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Lourdes Marquez Carmona - Recordando un olvido

Aquí puedes leer online Lourdes Marquez Carmona - Recordando un olvido texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2014, Editor: www.papyrefb2.net, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Lourdes Marquez Carmona Recordando un olvido

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PONTONES PRISIONES EN LA BAHÍA DE CÁDIZ 1808-1810



Círculo rojo — Investigación

www.editorialcirculorojo.com



A mi Red de Correspondientes: mi familia y todos esos amigos que me han ayudado en el nacimiento de este nuevo libro, entre ellos, Mamen Orcero.


A César Rodríguez Maffiotte por darme la oportunidad de conocer las memorias de su tatarabuelo, el timonel del navío Indomptable, Michel Maffiotte.


Y muy en especial, a Ti que sabes que la HISTORIA NOS UNIÓ. Gracias por hacer posible ganar esta nueva Batalla de recordar el Pasado y disfrutar del Presente.


Archivo Histórico Municipal de El Puerto de Santa María (Cádiz) Cartografía propiedad del Instituto Cartográfic de Catalunya, disponible en www. ic.cat

1 INTRODUCCIÓN


Nuevamente me embarco en la aventura de escribir un libro dedicado a desgranar, desde las historias personales, un acontecimiento bastante desconocido en la historiografía española, al contrario que en la francesa e inglesa: la situación que sufrieron los prisioneros franceses en aguas de la Bahía de Cádiz, durante los años de 1808 a 1810.

Algunos de esos protagonistas, salieron del anonimato al contar en sus memorias las duras calamidades que sufrieron en una guerra en la que se vieron envueltos, al decidir el emperador de Francia Napoleón Bonaparte invadir España.

Los sucesos que relataremos en las páginas siguientes están relacionados directamente con otro desgraciado hecho de la Historia Naval de España, el combate de Trafalgar, que enfrentaría a la armada hispano francesa contra la inglesa, frente al cabo del mismo nombre, el 21 de octubre de 1805.

La mayor parte de la escuadra aliada, formada por Napoleón Bonaparte para mantener alejada a la flota inglesa de sus costas con el fin de tener expedito el paso de sus tropas a través del Canal de la Mancha para invadir Inglaterra, se perdió en aguas del litoral de Cádiz y Huelva. Un total de quince magníficos navíos de línea, y aproximadamente 4500 hombres de las respectivas tripulaciones.

Parte de esos protagonistas perdieron su juventud a bordo de unos navíos cuyo destino estaba maldito. Ya desde que embarcaron rumbo a América el día 30 de marzo de 1805 cumpliendo órdenes del emperador, participaron en acciones navales no muy gloriosas para Francia. Quizás porque, a diferencia de la flota inglesa bajo el mando de Nelson, no contaban con un buen “director de orquesta”, como era el Vicealmirante Villeneuve comandando la Escuadra Combinada.

Una cita célebre de Napoleón decía que “puede más un ejército de ovejas dirigidos por un león, que un ejército de leones dirigido por una oveja”. Tal vez pensó tal frase después de ver como desaprovechaba lo mejor de sus efectivos navales en el sur de España, perdiendo al mismo tiempo toda capacidad de acción en el mar frente a los ingleses. La decisión de Napoleón de sustituir a Villeneuve por el almirante Rosily fue demasiado tardía y éste no llegaría a tiempo a Cádiz para evitar el desastre.

Esos marinos fueron protagonistas de las acciones bélicas de la última época dorada de los navíos de línea: participaron en aguas gallegas en el Combate de Finisterre el 22 de julio de 1805, donde perdieron dos barcos españoles capturados por los ingleses. Posteriormente, el 21 de octubre de 1805 debieron luchar frente a Cabo Trafalgar y más tarde sufrir el bloqueo inglés durante tres años en la Bahía de Cádiz, hasta junio de 1808, en el que fueron rendidos en la poco conocida Batalla de la Poza de Santa Isabel .

Sería a partir de junio de ese año, cuando comenzarían realmente sus desgracias, un largo período de reclusión en las más extremas condiciones de salubridad y habitabilidad, al ser hacinados miles de hombres en los llamados pontones o cárceles flotantes. Éstos eran viejos navíos de línea desprovistos de todo elemento de navegación y artillería, que fueron anclados en medio de la Bahía de Cádiz y que se convirtieron en unos sepulcros flotantes con “cadáveres vivientes” a bordo. Sin embargo, aquí no acabarían las penurias para algunos de ellos. Los que fueron enviados a Cabrera sufrirían otro horrible presidio en esa Isla desierta del archipiélago balear, sin apenas agua ni alimentos, hasta el año 1814.



