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Ricardo Mateos Sainz De Medrano - Estoril, los años dorados

Aquí puedes leer online Ricardo Mateos Sainz De Medrano - Estoril, los años dorados texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2011, Editor: www.papyrefb2.net, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Ricardo Mateos Sainz De Medrano Estoril, los años dorados

Estoril, los años dorados: resumen, descripción y anotación

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La dolce vita de la gran aristocracia portuguesa e internacional en un entorno de ensueño, playa, noches rutilantes en el casino y grandes fiestas sin parangón en ningún otro lugar de Europa. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estoril, avispero de espías, se convierte en el epicentro del interés internacional por la llegada sucesiva de reyes y pretendientes a tronos europeos en el exilio que se irán asentando en el triángulo de oro de la costa lisboeta: el eje Estoril-Cascais-Sintra. Figuras como los condes de Barcelona, los depuestos reyes Carol II de Rumanía, Humberto II de Italia y Simeón II de Bulgaria, los condes de París, los duques de Braganza, los archiduques palatinos de Hungría o el regente de Hungría, el almirante Horthy, serán bien recibidos por Oliveira Salazar y, hasta mediados de los años setenta, se codearán con los grandes de la aristocracia y de la gran burguesía portuguesa. Allí convivirá la saudade de los exiliados con los manejos políticos, las aspiraciones a los tronos perdidos y las visitas de ilustres invitados como el duque de Windsor, el depuesto rey Pedro II de Yugoslavia, Audrey Hepburn, Gina Lollobrigida y un largo etcétera de ricos y notables personajes de la alta sociedad. En Estoril tuvieron lugar los grandes eventos de la familia real española en el exilio: la infancia de don Juan Carlos y sus hermanos, la trágica muerte de don Alfonsito, la puesta de largo de doña Pilar, las tensiones alrededor de un rey que no lo fue... Por Villa Giralda pasarán desde Carmen Polo de Franco hasta cientos de paisanos, y allí se acumularán las repetidas frustraciones del conde de Barcelona ante sus cada vez más escasas probabilidades de acceder al trono español. Un libro de escritura elegante cuya lectura será como sumergirse en unas eternas vacaciones con lo más granado de la aristocracia europea.

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La dolce vita de la gran aristocracia portuguesa e internacional en un entorno de ensueño, playa, noches rutilantes en el casino y grandes fiestas sin parangón en ningún otro lugar de Europa.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estoril, avispero de espías, se convierte en el epicentro del interés internacional por la llegada sucesiva de reyes y pretendientes a tronos europeos en el exilio que se irán asentando en el triángulo de oro de la costa lisboeta: el eje Estoril-Cascais-Sintra.
Figuras como los condes de Barcelona, los depuestos reyes Carol II de Rumanía, Humberto II de Italia y Simeón II de Bulgaria, los condes de París, los duques de Braganza, los archiduques palatinos de Hungría o el regente de Hungría, el almirante Horthy, serán bien recibidos por Oliveira Salazar y, hasta mediados de los años setenta, se codearán con los grandes de la aristocracia y de la gran burguesía portuguesa. Allí convivirá la saudade de los exiliados con los manejos políticos, las aspiraciones a los tronos perdidos y las visitas de ilustres invitados como el duque de Windsor, el depuesto rey Pedro II de Yugoslavia, Audrey Hepburn, Gina Lollobrigida y un largo etcétera de ricos y notables personajes de la alta sociedad.
En Estoril tuvieron lugar los grandes eventos de la familia real española en el exilio: la infancia de don Juan Carlos y sus hermanos, la trágica muerte de don Alfonsito, la puesta de largo de doña Pilar, las tensiones alrededor de un rey que no lo fue... Por Villa Giralda pasarán desde Carmen Polo de Franco hasta cientos de paisanos, y allí se acumularán las repetidas frustraciones del conde de Barcelona ante sus cada vez más escasas probabilidades de acceder al trono español.
Un libro de escritura elegante cuya lectura será como sumergirse en unas eternas vacaciones con lo más granado de la aristocracia europea.

