CAPÍTULO III
La mitología prehelénica: el panteón egeo ~ Hesíodo y la Teogonia: la formación del panteón clásico ~ La formación del mundo y el nacimiento de los dioses: Caos y Gea. Urano y Gea. Los Uránidas: Titanes, Cíclopes y Hecatonquiros o Centimanos ~ Cosmogonías órficas
La mitología prehelénica: el panteón egeo
Sabido es que con anterioridad a la formación de la civilización propiamente griega floreció una cultura mediterránea con centro en la isla de Creta. Esta cultura del Egeo, conocida bajo el término «minoica», comenzó a manifestarse hacia el III milenio alcanzando su apogeo hacia el año 1600 a.C., fecha tras la cual se desarrolló la civilización micénica ya en la Grecia continental. Su decadencia, hacia el siglo XII, fue debida a la invasión doria.
En la civilización egea, como en los pueblos de aquellas fechas y latitudes, la religión ocupó un lugar preponderante. Hoy en día, la investigación no ha proporcionado suficientes datos para conocer este comportamiento social, religioso y cultural. Podemos pensar que, como ocurre en otros pueblos, la primera forma religiosa fue el fetichismo, con un culto a las piedras sagradas, columnas, a las armas —en especial la doble hacha—, a los animales y a los árboles.
Posteriormente, tras el nacimiento de una visión antropomórfica de la divinidad, nacerá el panteón cretense y, por derivación, los mitos. Es curioso notar la huella que Creta dejó en los mitos propiamente griegos. Debemos recordar sobre el particular el nacimiento de Zeus en esta isla y su educación, la fábula del toro y Europa, la leyenda de Minotauro, etc. Muy probablemente, con la invasión continental micénica, los mitos cretenses adoptaron otro carácter e incluso llegarían al olvido.
La Gran diosa
Como fuera común en otras civilizaciones asiáticas, la divinidad principal era femenina, la denominada Gran diosa o Madre universal. Esencialmente es imagen de la fecundidad tanto en la fauna como en la flora y en la humanidad. Su dominio es el Universo pues es señora de la Vida y de la Muerte. Suele representarse de pie o en cuclillas, desnuda o vestida como las mujeres de época con el busto completamente desnudo o tapado con un corpiño que deja ver sus senos. Representaciones han llegado en diferentes sellos o anillos de oro como el titulado Ofrenda a la Gran diosa. Sentada al pie del árbol sagrado, la diosa, de desnudo seno, lleva en sus manos flores de adormidera, recibe en homenaje flores análogas que le ofrecen mujeres y muchachas. Al fondo de la escena se aprecia el hacha de doble filo que ya señalamos (Anillo de oro. Atenas. Museo Nacional). También son conocidas diosas o sacerdotisas que portan serpientes en su mano (quizá en referencia a la eternidad o a la naturaleza) que aparecen vestidas con un largo faldellín, pero dejando al descubierto el pecho y ceñida su cintura de manera excesiva conformando el llamado «talle de avispa», característico en todas las representaciones humanas del mundo cretense (Museo de Candia. Museo de Heracleión).
Esta diosa parece que fue conocida con el nombre de Rea, divinidad que posteriormente se asociaría a la teogonía griega. Otras divinidades minoicas que conocemos corresponden a Dictina y Britomantis, que de igual manera tendrán su correspondiente en las historias griegas. Dictina pudo asociarse a la divinidad del monte Dicte, en Creta, considerado como lugar de nacimiento de Zeus. Britomantis fue entendida como hija de Zeus y se relaciona con la figura de Dictina. Minos, rey de Creta, se enamoró de Britomantis, pero la doncella cazadora huyó corriendo durante nueve meses. Para escapar definitivamente de Minos se tiró al mar; la joven fue a parar a las redes de un pescador, de ahí su nombre Dictina —diosa de la red —. Artemis (Diana) recompensó su castidad e incluso los griegos la llegaron a convertir en la Artemis cretense.
