Primera edición: septiembre 2010
© Santiago Posteguillo, 2008
© Ediciones B, S. A., 2010
© Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
© www.edicionesb.com
ISBN: 978-84-666-4551-5
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
A Lisa, por todo
y, por encima de todo,
por Elsa
Agradecimientos
Gracias a todos los grandes historiadores clásicos y modernos por sus magníficos tratados y monografías sobre la antigua Roma sin cuya información esta obra nunca habría sido posible. Gracias a todo el equipo de Ediciones B, por la ilusión que han puesto en esta novela y su continuación; gracias en especial a Faustino Linares, Lucía Luengo, Verónica Fajardo, Carmen Romero y al magnífico equipo de diseño gráfico. También quiero agradecer a los comerciales de la editorial su esfuerzo en la distribución de Africanus para que el libro llegue cada vez a más sitios. Y muy en particular tengo que agradecer a todos aquellos lectores que bien mediante mensajes en mi página web, bien con mensajes en diferentes foros de Internet, me han animado a seguir escribiendo. Sus comentarios, en su mayoría elogiosos, en ocasiones críticos, pero siempre revestidos de un gran respeto, son el mayor estímulo que un escritor puede encontrar especialmente en aquellos momentos de desfallecimiento que, inexorablemente, aparecen durante la creación de una obra de esta envergadura.
Gracias a mis padres por quererme tanto y por aficionarme a la lectura y a mi familia por estar siempre conmigo. Y gracias a mis amigos por entenderme y apoyarme: A Salva por leerse y corregir con minuciosidad una primera versión de esta novela y animarme a que luchara por que esta obra se publicase, a José Javier, por no tomarme por loco mientras escribía (él sabe lo valioso de su opinión a este respecto pues es psiquiatra), y a Emilio y Pepe por resistir con paciencia (y alguna cerveza) mis interminables historias sobre la segunda guerra púnica con un apreciable interés.
E infinitas gracias a mi mujer por creer en mí primero como compañero y luego como escritor, creyendo en esta novela desde un principio, leyéndose, capítulo a capítulo, cada pedazo de la misma, sin desfallecer y con paciencia. Y un agradecimiento muy especial a nuestra pequeña hija Elsa, por comer bien, dormir mucho y llorar muy muy poco durante los meses finales de edición y corrección de las pruebas de esta obra de entretenimiento titulada Africanus, el hijo del cónsul .
Ingrata patria, ne ossa quidem mea habes
[Patria ingrata, ni siquiera tienes mis huesos.]
Epitafio en la tumba de Escipión, el Africano
M. V ALERIUS M AXIMUS , 5, 3, 2 B
Proaemium
A finales del siglo III antes de Cristo, Roma se encontró al borde de la destrucción total, a punto de ser aniquilada y arrasada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Ningún general de Roma era capaz de doblegar a este todopoderoso enemigo, genial en el arte de la guerra y hábil político, que llegó hasta las mismas puertas de la ciudad del Tíber, habiendo pactado con el rey Filipo V de Macedonia la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre las otras dos potencias mediterráneas: Cartago y Macedonia. La historia iba a ser escrita por los enemigos de Roma y la ciudad de las siete colinas no figuraría en ella, no tendría espacio ni en los libros ni en los anales que habrían de rememorar aquella guerra, aquel lejano tiempo; Roma apenas representaría unas breves líneas recordando una floreciente ciudad que finalmente sería recluida a sus murallas, sin voz en el mundo, sin flota, sin ejército, sin aliados; ése era su inexorable destino hasta que o bien la diosa Fortuna, o quizá el mismísimo Júpiter Óptimo Máximo o el puro azar intervinieron en el devenir de los hombres y las mujeres de aquel tiempo antiguo y surgió un solo hombre, alguien inesperado que no entraba en los cálculos de sus enemigos, un niño que habría de nacer en la tumultuosa Roma unos pocos años antes del estallido del conflicto bélico más terrible al que nunca se había enfrentado la ciudad; alguien que pronto alcanzaría el grado de tribuno, un joven oficial de las legiones que iniciaría un camino extraño y difícil, equivocado para muchos, que, sin embargo, cambió para siempre el curso de la historia, que transformó lo que debía ocurrir en lo que finalmente fue, creando los hechos que ahora conocemos como la génesis de un imperio y una civilización secular en el tiempo y en la historia del mundo. Aquel niño recibió el nombre de su progenitor, Publio Cornelio Escipión, que fuera cónsul de Roma durante el primer año de aquella guerra. Las hazañas de el hijo del cónsul alcanzaron tal magnitud que el pueblo, para distinguirlo del resto de los miembros de su familia, los Escipiones, le concedió un sobrenombre especial, un apelativo referente a uno de los territorios que conquistó, ganado con extremo valor en el campo de batalla y que lo acompañaría hasta el final de sus días: Africanus . Sería la primera vez que se honraba a un general con una distinción semejante, dando así origen a una nueva costumbre que en los siglos venideros heredarían otros cónsules preeminentes y, finalmente, los emperadores de Roma. Sin embargo, tanta gloria alimentó la envidia.
Ésta es su historia.
Dramatis personae
Publio Cornelio Escipión (padre) , cónsul en el 218 a.C. y procónsul en Hispania
Pomponia , mujer de Publio Cornelio
Cneo Cornelio Escipión , hermano del anterior; cónsul en el 222 a.C. y procónsul en Hispania
Publio Cornelio Escipión (hijo), Africanus , hijo y sobrino de los cónsules mencionados arriba
Lucio Cornelio Escipión , hermano menor
Tíndaro, pedagogo griego, tutor de los Escipiones
Cayo Lelio , decurión de la caballería romana
Emilio Paulo (padre) , cónsul en el 219 y 216 a.C.
Lucio Emilio Paulo , hijo de Emilio Paulo
Emilia Tercia , hija de Emilio Paulo
Quinto Fabio Máximo (padre) , cónsul en el 233, 228, 215, 214, 209 a.C. y censor en el 230 a.C.
Quinto Fabio , hijo de Quinto Fabio Máximo
Marco Porcio Catón , protegido de Quinto Fabio Máximo
Sempronio Longo , cónsul en el 223 y 218 a.C.
Cayo Flaminio , cónsul en el 217 a.C.
Terencio Varrón , cónsul en el 216 a.C.
Cneo Servilio , cónsul en el 217 a.C.
Claudio Marcelo , cónsul en el 222, 215, 214, 210 y 208 a.C.
Claudio Nerón , procónsul
Minucio Rufo , jefe de la caballería
Lucio Marcio Septimio , centurión en Hispania
Quinto Terebelio , centurión en Hispania
Mario Juvencio Tala , centurión en Hispania
Sexto Digicio , oficial de la flota romana
Ilmo , pescador celtíbero
Tito Macio , tramoyista en el teatro, comerciante, legionario
Druso , legionario
Rufo , patrón de una compañía de teatro
Casca , patrón de una compañía de teatro
Praxíteles , traductor griego de obras de teatro
Marco , comerciante de telas
Amílcar Barca , padre de Aníbal, conquistador cartaginés de Hispania
Página siguiente