Annotation
El cine producido en los Estados Unidos es para muchos no sólo el origen, sino la única fuente en la que a lo largo de su historia han bebido las demás cinematografías. EL CINE NORTEAMERICANO EN 130 PELÍCULAS pertenecientes a otros tantos directores cuenta una historia que nos conduce de «Intolerancia -donde para algunos estudiosos Griffith sentó las bases del lenguaje cinematográfico- hasta la reciente «American Beauty . La extensa cultura cine matográfica de AUGUSTO M. TORRES le permite componer un extenso mosaico en el que, tras una ficha técnica y un fotograma representativo, una descripción de cada una de las películas se completa con algunas consideraciones sobre el estilo y filmografía del director, conformando de esta manera una original historia del cine norteamericano.
Augusto M. Torres
El cine norteamericano en 130 películas
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© Augusto M. Torres ® Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1992
Calle Milán, 38; 28043 Madrid; teléf. 300 00 45
ISBN: 84-206-0575-1
Depósito legal: M. 22.151/1992
Papel fabricado por Sniace, S. A.
Compuesto e impreso en Fernández Ciudad, S. L.
Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid
Printed in Spain
Introducción
A través de los comentarios sobre estas 120 películas, pertenecientes a otros tantos directores, he pretendido contar de manera somera la historia del cine norteamericano. Aunque dada su enorme riqueza habría sido posible hacer otra selección y llegar a resultados muy similares.
Los criterios con que he seleccionado estas películas han sido diversos. Van desde ser representativas y estar producidas de manera escalonada en los diversos períodos de su historia, con especial incidencia en los años 40 y 50, que es cuando se hace mejor cine en Estados Unidos, a gustos puramente personales y la posibilidad de volverlas a ver una vez más en vídeo. Sin olvidar que sólo he elegido una de cada director para informar sobre él al mismo tiempo que sobre su producción más característica.
La selección más discutible es la correspondiente al período mudo por las pocas películas escogidas y la amplitud y alta calidad de la producción, pero la excusa es la dificultad para acceder a ella. Así como la de la última década por una evidente falta de perspectiva.
En cualquier caso sólo he pretendido hacer un peculiar acercamiento informativo al cine norteamericano, accesible al mayor número posible de interesados, que sirva de introducción a otras historias del cine norteamericano más acordes con la tradición.
A.M.T.
Intolerancia
INTOLERANCE, 1916
DIRECTOR y GUIONISTA: David W. Griffith. FOTOGRAFÍA: Billy Bitzer. IN. TERPRETES: Mae Marsh, Lillian Gish, Constance Talmadge, Robert Harron, Elmo Lincoln, Eugene Pallette, Margery Wilson. PRODUCCIÓN: David W. Griffith. Duración: 220 m.
Hijo de un oficial sudista, David Ward Griffith (1875-1948) debuta como actor tras haber sido ascensorista y librero. Durante diez años trabaja en el teatro, pero tras vender algunos argumentos de cine, el director Edwin S. Porter le elige como protagonista de El nido del águila (Rescued from an Eagle’s Nest, 1907).
Colabora como actor y guionista en numerosos cortos El gran decorado del episodio babilónico de Intolerancia y el primero que dirige es Las aventuras de Dorotea (The Adventures of Dollie, 1908). Durante los siguientes seis años rueda más de 450 cortometrajes donde sienta las bases del lenguaje cinematográfico, inventa el primer plano, el travelling, los flash-backs, el montaje paralelo, etcétera, y las leyes para utilizarlos.
Trasladado desde Nueva York hasta California, prosigue su intensa actividad con su operador Billy Bitzer, y su habitual equipo de actores, en títulos como Judith de Betulia (Judith of Bethulia, 1913) y Dulce hogar (Home, Sweet Home, 1914).
Su mayor éxito es El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915), un gran fresco dramático de casi tres horas de duración sobre la guerra de Secesión, el asesinato de Abraham Lincoln y el nacimiento del Ku-Klux-Klan, donde emplea con gran habilidad sus recién descubiertas técnicas narrativas. Con un coste de cien mil dólares de la época, produce enormes beneficios y se convierte en una fuente de la que bebe el cine europeo y, sobre todo, los grandes realizadores rusos, desde Eisenstein hasta Pudovkin.
El tono reaccionario de El nacimiento de una nación crea un cierto escándalo y múltiples ataques personales, lo que hace que Griffith se plantee su siguiente película como una obra progresista. Esto y el amplio crédito de que goza le llevan a Intolerancia, subtitulada «La lucha del amor a lo largo de los tiempos», una producción de más de tres horas de duración, con un coste de un millón setecientos cincuenta mil dólares de la época, que narra cómo «a través de los tiempos el odio y la intolerancia han batallado contra el amor y la caridad» en cuatro historias entrelazadas.
La principal historia es la que se desarrolla en época contemporánea. Un melodrama ambientado en una ciudad del oeste que narra cómo la poderosa familia Jenkins prefiere dedicar su dinero a falsa caridad antes que pagar más a sus obreros. Por culpa de huelgas y reducciones salariales, tres vecinos quedan en la miseria, caen en la mala vida para sobrevivir y uno está a punto de ser ahorcado. Es la mejor de las cuatro, tiene autonomía propia, y las otras tres, más el estribillo de la mujer que mece al niño en la cuna sobre los versos de Walt Whitman «Más allá de la cuna que se mece interminablemente», ante todo poseen una función enriquecedora.
Entrelazadas con ella, a modo de contrapunto, aparecen unas escenas de la vida de Jesucristo con el habitual tono iconográfico, que son las más cortas y menos interesantes; la historia del enfrentamiento en 1572 entre católicos y protestantes en la Francia de Catalina de Médicis y su hijo Carlos IX, que finaliza en la matanza de la noche de San Bartolomé; y la caída de Babilonia a manos de Ciro por la traición al rey Baltasar de sus sacerdotes en el año 359 antes de Cristo.
La historia francesa no tiene entidad por intentar resumir en poco tiempo una compleja intriga palaciega y los amores entre la hugonote Ojos Grises, encarnada por la atractiva Margery Wilson, y un soldado católico con un marcado tono de reconstrucción histórica; pero sí la alcanza la historia babilónica con su mayor metraje, sus excelentes decorados, las escenas de la batalla, las fiestas de la celebración y la estupenda Constance Talmadge, que resulta ser la mejor y más moderna de las tres heroínas.
Su influencia vuelve a ser enorme; Buster Keaton la parodia en Las tres edades (Three Ages, 1923) y Carl Th. Dreyer copia su estructura e intenciones en Páginas del libro de Satán (Blade af Satans Bog, 1919), pero los elevados costes de Intolerancia no se amortizan, hacen que la carrera de Griffith se resienta y sólo pueda hacer modélicos dramas intimistas como La culpa ajena (Broken Blossoms, 1919).
En 1919 funda la importante productora independiente United Artists, en unión de Charles Chaplin, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, y poco después rueda Las dos huerfanitas (Orphans of the Storm, 1921).
Aunque sigue trabajando durante diez años, su decadencia ha comenzado y sus últimas películas son las irregulares producciones sonoras