Pontón fondeado. [Ilustración de A. Valderas]


El coste humano para Francia fue alto, siendo la cifra de los fallecidos muy elevada. Solo unos pocos jóvenes soldados sí consiguieron regresar a su patria. Muchos de ellos padecieron secuelas psicológicas, y aunque rehicieron sus vidas, pocos decidieron contar sus horrorosas vivencias en la guerra de España. Las experiencias que padecieron fueron en nombre del emperador Bonaparte, al que realmente nunca le importó el triste final que tuvo su ejército, ya que eran simples números en su fuerza militar, muchos de ellos así lo sintieron ante la despreocupación de Napoleón por liberarlos.

Era obligado en este bicentenario de la Guerra de la Independencia, dedicar una investigación a este tema para sacarlo del olvido. Todo ello sin juzgar el comportamiento y atrocidades cometidas en ambos bandos, ya que mi pretensión es simplemente relatar los hechos tal como nos los refleja la documentación consultada.



Vicealmirante François-Etienne de Rosily

2 CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA


Antes de describir la situación vivida por los prisioneros franceses, tanto de la Escuadra de Rosily como por los vencidos en la Batalla de Bailén, lugar donde por primera vez Napoleón vio como su invencible ejército era derrotado a cielo abierto por un improvisado ejército español, es necesario realizar un pequeño encuadre histórico. De esta manera, se entenderá la presencia de un número tan elevado de prisioneros franceses en aguas de la Bahía de Cádiz.

La centuria “ilustrada”, fue un siglo caracterizado por una continua rivalidad entre las potencias europeas, sobre todo, Francia, Inglaterra y España, plasmado en continuos y diversos enfrentamientos bélicos. El trasfondo era evidentemente económico, ya que el control del mar para mantener abiertas las vías de comunicación hacia sus territorios coloniales, les era vital. Por ello, dispusieron unas armadas capaces de ejercer ese control.

La neutralidad de España, enemigo acérrimo tanto de Francia como de Inglaterra, estuvo asegurada durante algunos períodos, pero a finales del siglo XVIII en el Tratado de San Ildefonso, el emperador francés supo forzar la situación hacia su bando, al hacer que el rey Carlos IV, mediante los pactos de familia, apoyara a Francia en su lucha contra Inglaterra. Esta alianza se materializaría en la formación de la Escuadra Combinada, preparada en 1805, para facilitar el paso de las tropas napoleónicas a Inglaterra.

Sin embargo, sería un plan fracasado porque uno de sus peones, el almirante Villeneuve, fallaría en su partida de ajedrez, haciendo que perdiera gran parte de su superioridad naval el 21 de octubre de 1805 en el Combate Naval de Trafalgar. Esta derrota supuso un gran revés para las ambiciones imperiales, imposibilitando la ansiada invasión de Inglaterra y el abandono de las operaciones marítimas. Ello supuso la focalización de los esfuerzos de Napoleón para alcanzar el dominio de Europa, incluida España.

Las aspiraciones de poder de este militar corso, cónsul durante el período republicano y autoproclamado emperador de Francia el 18 de mayo de 1804, le llevaron al control de gran parte de Europa mediante acciones bélicas realizadas por un ejército de alta cualificación profesional y alianzas políticas, forzadas mediante pactos de familia con las dinastías gobernantes de diversos países.

El emperador de Francia, supuesto aliado del rey de España, seguía secretamente la estrategia de hacerse con el gobierno de este país. La abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII en marzo de 1808 tras el Motín de Aranjuez; la salida de la familia real hacia Bayona, donde Carlos IV, que había recuperado el trono, abdica de nuevo esta vez a favor de Napoleón, y los excesos cometidos por las tropas imperiales francesas en tierras españolas, provocaron la indignación popular en todo el país. El traslado forzoso desde Madrid, de los infantes Francisco Pablo y María Luisa, ordenado por el mariscal Murat, fue el detonante que provocó el conocido levantamiento del “Dos de Mayo” en la capital y el posterior alzamiento general de la nación contra José Bonaparte I, hermano de Napoleón, recién nombrado por éste rey de España. Ante tales acontecimientos, todo el territorio español se alzaría paulatinamente en contra del invasor, iniciándose la Guerra de la Independencia.

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