La cultura gay tiene características propias. Enciclopedia Gay, como su nombre lo indica, es un compendio brillante y, además, un manual de instrucciones. En este libro está catalogado todo lo que el pop, el camp, la moda, el consumo, las imágenes del cuerpo y el arte contemporáneo le deben al mundo gay. Una interpretación, una lectura. Tanto si se trata de Barbra Streisand o de Beyonce, de Grace Kelly o de David Bowie, al tomar posesión de ellos como iconos, la cultura gay construye y transmite otros valores, distintos. El talento y la gracia de Ignacio D Amore y Mariano López para detectar las diferencias entre la consideración rutinaria de un ídolo o un fenómeno y la figura sutil incorporada al registro gay son a la vez prodigiosos e irresistibles. El libro está organizado por distintas entradas. Se puede leer aquí una biografía de Michael Jackson que evoca los puntos menos recordados de su carrera subrayada irónicamente por la ambig edad, así como una hagiografía de San Sebastián, mártir patrono de la rebeldía homosexual. La figura de Sergio Goycochea, idolatrado apasionadamente por su conducta viril y valerosa en el arco de la Selección Argentina, encuentra una dimensión distinta, ajena por completo a la meramente deportiva. Por momentos deliramos con pequeñas e intensas biografías, otras veces con pequeñas joyas casi ficcionales, otras con la crónica más despiadada. Hay un capítulo especial dedicado a Madonna, entre decenas de otras personalidades reseñadas que con humor, certeza e inteligencia completan una colección de la que los autores esperan, como sostienen en el prólogo, «dispare nuevas y creativas formas del delirio, la diversión y el desparpajo».
Ignacio D’Amore & Mariano López
Enciclopedia gay
ePub r1.0
Polifemo7 26.03.14
Título original: Enciclopedia gay
Ignacio D’Amore & Mariano López, 2012
Editor digital: Polifemo7
Colaborador: Fil0gelos
ePub base r1.0
Notas
Ignacio D’Amore agradece a la House of Taranto; a la House of D’Amore; a mi coautora; a mis sistas (consejeras, editrices, confidentes, guías, inspirationals, compañeras); a mi novio; a quienes me enseñan; a las que aprenden. Y si no sabés, sabé.
Mariano López agradece de corazón a Ignacio D’Amore, Matías Carbone, Lucio Castro, Germán Garrido, Cecilia Palmeiro, Carolina Stegmayer. Todos ellos forman parte de este libro.
Anna Nicole Smith
Presidenta de los United States of White Trash junto con Britney Spears, Vickie Lynn Marshall nació en 1967, en el estado sureño de Texas. Fue criada por su madre y su tía, y se casó a los diecisiete años, matrimonio del que nació Daniel, su primer hijo. Luego de haber trabajado en tiendas y supermercados, comenzó a bailar en locales de striptease, y fue en uno llamado Gigi’s donde J. Howard Marshall, un megamagnate petrolero muy octogenario, se enamoró de ella luego de haberla visto derretirse al son del caño.
Viva, vivísima, mucho más que cualquiera de nosotras, Vickie comenzó a verse con Marshall. Él la bañaba en regalitos y ella, ¡pobre!, los tenía que aceptar sin quejarse. Mientras tanto, y ya bajo el nombre de Anna Nicole Smith, fue cimentando una carrera como chica Playboy, primero, y después como modelo de la marca de jeans Guess. Haciendo buen uso de sus curvas XXXL y de cierto parecido a Marilyn Monroe (lunar inclusive), posó para estos anuncios como una moderna chica pin-up de aire desprolijo y audaz. Su inocencia natural y auténtica multiplicaba su encanto, junto con su hablar agudo e infantil, sus modos algo bruscos y su personalidad muy traviesa.