Estoril, los años dorados
Ricardo Mateos Sáinz De Medrano
La Esfera de los Libros (2012)
A mi madre, que allá por 1978
quiso cumplir mi deseo
de viajar a Estoril.
Introducción
C uando en la primavera de 2010 mi editora y buena amiga María Borrás me propuso emprender la redacción de un libro sobre «los buenos años de las familias reales exiliadas en el Portugal de Salazar», mi primera reacción fue de temor ante tamaña empresa. No siendo portugués, me parecía un tanto deshonesto y atrevido embarcarme en algo así, pues no conocía bien ni el país ni su idiosincrasia; se me hacía complicado el encarar un tema en algunos aspectos muy delicado que me llevaría a tener que hacer referencias obligadas a personas aún vivas; sabía bien que existía muy escasa bibliografía sobre el asunto, salvo algunas pequeñas menciones salpicadas aquí y allá en los libros de memorias de algunos de los príncipes que protagonizaron la vida allí en aquellos años; y escribir sobre la vida cotidiana me suponía todo un reto. Por otra parte, lo mucho publicado en España sobre la familia real en Estoril, salvo los magníficos trabajos de José Antonio Pérez Mateos y José Antonio Gurriarán, y las conmovedoras memorias de la condesa de Barcelona recogidas por mi amigo Javier González de Vega, eran por lo general obras (las de Luis María Anson, Pedro Sainz Rodríguez, Pedro de Carvajal, Laureano López Rodó y tantos otros) de cariz fuertemente político, que apenas entraban en el ámbito de lo privado, que era lo que a mí se me proponía. Pero como no hay avance sin reto y sin cierto grado de osadía, tras unos días de reflexión decidí lanzarme a este proyecto que, a día de hoy, me ha traído alegrías, nuevas aperturas, dudas sobre si habré o no conseguido transmitir bien todo aquello de lo que he sido depositario y, sobre todo, un mayor conocimiento de ese maravilloso país vecino que es Portugal, siempre tan olvidado por los españoles, donde tantas personas generosas me han abierto sus puertas y me han confiado muchos de sus recuerdos, y donde ya tengo el honor de contar con tan buenos nuevos amigos.
Con la decisión tomada, durante los veranos de 2010 y 2011 marché por unos días a Portugal, con la intención de poder recoger allí los últimos ecos de lo que fue la vida de los reyes y príncipes exiliados en el bello triángulo conformado por esas tres localidades punteras que son Estoril, Cascais y Sintra. Allí recorrí las calles, busqué las villas donde se desarrolló aquella vida, visité a algunos de los últimos protagonistas de aquellos años, y comencé a entender lo que en este libro he pretendido retratar, que, en su mayor parte, son recuerdos de situaciones vividas por otros en primera persona. Todos aquellos a quienes tuve la ocasión de conocer durante le creación de este libro me animaron en todo momento porque, en realidad, todos ellos sin excepción conservan en su memoria aquellos años como un tiempo especial e irrepetible, una época que fue y que nunca volverá en la que, de forma necesaria, convivieron las alegrías, los gozos, las esperanzas, las frustraciones y las tragedias propias de la condición humana. Y es que, como tantos me han transmitido, cada uno en su particular manera, «aquello era el paraíso».
Entre 1946 y 1969 todo un conjunto de reyes y príncipes exiliados de sus países de origen recalaron en el calmo y tranquilo Portugal regido por Antonio de Oliveira Salazar, donde la nobleza y la alta burguesía portuguesas, amén del propio régimen dictatorial, les acogieron con los brazos abiertos en un proceso sin igual de generación de vínculos de afecto que han perdurado hasta nuestros días. Así, Borbones de España, Orleáns de Francia, Saboyas de Italia, Hohenzollerns de Rumanía, Sajonias-Coburgo-Gotha de Bulgaria, Habsburgos de Hungría y, por supuesto, Braganzas de Portugal convivieron de la forma más armónica y familiar en un contexto geográfico de tan solo unos