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Ser alemán: el peso más íntimo de la historia de Occidente y cargar lo hecho sobre las espaldas.
Introducción
Necesidad de revisar una tesis
Leo Strauss, Hannah Arendt, Karl Löwith, Hans Jonas, Emmanuel Levinas, Werner Brock, Elisabeth Blochmann, Wilhelm Szilasi, Mascha Kaléko y Paul Celan eran judíos con los que Heidegger se encontró, y este era para ellos un maestro, un admirador, un amante, un pensador venerado, un protector. Se ha constatado con frecuencia que Heidegger como filósofo y profesor universitario atrajo en los años veinte a «jóvenes judíos» No obstante, hubo una aproximación. El regreso de Arendt a Alemania a principios de los cincuenta era también un retorno a Heidegger.
Sin duda hubo irritaciones. Jacques Derrida, también de origen judío, en un pequeño texto con el título «El silencio de Heidegger» habló de una «herida del pensamiento», del «silencio en relación con Auschwitz después de la guerra». Es más, el silencio, el ocultar, es para él una actitud filosófica. ¿Habló Heidegger sobre Auschwitz en los encuentros personales, o por lo menos en los íntimos? No hay ningún testimonio que se refiera a esto. Hay en todo caso un poema para Hannah Arendt, un único testimonio que habla de un «peso». Este poema, ¿cuánto pesa?
Las irritaciones no condujeron a que Heidegger fuera inculpado de antisemitismo. Rüdiger Safranski, en su influyente biografía, había afirmado decididamente que Heidegger no fue ningún antisemita. Esta es la opinión que ha predominado hasta ahora. Está vigente la importante tesis apologética: ciertamente Heidegger se adhirió al nacionalsocialismo, por más o menos tiempo según las opiniones, pero no fue un antisemita. Su biografía, ¿no habla en contra de que lo fuera? ¿Podía ser antisemita el que vivía tan espontáneamente con judíos e incluso tenía una «amante judía»?
Era y es antisemita lo que, por causa de rumores, prejuicios y fuentes pseudocientíficas (referentes a teoría de las razas o racistas) se dirige afectiva y (o) administrativamente contra judíos y conduce: a) a la difamación; b) a una imagen general del enemigo; c) al aislamiento (prohibiciones profesionales, guetos, campamentos); d) a la expulsión o la emigración; e) a la aniquilación (pogromos, aniquilación en masa, campos de concentración). Hoy ha de considerarse como antisemita además lo que pretende caracterizar a los judíos «como tales». De hecho, por una parte, no es fácil separar los distintos niveles y, por otra, considero problemática la hipótesis de que una difamación verbal deba terminar en el holocausto.
La mirada a Heidegger trae una faceta nueva, desconocida hasta ahora: el filósofo, en un determinado tramo de su camino, abrió su pensamiento a un antisemitismo que puede designarse como un «antisemitismo radicado en la historia del ser». Según veremos, no parece que haya en esto ninguna duda. Pero todo depende de lo que entendamos por un «antisemitismo radicado en la historia del ser». La primera intención de las reflexiones que siguen es desarrollar una sensibilidad para este concepto.
La introducción del concepto ha de basarse en una reflexión sólida, pues es evidente que pueden producirse consecuencias catastróficas. El antisemita está liquidado moral y políticamente, sobre todo después del holocausto. La sospecha de antisemitismo podría afectar con gran violencia a la filosofía de Heidegger. ¿Cómo puede ser que uno de los filósofos más grandes del siglo XX no solo abogara por el nacionalsocialismo, sino que además defendiera el antisemitismo? No será fácil responder a la pregunta. Esta estigmatiza el pensamiento de Heidegger y nos sitúa ante un enigma.
Y con ello se abre paso la pregunta ulterior acerca de si y en qué medida el antisemitismo de Heidegger contamina la filosofía en su conjunto. ¿Hay una ideología antisemita que se ha posesionado del pensamiento de Heidegger, hasta tal punto que debamos hablar de una «filosofía antisemita»? En consecuencia, ¿habremos de distanciarnos de esta filosofía, pues no hay ni puede haber una «filosofía antisemita»? Si la respuesta fuera afirmativa, después de decenios ¿habríamos de reconocer que el pensamiento de Heidegger no puede tratarse de una «filosofía», y tampoco de un «pensamiento», y que allí hay más bien una tremenda confusión? La respuesta a esta pregunta es negativa. Pero no es fácil el camino hasta llegar a ella.
El concepto de «contaminación» es importante, para lo que sigue, de una manera específica. El antisemitismo, que invade determinados pasajes de los Cuadernos negros, contamina, toca a la vez otras cosas. La consecuencia es que pensamientos entendidos hasta ahora como neutrales puntos de vista teóricos aparecen bajo otra luz. Esto sucede porque la contaminación ataca los márgenes de pensamientos, los disuelve, los difumina. Con ello se tambalea la topografía del pensamiento de Heidegger. La interpretación tiene que plantearse esta inseguridad. Habrá que contestar a la pregunta de hasta dónde llega la contaminación y cómo se le pueden poner límites.
El predicado «antisemita» es especialmente peligroso, pues en la mayoría de los casos es usado de tal manera que implica una complicidad ideológica con el holocausto. ¿Conducen a Auschwitz todos los caminos del antisemitismo? No. La etiología de un genocidio resulta siempre problemática, pues es ambigua. Las manifestaciones de Heidegger sobre los judíos no pueden enlazarse con Auschwitz. De todos modos, aunque no hay ningún indicio de que Heidegger defendiera «la muerte en masa de los judíos planificada por la administración» (Hannah Arendt), por más que no hay ninguna prueba de que supiera qué sucedía en los campos de aniquilación, nunca puede excluirse por completo que él considerara necesaria la violencia contra los judíos. Un pensamiento más allá del bien y del mal sigue sus propios nexos necesarios. Este resto de posibilidad es el veneno que actúa en determinadas manifestaciones de Heidegger.
Las manifestaciones desconocidas hasta ahora se encuentran en los llamados Cuadernos negros , una designación creada y usada por el mismo Heidegger para referirse a 34 cuadernos negros «en tela encerada», en los que, entre 1930 y 1970 aproximadamente, dio a su pensamiento una forma singular. En su mayor parte tienen encabezamientos sencillos como «Reflexiones», «Anotaciones», «Cuatro cuadernos», «Señas» y «Provisionales». Los títulos «Vigilias» y «Nocturnos» no son usuales ni en el contexto de los Cuadernos negros , ni en la obra conjunta de Heidegger. Todos los cuadernos llevan cifras romanas. El conjunto de los cuadernos no se ha conservado completamente, faltan las «Reflexiones I », el primer cuaderno en general. Desconocemos lo que ha sucedido con los esbozos que faltan.
La serie sucesiva de los números romanos no reproduce con exactitud la cronología de su aparición. En parte Heidegger trabajó de modo simultáneo en varios cuadernos. Puesto que solo en pocos lugares pueden encontrarse correcciones y las anotaciones de ningún modo se presentan en forma aforística, no cabe suponer que estas fueran escritas directamente en el cuaderno. Sin duda existieron trabajos previos que, sin embargo, no se han conservado. De ahí se deduce que los textos en cuestión no son meros apuntes privados o simples notas. Se trata de estudios filosóficos elaborados.