SANTIAGO CAMACHO HIDALGO
Historia oculta del SATANISMO
La verdadera historia de la magia negra desde la antigüedad hasta nuestros días
Colección: Investigación abierta
www.nowtilus.com
Título: Historia oculta del satanismo
Subtítulo: La verdadera historia de la magia negra desde la antigüedad hasta nuestros días
Autor: © Santiago Camacho Hidalgo
© 2006 Ediciones Nowtilus S. L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3o C, 28027 - Madrid
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Editor: Santos Rodríguez
Coordinador editorial: José Luis Torres Vitolas
Diseño y realización de cubiertas: Rodil amp;Herraiz
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ISBN 13: 978-84-9763-348-2
Libro electrónico: primera edición
ÍNDICE
Escribir un libro como este en el mundo de comienzos del siglo XXI, dominado por la dictadura de lo “políticamente correcto”, es una provocación. Hablar de las relaciones del hombre con el Maligno, con el gran tentador, siempre ha sido nadar contra corriente, aunque ha atraído tanto o más como ha sido rechazado. La fascinación del hombre hacia el mal es uno de los más antiguos compañeros de viaje de la humanidad. Sería muy simple volcar en nuestro trabajo los mismos arquetipos manidos y chauvinistas que generalmente se han manejado respecto a este tema. Sin embargo, pretendemos ir un poco más allá y vamos a intentar analizar la relación del hombre con los conceptos del bien y del mal como una lucha desesperada del ser humano por encontrar su puesto en un Universo que a duras penas alcanza a comprender.
La existencia de los pactos con el Diablo a lo largo de la Historia nos llevará a adentrarnos en extrañas disquisiciones filosóficas sobre la naturaleza de Dios, el libre albedrío, el bien y el mal, el sufrimiento o el alma como un atributo susceptible de ser vendido a cambio de algo. Esto último no debería sorprendernos demasiado, pues el hombre casi siempre termina siendo, de una manera u otra, una propiedad que se vende o se alquila en función de las circunstancias y, en última instancia y siempre según los dictados de la religión, todos pertenecemos a Dios.
En el terreno espiritual hay dueños, guardianes y pastores del rebaño llamado humanidad. Afortunadamente, el ser humano también cuenta con algunos amigos que, según la mitología, miran nuestra causa con cierta simpatía y desean que disfrutemos de un mayor poder y autonomía. El mito de Prometeo es un buen ejemplo de una fuerza que quiere que el hombre sea inteligente en lugar de ignorante. El dios de Prometeo (Zeus), por otro lado, quiere conservar al hombre ignorante, esclavo de su superstición y su estupidez. Prometeo es, por tanto, un divino, un “Lucifer”griego que no duda en alzar su mano contra el dios padre. Esta es la clave de la historia: el rebelde (Prometeo, Lucifer) no es enemigo de la humanidad, sino del dios de la humanidad y, tras la horrible faz con la que se le ha pretendido dibujar, esconde una esperanza de liberación respecto a la esclavitud que supone la obediencia incondicional a un Dios todopoderoso.
Un mito similar se repite en el “Jardín” de la historia del Edén. La Serpiente (a menudo identificada con el Diablo)tienta a Eva para que coma del Árbol del Conocimiento y se convierta en un ser de naturaleza divina. La “caída” es en realidad una iniciación en toda regla donde la Serpiente vuelve a ocupar el papel de Prometeo y otorga a la humanidad el conocimiento que Dios le ha negado.
La tradición judeocristiana contempla al hombre como una propiedad, como el rebaño de Dios. El tentador no hace sino llamar a la insurrección, a la desobediencia al amo. No en vano, los reyes (y algún que otro dictador) han gobernado tradicionalmente “por la gracia de Dios”, intentando establecer en la Tierra un fiel reflejo del orden jerárquico que reinaba en los cielos. No es de extrañar que la Revolución Francesa o la Guerra de la Independencia estadounidense causaran una honda turbación no solo política, sino también espiritual, y que fuesen calificadas desde los púlpitos como actos satánicos, ya que lo que se estaba cuestionando era un sistema social que en última instancia emanaba de los cielos, y las cabezas que rodaban no eran otras que las de aquellos que la gracia de Dios había designado como guardianes del divino rebaño. El Diablo, el Mal, le dice al hombre que no obedezca a su amo, le incita a seguir su propio camino.
LUCIFER
El nombre de Lucifer significa ‘portador de luz’, algo que encaja a la perfección en su papel prometeico. Al principio era un ángel bello y poderoso que más tarde se erigió en líder de la rebelión en el cielo contra la autoridad de Dios. Por su pecado de desobediencia, Lucifer fue desterrado a los infiernos, junto a aquellos ángeles que le habían seguido durante la guerra. En su nueva condición, su nombre pasó a ser Satán.
El poeta inglés Milton se convirtió en valedor de la imagen más romántica de este personaje. En su obra épica El Paraíso Perdido hace que Lucifer declare a sus compañeros caídos en desgracia unas palabras respecto a las que es casi imposible no sentir cierta simpatía:
» Nuestra dicha consiste,
» No en la naturaleza del externo
» Lugar a que la suerte nos destina,» Sino en la voluntad. Esta divina
» Facultad, lisonjeando nuestro triste
» Corazón, y calmando sus dolores,
» En placeres convierte los horrores.
» Guarde su cielo, pues, nuestro enemigo,
» Que a su corte servil anteponemos
» Reinar en este abismo, a cuyo abrigo
» La dulce libertad conservaremos.
La opinión de Milton es que Lucifer es un héroe trágico porque, hasta en la derrota, mantiene su orgullo y sus principios, lo cual es una perspectiva muy moderna sobre el Diablo. Esta visión tiene evidentes matices de nósticos. La creencia de éstos era que el conocimiento y la libertad son lo que realmente nos otorga la condición de humanos, y que cualquier autoridad que nos impida conocer nuestra verdadera naturaleza o escoger nuestro propio destino es mala, no importa como esta se caracterice. Desde la perspectiva nóstica, los ángeles eran esclavos antes de la rebelión en el cielo, ya que ellos nunca cuestionaron sus acciones o las del mismo Dios, al igual que Adán y Eva eran esclavos en el Jardín de Edén y hacían lo que se les decía sin preguntarse si era bueno o malo.
LOS DOS ROSTROS DEL DIABLO
Así pues, nos encontramos con dos imágenes de Lucifer claramente diferenciadas: un demonio horrible que habita en el infierno y devora a las almas malditas, y un rebelde valeroso que sufre tormento eterno porque nunca se rendirá a la regla arbitraria impuesta por el Todopoderoso. El segundo es más pagano que cristiano y casi con seguridad es aquel al que claman quienes quieren establecer un “pacto con el Diablo”.
La desobediencia y el orgullo son los dos pecados fundamentales de Lucifer. De hecho, desde un punto de vista religioso, no existe pecado que no pueda ser reducido a un acto de desobediencia, de negativa a acatar la ley divina.
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