kilómetros cuadrados, conformando una especie de gran familia extendida regida por códigos poco ortodoxos desde el punto de vista protocolario, pero sin por ello perder un ápice de su capacidad para mantener con dignidad el alto nivel de representación que a cada uno, a su manera, le correspondía. Los primeros en llegar, a poco de terminada la cruenta Segunda Guerra Mundial, fueron los condes de Barcelona, figuras auténticamente vertebradoras de toda esta historia, siguiendo después todos los demás, en un proceso de varios años que fue dando forma y carácter a la pequeña pero gran colonia regia. Su importante presencia allí imprimió un carácter particular a esa Costa Dorada portuguesa que se extiende entre Carcavelos y Cascais, llegando hasta la sierra de Sintra, que se hace imposible de entender sin ellos, y llevó a aquellas tierras a multitud de visitantes foráneos que contribuyeron a que el muchas veces olvidado Portugal fuese, en algunos momentos y por los motivos más peregrinos, el foco de atención de las miradas del mundo. Por tanto, esta historia comienza en aquel lejano 1946 para concluir en 1969, cuando, tocado ya de muerte el dictador Salazar, don Juan Carlos de Borbón fue proclamado en Madrid «sucesor a título de rey» del dictador español Francisco Franco, tomando en ese acto sobre sus espaldas, además del futuro de la siempre incierta España, muchas de las esperanzas de todos aquellos príncipes que, como su propio padre, vieron con dolor frustrados muchos de sus anhelos.
Pero este libro que tanto me ha aportado no hubiera sido posible sin la maravillosa contribución de tantas personas que, aquí y allá, quisieron compartir conmigo sus vivencias, o simplemente aportarme un dato de esos que contribuyen a poder construir una historia. En primer lugar los generosísimos portugueses: mi buen amigo José Alberto Ribeiro, Ana Espírito Santo (siempre dispuesta a ayudar) y su hermano José Manuel, el duque Dom Duarte de Braganza, Salvador Taborda Corrêa de Sá (magnífico fadista), el conde de Povoa y su esposa María del Mar Tornos, Isabel Juliana de Sousa e Holstein Beck y sus hijos Joao y María Campilho, Joao Manuel d’Orey de Brito e Cunha, Elisabeth Martorell y Orleáns-Braganza, Francisco Geraldes, Pedro García (director del hotel Palacio), la historiadora Margarida Magalhaes Ramalho (autora de varias obras sobre Estoril), Carlos Alberto Damas y Mario Assis Ferreira (director del Casino de Estoril), con un recuerdo muy especial para la princesa Teresa de Orleáns-Braganza, tristemente fallecida durante la redacción de este libro. Y también en Portugal a los archiduques José y María de Austria, que con tanta amabilidad y simpatía me recibieron en su casa de Estoril. En España, a mi buen amigo Antonio Eraso Campuzano (siempre generoso), el rey Simeón II de Bulgaria, Beatriz de Orleáns-Borbón (por sus buenos consejos), Nicolás Franco y Pascual de Pobil, Beatriz Tornos Zubiría, José Luis Sampedro Escolar, José María Gil-Robles y Gil-Delgado, Pilar Eyre, Pilar Urbano, el marqués de Torrelaguna, Carmen Güell Malet, Coqui Malagrida y Pons de Cors, el príncipe Adam Czartoryski, Juan de Sentmenat y Urruela, el marqués de Foronda, Iván Garrido Jorquera, Javier González de Vega, el príncipe Franz Wilhelm de Prusia, Alfonso Pérez-Maura, Juan Antonio Bertrán de Caralt y Emilio Bonet. En Francia, al buen conde Guy de Castéja (cuyo nombre me abrió tantas puertas), Fabien Grandille y mi viejo amigo Alain Giraud; en Brasil a Alberto Penna Rodrigues (junto a quien visité el palacio da Pena en Sintra); en Bélgica, a Christophe Vachaudez; y en Inglaterra, a Arthur Addington y Sue Woolmans. Y, por supuesto, a Claudio Thomann. A todos ellos gracias infinitas por todo su ánimo y su apoyo en este emprendimiento que no hubiera podido llevarse a cabo sin su generosa colaboración y sus muchos desvelos.
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