Siempre se ha dicho que los enlaces corrían mucho más peligro que los propios guerrilleros, ya que ni siquiera disponían de las armas de los del monte para enfrentarse a las fuerzas del régimen franquista. Éste es un libro que habla de esos olvidados, muchos de ellos mujeres, las grandes víctimas de la postguerra.
Entre los años 1939 y 1952, fechas entre la que se desarrolla fundamentalmente la guerrilla en España, algo alentada por debajo del silencio oficial. Era una realidad compuesta de contraseñas, complicidades, disimulo y miedo.
Miedo a la tortura, a la ley de fugas, a la cárcel y a la muerte. Esa vida de heroísmo cotidiano, hecha de claves y de miradas, de palabras a media voz, es la protagonista de este libro. Cómo vivían los guerrilleros en el monte, cuál fue su vida cotidiana y cómo se desarrolló su dura lucha con sus luces y sus sombras, sus esperanzas y sus desengaños. Aún hoy todavía quedan historias por contar.
Esperemos que este libro contribuya al conocimiento de una realidad, que no por secreta cuando tuvo lugar, es menos fascinante.
Alfonso Domingo
El canto del búho
La vida en el monte de los guerrilleros antifranquistas
ePub r1.0
jasopa1963 30.07.14
Título original: El canto del búho
Alfonso Domingo, 2002
Editor digital: jasopa1963
ePub base r1.1
Parece como si en Francia hubieran inventado la guerrilla.
Pero si hasta la palabra mundial es española.
Los maquis franceses, con todos los respetos, iban en coche,
y nosotros, en España, andando,
sin parar, saltando de piedra en piedra, a patita,
campo a través, bajo la lluvia, el sol o la nieve,
en silencio, a veces con más de 40 kg
en la mochila, comiendo hierbas o lagartos.
Esos éramos los guerrilleros
Un jefe de guerrilla
Por llanuras y montañas
guerrilleros libres van
los mejores luchadores
del campo y de la ciudad.
Su bandera de combate
con su manto cubrirá
a los bravos paladines
que en la lucha caerán.
[…] Venceremos al franquismo
en la batalla final
Camaradas, muera Franco
viva nuestra libertad.
Himno guerrillero
Prólogo
PRÓLOGO
Un año y veinte días después de la muerte de Franco, el 9 de diciembre de 1976, el último guerrillero, Pablo Pérez Hidalgo, alias Manolo el Rubio, de 65 años, se entregó a la Guardia Civil.
Cuando con Jesús Torbado recorríamos tierras andaluzas para nuestro libro Los topos, dimos con él en su cortijo de Genalguacil, en la malagueña serranía de Ronda. De haber sido por él hubiera seguido en la clandestinidad, pero tras una delación por un cartón de tabaco, la Guardia Civil subió a por él para prenderlo. España se hallaba ya en democracia, la amnistía llegó hacía años, pero Manolo no se fiaba. Levantó los brazos y a nuestro amigo Manolo el Rubio no le pasó nada. Era libre como un pájaro.
Alfonso Domingo se ocupa en este libro de la peripecia de Manolo, como se ocupa, no por afán estadístico de la vida de centenares de maquis, de guerrilleros. Para unos, para el régimen de Franco, eran bandidos, bandoleros; para otros, los últimos combatientes de la República. Se pusieron a pelear demasiado tarde y los retiraron de la escena, del monte, demasiado tarde también, en 1952. El último guerrillero cayó muerto en 1965 en Lugo.
Nadie les informó que el mundo había cambiado, que la «guerra chica» hacía tiempo que estaba condenada al fracaso. ¿Fue todo en vano? ¿Sirvió para que la represión estremeciera aún más las zonas rurales? ¿Fue una estampa de dignidad en medio de la atonía de un pueblo exangüe?
