósmico. Dibujo basado en Schele “The Olmec…”, fig. 11 a. B) La barra y los cuatro puntos direccionales olmecas. C) Dios olmeca del maíz con barra en la boca y cuatro semillas o mazorcas de maíz en los extremos. Figuras tomadas de Taube y Saturno, “Los murales de San Bartolo…”, figura 7 a y b.
Los diferentes pisos y regiones de este cosmos estaban regidos por oposiciones duales y por relaciones que comunicaban unos niveles y regiones con otros, cada uno dotado de fuerzas y cualidades propias en interacción constante. En esta cosmología el mito y los entes sobrenaturales estaban unidos con los fenómenos naturales. Según este pensamiento el cosmos olmeca surgió de las aguas primordiales, donde flotaba una suerte de cocodrilo, el llamado “Dragón olmeca”, que los dioses creadores partieron por la mitad, dividiéndolo en dos partes: la superior formó el cielo y la inferior la superficie terrestre (fig. 2).
FIGURA 2. Monumento 6 de La Venta que representa al dragón terrestre. Foto tomada de Reilly, “Art, Ritual…”, p. 35, fig. 12.
David Joralemon advirtió que la representación del “Dragón olmeca” está compuesta por partes de seres humanos y de diversos animales; tiene patas, sus manos se hibridan con la garra del felino y el ala del pájaro. La gran boca de esta criatura es un portal entre la parte natural y la sobrenatural del cosmos, una puerta que se abre en el área terrestre y permite viajar al inframundo, del mismo modo que las cuevas de la tierra llevan a las profundidades del piso inferior.
El espacio celeste es el mundo de los astros, el viento, el relámpago y la lluvia, los elementos que hacen germinar la vida en la Tierra. Para los mesoamericanos este espacio estaba estrechamente vinculado con el inframundo, constituía una dualidad, una relación entre fuerzas cuya oposición y complementariedad eran esenciales para el orden cósmico. Esta parte del cosmos también se representaba por seres de naturaleza híbrida, tales como el “Dragón olmeca del cielo” (fig. 3).
FIGURA 3. “El Dragón olmeca del cielo” en el monumento 5 de Chalcatzingo. Foto tomada de Reilly, “Art, Ritual…”, p. 36, fig. 19.
En esta figura fantástica sobresale el símbolo de la cruz en su lomo, que representa el espacio celeste y que suele acompañar a los gobernantes, junto al “dragón” terrestre, para significar su dominio de los espacios fundamentales. En el centro ceremonial de La Venta (1000-600 a.C.) plasmaron una visión perdurable del origen del cosmos y su conformación cuatripartita unida por el eje cósmico del centro. La alta pirámide que se eleva en el centro ceremonial es una réplica de la primera montaña que surgió de las aguas primordiales el día inaugural del cosmos. Esta colina, que los mayas llamaron Yax Hal Witz, Primera Montaña Verdadera, y los nahuas Tonacatépetl, el Cerro de los Mantenimientos, fue el símbolo del surgimiento de la Tierra y de la creación de sus tres niveles (inframundo, superficie terrestre y espacio celeste) (fig. 4).
La cosmogonía narra cómo el caos inicial fue suprimido por el surgimiento de un cosmos ordenado que tuvo sus inicios al efectuarse la separación entre el cielo y la tierra, y concluyó con la creación de diversas partes con entidad propia pero interrelacionadas entre sí. Al igual que las cosmogonías de otras culturas antiguas, las mesoamericanas estuvieron dominadas al principio por la violencia incontrolable del caos y por el choque catastrófico de sus partes. Este periodo caótico concluyó con la aparición de los dioses creadores y la organización del mundo en tres niveles verticales y cuatro regiones orientadas a los rumbos cardinales, centradas por el árbol cósmico. y pervivió más adelante en todas las culturas que florecieron en Amerindia. La figura 5, que muestra el ordenamiento monumental del centro ceremonial de Izapa es, como en el caso de La Venta (fig. 4), una réplica en piedra del ordenamiento del cosmos y de los dioses que protegían sus diferentes ámbitos.
FIGURA 4. Vista de la parte norte de La Venta, donde destaca la pirámide central. A su izquierda se ve el lugar donde estaban sembradas las dos estelas con la efigie del dios del maíz, y la estela 5, con la escena donde se ve a un gobernante con el cetro de mando en la mano izquierda. A la derecha se ve el patio hundido y el área donde se depositaron las grandes ofrendas de piedra verde, con la figura del dragón olmeca, hundidas en la tierra. Imagen tomada de Florescano, Los orígenes del poder en Mesoamérica, p. 107, fig. III.14.
La cosmogonía olmeca tuvo su mejor representación en el dios olmeca del maíz porque a éste se le atribuyó la vida de los seres humanos, el ordenamiento del cosmos y el principio de la civilización (fig. 6). Alfonso Caso y Miguel Covarrubias postularon que los olmecas fueron quienes originaron la cultura madre mesoamericana en la famosa Segunda Mesa Redonda Maya y Olmeca, organizada en 1942 por la Sociedad Mexicana de Antropología. Más tarde Michael D. Coe, Karl Taube y otros autores hicieron contribuciones decisivas que iluminaron la figura del dios olmeca del maíz y su diversa y extensa iconografía, como se verá en la segunda parte.
FIGURA 5. Esquema del Grupo B del centro ceremonial de Izapa, con sus principales monumentos y estelas, según Julia Guernsey. Foto tomada de Guernsey, Ritual and Power…, p. 38, fig. 2.27.
FIGURA 6. Representación del dios del maíz olmeca. Foto tomada de Taube y Saturno, “Los murales de San Bartolo…”, p. 289, fig. 1 a-f.