Ramón Freixas
El sexo en el cine y el cine de sexo
«¿Por qué la pintura parece más atinada dentro que fuera del espejo?»
Leonardo da Vinci
«¿Qué es la hermosura del cuerpo? Es la armonía de las partes acompañada por cierta suavidad de color.»
San Agustín
El tacto no tiene extensión: es un sentido analítico;
en cambio, la vista es sintética. La vida se aprecia con la vista.»
Antoni Gaudí
«Por un lado tenemos el porno, ni duro, ni blando (…). Y siguen haciendo estas convenciones de correrse encima de la pierna de la tía que son completamente lamentables (…). Por otro lado, está el llamado cine erótico, que consiste en que unos se tocan una pierna. Y ella se excita enormemente. Él le baja las bragas, le toca la tripa y empiezan a gemir los dos (…). Por eso hay muy pocos autores de referencia en el género.»
Jesús Franco
«Quiero dejar constancia de que el sexo es promiscuo siempre.»
Vicente Aranda
Sumario
Prólogo
A modo de introducción
I. Entre el ser y el estar
1. Catalogaciones inanes
2. Un cero a la izquierda
3. Libertad y libertinaje
II. El sexo como motor (de la historia)
1. Poner el cascabel al gato
2. Embridar el sexo: la censura
3, La inquisición muere, si muere, de pura vejez
III. Cien años de cine
1. Y la carne se hizo cine
2. Erotismo, política y cine de autor
3. Un género ejemplar: fantástico y fantasías
4. Por un puñado de pelos
5. La caída de la hoja
6. Los chicos con los chicos, las chicas con las chicas
7. ¿Ha cambiado algo?
IV. El sexo como género (I)
1. Sexploitation movies (1): de las burlesque pictures al nudie
a) Burlesque pictures
b) Hygiene pictures
c) WIP films
d) Películas naturistas
e) Nudies
2. Sexploitation movies (2): el soft core
a) El yunque yanqui
b) La vieja Europa
c) España cañí
1. Al panal de rica miel…
2. Ignacio F. Iquino: con las mujeres no hay manera
3. Jess Franco: con las mujeres sí hay manera
d) Italia, a su aire
V. El sexo como género(II):en el nombre del autor
1. Russ Meyer: rotundo y jocundo
2. Tinto Brass: un culo, dos culos, tres culos
3. Walerian Borowczyk: caligrafía y ortografía
4. Miscelánea internacional
VI. El sexo clandestino
1. La prehistoria
2. La mudez y la afonía
3. En todas partes cuecen habas
VII. Cine de sexo (I): Estados Unidos
1. Teoría de la práctica
2. 1972-1978. Los primeros pasos
a) Gerard Damiano, la voz de los sin voz
b) Radley Metzger, charme burgués
c) Mitchell Brothers, más allá de la puerta verde
d) Alex de Renzy, jubiloso carpe diem
3. 1979-1983. Los años dorados
4. 1984-1988. El triunfo de las estrellas
5. 1989-? Viejas carencias, nuevos horizontes
a) Línea clara: Andrew Blake y Paul Thomas
b) Línea oscura: John Stagliano y Greg Dark
c) Entre líneas: John Leslie
VIII. Cine de sexo (II): Europa
1. Alemania. Mucho ruido y pocas nueces
2. Francia. Quien tuvo, no retuvo
a) La edad de oro
b) Michel Ricaud, la voz que clama en el desierto
3. Italia. Sangre latina
a) Las que cortan el bacalao
b) Los que tienen que servir
4. España. Jerez y gambas
a) De cuando se rodaba en celuloide
b) La generación del vídeo
5. Suecia y Holanda. El verde paisaje
a) Suecia, sin fiordos
b) Holanda, bajo el nivel del mar
IX. Regreso al futuro
1. El siglo de las siglas
2. Odres nuevos, vinos viejos
3. Jaleosas andanadas
Filmografía esencial
Bibliografía básica
Indice de películas citadas
Agradecimientos
A Carlos Aguilar, por su valioso soporte documental. A Vicente Aranda, por sus películas… y su prólogo. A Melina Champernaud, por haber venido, aunque esté tan lejos.