El dios
Asterio —el estrellado— es el epíteto que ha llegado para conocer a este dios que fuera asociado a la Gran divinidad femenina y que, al parecer, estuvo sometido a ella. Su figura quedará en la leyenda griega pues a Asterión se le conoce como el rey de Creta que se casó con Europa después de que fuera seducida por Zeus. Incluso se consideró al legendario rey como imagen del propio Zeus.
Este dios tuvo una particularidad notable, pues se le representó como una mezcla entre humanidad y animalidad. Así, en muchas ocasiones, fue el toro imagen de la divinidad como símbolo de fuerza y energía creadora (Cabeza de toro. Museo de Candia).
Hesíodo y la Teogonía: la formación del panteón clásico
El panteón griego, como hemos precisado, quedó conformado a partir de la época homérica. En los textos del siglo VIII a.C. que fueran escritos por el poeta ciego, la Ilíada y la Odisea, los dioses adquieren su fisonomía característica, sus atributos tradicionales y sus historias consagradas. Pero Homero nada dice de su origen, se limita a precisar que Zeus es hijo de Crono e insinuar que Océano y Tetis fueron los hacedores de los dioses.
Debemos recurrir a la señalada sistematización de Hesíodo y su Teogonía para conocer el origen de las divinidades. El texto será de gran importancia ya que añade notables aventuras de tales dioses, su filiación e incluso habla de la formación de Universo. Por lo tanto da cuenta tanto de una teogonía como de una cosmogonía, es decir, una visión del origen de los dioses y del universo forjada a través de la imaginación. Por otra parte, la teogonía helena estuvo en relación con planteamientos de otras culturas próximas en el espacio, pues su cosmogonía fundamentada en la mutilación de un dios cosmócrata por su hijo que trata de sucederle mediante este recurso constituyó el tema dominante en otras culturas, como lo fueron la cananea o la hitita. Muy probablemente Hesíodo conociera esta tradición oriental.
Dentro de una concepción general del panteón clásico vamos a establecer algunas de sus características precisas que van a definir su comportamiento:
Los dioses griegos se presentan insertos en una sociedad divina que es, en su planteamiento general, plenamente humana, una clara sociedad patriarcal. Esta agrupación familiar, aunque expuesta con mayor claridad que en ninguna otra cultura, no es enteramente original griega, ya que en Egipto y en el Próximo Oriente se presenta a la familia de origen divino que se reparte todos los poderes.
Sus componentes estarán enmarcados en un claro esquema genealógico, siendo éste el esquema que, como se ha dicho, definirá el tratado tanto de Hesíodo como los escritos ya citados y atribuidos a Apolodoro.
Las divinidades son eternas, es decir, son para siempre, no conocen la muerte pero sí tuvieron un origen preciso. Viven en una eterna juventud.
El discurrir del mito tratará de presentarnos la victoria del bien sobre el mal, el cosmos, el orden del universo frente a toda alteración. El dominio final de Zeus no es otro sino el establecimiento del reino de la justicia mediante el ejercicio de su poder. La Teogonía de Hesíodo mantiene este propósito esencial: La formación del dominio divino en un todo que ha sido ordenado para el establecimiento esencial y justo del Padre de los dioses, Zeus. Y es este mundo de la Justicia alcanzado por los dioses el que debe reflejarse en el medio humano.
En el desarrollo de las generaciones divinas que vamos a comentar observaremos que culminan en la llamada «segunda generación», es decir, en el Triunfo de Zeus, de los dioses conocidos como los Olímpicos o Crónidas, hijos de Crono-Saturno. En esta última edad divina, se le presentará como «Padre de los dioses y los hombres», y no porque sea el progenitor de todos ellos, sino porque su poder le confiere esa autoridad patriarcal dominadora incluso del conjunto de divinidades olímpicas: Hera, Poseidón, Deméter, Atenea, Apolo, Artemis, Afrodita, Ares, Hefesto, Hestia, Hermes y Dioniso.