Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo (1581-1635): vida y desventura
La vida de Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, como la del propio don Diego de noche, transcurre íntimamente ligada a la ciudad de Madrid, otorgado por el fraile agustino Juan González de Mendoza con el fin de cobrar lo que le debían y lo que venía a él consignado en las flotas ultramarinas; sabemos también que su madre provenía de una familia acaudalada con varias casas en el popular barrio madrileño de la Morería Vieja, aportadas luego como dote en su casamiento. Por la información biográfica que provee nuestro propio autor a través de la figura del caballero don Rodrigo Alfonso en el Plato IV de su obra póstuma Coronas del Parnaso yPlatos de las musas (1635), se han podido vislumbrar aspectos de su vida que apenas eran conocidos; así, parece ser que los Salas procedían de linaje montañés, con raíces en Castilla la Vieja pero también en Andalucía y La Mancha, y que el padre había emigrado de joven al Nuevo Mundo, volviendo a Madrid tras experimentar «varia fortuna», añadiendo, además, que
[B]ajaron mis mayores (como los demás nobles) a redimir a España de la tiranía de los Moros, de aquellas Montañas, donde se recogieron para salir con mayor ímpetu; y habiendo dado junto a la Reina de las ciudades de Castilla (la gran Burgos) nombre con su apellido a dos pueblos, nombre que hoy le retienen, y conservan, bien que la población (con las mudanzas de la edad) se ha reducido a cortísimo número, hicieron asiento ellos, donde pasaron con lustre y decoro, de generación en generación sin número....
Es este un testimonio que encaja a la perfección con la retórica de estos parnasos en los que, junto al elogio o sanción del trabajo ajeno, se solían intercalar breves apuntes sobre los méritos del que los escribía; por ello un texto de este tipo resulta muy valioso al acercarse a un autor cuidadosamente camuflado en diferentes máscaras narrativas, y de una trayectoria vital todavía llena de lagunas para el crítico, ya que, «tratándose de uno de nuestros más originales y meritorios escritores de la buena época» —Cotarelo dixit— «todos los pormenores biográficos son de gran interés y utilidad».
La infancia y adolescencia de Salas transcurren en su casa de la Morería Vieja, en el confort de una familia carente de apuros económicos hasta la muerte del padre en 1603. Nuestro escritor cursa en Madrid sus primeros estudios, e ingresa en 1598 en la Universidad de Alcalá de Henares matriculándose en filosofía y derecho canónico, pero parece abandonar las aulas dos años después coincidiendo con el traslado temporal de la Corte en 1601 a Valladolid; allí cultivará, como veremos, importantes amistades, y allí empezará a hacer sus primeros pinitos como versificador. Al volver a Madrid en 1606 termina su educación, en unos meses en que parece mostrar ya un cierto interés por materias como la cosmografía; así se aprecia en Tratado poético de la esfera (1609). Pero lo cierto es que, tanto la parte hagiográfica de este poema temprano, en la cual resuena lo pastoral, lo caballeresco e incluso lo sobrenatural, como la que da cuenta de la afición del madrileño por la astrología y la astronomía, resultan ser de lo más mediocre de su legado. Se trata, de hecho, de una composición que ha tenido escaso eco no solo en el canon poético áureo, sino también en el de los estudios sobre la obra general del madrileño, mucho más acertado en la sátira que en el verso heroico o hagiográfico.
La segunda década de siglo atestigua una serie de cambios importantes en la vida de los Salas, incluyendo también en la de nuestro escritor. Las estrecheces económicas hacen que su madre tenga que hipotecar (1610) y luego vender (1613) sus casas por la suma de siete mil reales, mudándose a la calle de la Flor, en casa de Doña María de Coronel. En 1614, Alonso Jerónimo vive ya en la calle San Bernardo; sabemos también que se mudará a la calle de las Beatas (casas de Antonio González, buhonero) antes de 1620, y que vivirá hasta su muerte en la calle Toledo, acompañado de su hermana Magdalena, a quien se nombra erróneamente como esposa en el elogio que prologa Coronas del Parnaso. Será este un barrio tan bohemio y jaranero como tranquilo y discreto, surgido en la ampliación de los años setenta del siglo XVI , creciendo entre la carrera de San Jerónimo, la calle de Atocha y el Prado de san Jerónimo, y subiendo en cotización en los años treinta del siglo XVII al inaugurarse en sus cercanías el Palacio del Buen Retiro.
En este Madrid Salas convive con plumas de la talla de Lope de Vega.
Pese a heredar los negocios familiares junto a su hermano Diego, Alonso —nombrado en algunos documentos notariales como «Licenciado Jerónimo»— comienza a dar muestras ya desde los primeros compases de siglo de que su verdadero interés no radica en la administración de bienes, sino más bien en la escritura de ficción. Ese continuo gravitar hacia la pluma y la vida bohemia de poeta se celebra en las líneas dedicadas al personaje Alonso de Casa del placer honesto: «Don Alonso era en el verso y en la prosa ingenio luzido en la opinión vniversal por muchas obras impressas, conocido y admirado por la facilidad que tenía en dezir versos de improviso». Y se rememora, al final de su vida, en el ya citado Coronas del Parnaso y Platos de las musas, cuando a través del personaje don Rodrigo Alfonso explica a Apolo las razones que le impulsaron a abandonar sus estudios:
[P]orque tú, o grande Apolo, me llamabas muchas veces para hacerme tuyo, y aun me decías, arrebatándome con tan dulce cuanto imperiosa voz, «ven, ven conmigo. ¿Qué dudas? ¿Qué temes? Quiero que seas uno de mis mayores cortesanos. Grandes premios de fama y gloria se deben a tu posteridad. Vivirás con fatigas y escasa fortuna, mas la senda de la virtud siempre fue estrecha». Obedecite, y aunque se me han seguido continuos trabajos y molestias […] nunca pude arrepentirme de tan gloriosa elección.
Su testimonio personal nos resulta enormemente útil como documento histórico, ya que constituye una crónica muy sintomática de la Castilla del siglo XVII y, en concreto, del Madrid del tercer y cuarto Felipe; es, en cierta forma, baremo preciso de las desigualdades sociales y económicas de la época que le tocó vivir, fijadas en la escritura desde una perspectiva humorística en unas ocasiones, desencantada en otras. Lo que permanece, sin embargo, es un interesantísimo legado de cuya faceta como narrador la novela Don Diego de noche será uno de los ejercicios formales más interesantes y de lectura más estimulante.
Durante estos años iniciales Salas Barbadillo comienza entonces a cimentar su prestigio en el campo literario del Madrid de Felipe III, que para entonces dominaba Lope de Vega. Es además cofundador de la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento, conocida también como Congregación de Esclavos del Oratorio del Olivar, a la que también pertenecieron Lope, Cervantes, Espinel y otros muchos talentos de la época.