Luego de varias propuestas de matrimonio, finalmente decidió comenzar una vida seria y se casó con el anciano trillonario en 1994, quien trece meses más tarde moría y dejaba en sus manos una fortuna incalculable e imposible de gastar en menos de mil años de despilfarro. Luego de eternas guerras legales, un jurado otorgó a Anna Nicole una pequeña (pero de todos modos millonaria) parte de la herencia de Marshall.
Protagonizó en 2002 The Anna Nicole Show, reality de culto en el que, por ejemplo, desayunaba mientras le esculpían las uñas y le peinaban las extensiones platino.
Una asistente de mal carácter, además de un pésimo estilista con peores modos, la secundaban en sus intentos por bajar de peso y conseguir novio.
En septiembre de 2006, en medio de un controvertido noviazgo con su abogado y representante, tuvo a la pequeña Danielynn, quien en realidad era hija de un fotógrafo touch and go de su pasado inmediato. Siete días después del parto, su hijo Daniel, de veinte años ya, fue a visitarla al hospital y repentinamente entró en shock. Casi de inmediato murió. Según se supo en la autopsia, el colapso resultó de una sobredosis de medicamentos no prescriptos y metadona.
Así fue como Anna Nicole enterró a su hijo mientras acunaba a su nueva niña. Unos meses después, abstraída en una realidad de dolor y de fatiga, trastornada por la prensa, hecha añicos por la tortura jurídica, Anna Nicole Smith murió. El 7 de enero de 2007 fue hallada inconsciente en la habitación que ocupaba en un hotel en Florida. Mientras era trasladada a un centro de atención, colapsó, víctima (y artífice, quizá) de una combinación de por lo menos siete medicamentos diferentes.
Carlos Monzón
Si bien es mucho lo que se sabe de Carlos Monzón, es demasiado lo que se ignora. Algunos aspectos de su curiosa y rica personalidad empezaron a ver la luz luego de años de su muerte, ocurrida en un trágico accidente automovilístico en 1995. Entre otros, sobresale su brutalidad naive, que conmoviera en más de una ocasión a la actriz y conductora Susana Giménez, con quien vivió un tórrido y promocionado romance a mediados de la década del setenta. En el número 2 de la revista Susana, publicado en julio de 2008, Giménez cuenta en una nota que lleva su firma una anécdota que pinta al gran boxeador argentino de cuerpo entero. Monzón y Giménez pasaban una temporada en Mar del Plata. Hacía frío y habían ido abrigados a pasar el día a la playa. De pronto Susana ve un hermoso pingüino y exclama emocionada: «¡Qué divino! ¡Cómo me gustaría tocarlo!». Como obedeciendo un llamado de los cielos Monzón se incorpora, se acerca al pajarraco, lo mata de un piedrazo y se lo lleva como ofrenda fresca de sangre a una Susana que no sabe si salir corriendo, compadecerse o denunciar a su fiancé. Monzón era así, puro amor. Pero ya lo dijo la abuela, «hay amores que matan». Pregúntesele si no a la finada Alicia Muñiz, que después de darle un hijito sufrió durante años golpes y golpazos que terminaron en el famoso balcón de Mar del Plata, de donde la rubia artificial salió despedida hacia la eternidad después de violenta trifulca. Pregúntesele a la misma Susana, que hoy recuerda el lado tierno de la brutalidad del Carlos, pero que durante años tuvo que hacer temporada en Mardel enfundada en anteojazos para ocultar los bifes que la dejaban medio tuerta… Pregúntesele a la fiel Pelusa, su primera novia y mujer de toda la vida, que lo bancó hasta el final y lo iba a visitar a la cárcel después de que se lo declarara culpable del asesinato de la pobre Alicia. Y pregúntesele, por qué no, a Alain Delon, su gran «amigo» europeo, que venía a visitarlo a la cárcel santafesina en la que el boxeador cumplía su condena. Se ha dicho y rumoreado que Delon murió por Monzón cuando lo vio en Roma en la cúspide de su gloria.