A José Luis Esparza, por encontrarnos los títulos inencontrables.
A Carlos Losilla, por su confianza y paciencia (o al revés).
Prólogo
Los autores me han facilitado algo así como una primera «versión impresa» de este libro, acompañando un disquete para ordenador. No me he podido resistir a la tentación de averiguar cuál es la medida en palabras al final de mi lectura y el resultado -nada sorprendente dado el volumen en páginas- es de 119.662 palabras.
Diré a modo de justificación que desde que trabajo en los guiones ayudándome de un programa para proceso de textos he adquirido la costumbre de medir mis escritos. Me consta, por ejemplo, que con 15.000 palabras ya estoy frente a un proyecto de película de hora y media. Así que este libro se aproxima mucho al equivalente de 8 guiones para películas de hora y media.
Ya sé que estoy procediendo a una comparación absurda, pero es la manera de poder decir a continuación que los autores del libro, después de emplear casi ciento veinte mil palabras, no han hecho sino una brillante demostración de síntesis. No he tenido una lectura convencional. Ha sido un recorrido progresivamente acelerado por una vía cuya existencia conocíamos, pero de cuya intensidad, perseverancia, influencia, desesperación, clandestinidad, obviedad, comercialidad, agresividad, inconformidad, sometimiento, etc., nos habíamos olvidado o no habíamos reconocido con el suficiente discernimiento.
La primera impresión es que se trata básicamente de un libro de consulta. En este sentido podría recomendarse a los autores que acompañen al volumen-libro su correspondiente disquete, como espontáneamente han hecho conmigo. Eso es ya reconocerle un valor. Pero tiene otro valor que le supera, y es que su utilización como libro-volumen de lectura convencional nos remite a una zona curiosa y aparentemente nueva. Sólo aparentemente, porque el descubrimiento late de antiguo en nuestra conciencia y en nuestras tripas. Quiero dar cuenta de mi impresión subjetiva, la que vale, la que queda cuando ya empiezas a olvidar lo que has leído. He ido adquiriendo, a medida que avanzaba en su lectura, al mismo tiempo que la noción de mi ignorancia sobre el tema, otra noción muy inesperada: la de pertenecer a un cuerpo social examinado y examinador, la de asistir como testigo, acusador, acusado y jurado, todo a la vez, de un proceso que examina una sola faceta del cine -el sexo- y, curiosamente, a través de esa sola faceta está, no sólo la historia del cine, sino la historia, nuestra historia, la de los últimos cien años, la de todos, pertenezcamos o no a la industria. Porque el simple hecho de haberse sentado frente a una pantalla te hace socio de este libro, de esta historia del mundo a través de fábulas que te acarician o te muerden.
En resumen, unas pocas preguntas -sólo dos- sugeridas por la lectura de este libro: ¿qué hay detrás de la pantalla?, ¿tanto? Creo que sí. Mucho. Gracias por intentar averiguarlo.
Vicente Aranda
A modo de introducción
El sexo no existe. O no debería existir, a tenor de la mentalidad y principios de quienes tradicionalmente han velado por la integridad de nuestras palabras, obras y pensamientos. Empeñados (empecinados) en divulgar los placeres y ventajas de la castidad militante y los encontronazos reproductores en la oscuridad, estos guardianes de la palabra -y de la mirada- han influido decisivamente en la forma de abordar el «pecado» de la carne y todo cuanto le atañe. Si el curioso lector considera que efectivamente la carne -o el pescado, o el marisco, o las especialidades locales sean griegas, francesas u otras delicias turcas- son pecado, acaso sea mejor que dedique su tiempo a lecturas más piadosas. Este libro herirá sin duda su sensibilidad. Porque, aunque les duela, el sexo existe y -cuestiones éticas aparte- además es un (buen) negocio que si funciona -y funciona- es debido a que genera suficiente oferta para cubrir todas las demandas, incluso las más impresentables. Al empeño en marginar, clasificar, degradar y (a la que se pueda) eliminar, se opone una contundente realidad: un consumo elevado -discreto y hasta clandestino en ocasiones- que recorre todos los estratos y hasta sustratos de esta nuestra decadente sociedad del nuevo milenio.