Ésta no es, lejos de ello, una guía telefónica del guerrillerismo antifranquista, de lo que algunos ilusos llamaron «la reconquista de España». No lo es porque a su autor lo que le importa es el testimonio de primera mano, completado con oportunas calas bibliográficas, pero sin abusar de ellas. Se lee de corrido y aporta una documentación rica, emocionante, verdadera y vivísima.
Los libros sobre los guerrilleros no dejan de publicarse. Eso está bien. Alfonso Domingo ha acertado al recorrerse España para seguir la pista de los que lucharon desde los montes contra la dictadura. «La respuesta es la memoria», escribió el Nobel de la Paz, Elie Wiesel, tras salir de un campo de exterminio nazi. «La memoria es la única respuesta. Diles a los que quieran saberlo que nuestro dolor es auténtico, nuestra perplejidad infinita y el agravio profundo». Hay dolor, perplejidad y agravio profundo en estas páginas.
En el maquis, palabra francesa a la que los luchadores en armas contra el régimen franquista renuncian a cambio de la española guerrilla, hubo de todo. Sin apriorismos, el autor, provisto de lápiz y papel va de un lado a otro para recoger el relato de los que combatieron. Reconocen sus errores y abusos, que los hubo, pero la memoria hará que los errores no ofusquen los méritos de los que lucharon a pecho descubierto, limpios de corazón, ingenuos, mal pertrechados y al fin abandonados a su suerte.
Hubieron de pelear en condiciones muy difíciles, contra la orografía, el mal tiempo, el hambre, la soledad, a veces el entorno, gobernados por una disciplina durísima. Desde la perspectiva de hoy, en una España tan distinta, resulta difícil juzgarlos. Cada lector debe sacar su conclusión. Hubo héroes y antihéores, idealistas y asesinos. Llama la atención la sinceridad con la que se pronuncian.
Es mérito del autor la búsqueda y el testimonio. Alfonso Domingo se presenta al lector como un reportero más que como un historiador, pero es que este tipo de asunto necesita también de la contribución del periodista, que va, indaga, pregunta, analiza el fenómeno y estampa su peripecia. Los mejores de ellos, en palabras del poeta José Ángel Valente…
… no reivindicaron
más privilegio que el de morir
para que el aire fuera
más libre en las alturas
y más libres los hombres.
Entretanto, penalidades, delaciones, las típicas divisiones ideológicas, choques, deserciones, traiciones, desfallecimientos, abandonos, sin pan y sin amor, fijos en una idea, la de vencer contra un enemigo muy superior e implacable en sus métodos.
Los guerrilleros que en el mundo han sido, desde Espoz y Mina hasta el Che Guevara, respiraron por estas mismas o parecidas heridas. Algunas de las reflexiones o de las historias que se cuentan en El canto del búho aparecen en las Memorias del Che en geografía muy distinta y distante, en circunstancias que difieren del marco de este libro. Lo cuenta Alfonso Domingo con su prosa desnuda, sin internarse en vericuetos retóricos o en tecnicismos innecesarios. Ésta es la primera condición del reportero, investigar y luego contar con claridad, hacer hablar a los protagonistas antes de que desaparezcan de escena.
Es imposible resumir el caudal de las enseñanzas que uno recibe de El canto del búho, un canto a la supervivencia, al conocimiento del terreno y la psicología de los hombres. El testimonio desde Asturias y Cantabria hasta Cataluña y el valle de Arán (la invasión imposible de hombres enviados al matadero), del Centro y Extremadura hasta Andalucía y Levante, es vertiginoso. Operan la imaginación para sobrevivir, la ayuda de las buenas gentes, la dureza del compromiso, en el que, como leemos, también tomaron parte las mujeres y no en tono menor, el alcance de la represión. En un ejercicio de ecuanimidad, el autor nos presenta también la otra cara, la más humana en el otro lado. Ahí está el general Prieto que elogia para nuestra sorpresa a Camilo Alonso Vega. Prieto trató de dar una respuesta de juego limpio a un espantoso enfrentamiento. Y sus reflexiones no pueden ser más esclarecedoras.