Agradecimientos
A mis pacientes y alumnos, por brindarme su confianza y permitirme el acceso a sus maravillosos universos. Son mi fuente permanente de inspiración.
A Eleonora Biaiñ y Andrea Maini, integrantes de mi equipo de terapeutas, por la minuciosa revisión del material, y sus acertadas sugerencias en la realización de cambios y agregados a esta nueva versión del método. Sus aportaciones fueron de un valor incalculable.
A Patricia Stokoe, quien fuera mi maestra del cuerpo y de la vida, porque fue ella quien me mostró el camino de la reflexología.
A Enrico, mi marido, por su infinita paciencia y soporte en todos los ámbitos. Su amor y contención son los pilares fundamentales que facilitan mi dedicación a los múltiples y variados proyectos que ocupan mi vida.
A mi adorada familia, por todo el amor que me brinda y despierta en mí. Mis hijos Eleonora, Juan Manuel y Emiliano; mis hijos del corazón Pablo y Lucas; mi hermana Claudia; mi sobrino Federico; y mis mascotas Emma y Ugo.
A mi nieta Juana, por llenar de luz mi existencia y mi alma y por enseñarme a descubrir nuevos mundos a través de su mirada.
Capítulo 1
LA MIRADA HOLÍSTICA
1.1. El abordaje holístico
El método de reflexología desarrollado en este manual se sustenta en una filosofía holística. El término ‘holística’ proviene de la voz griega holos que significa entero, completo, íntegro.
Esta forma de pensamiento concibe la realidad como una unidad, un todo compuesto de variables interactivas en el que se integran procesos y contextos.
Desde esta mirada:
- Cualquier suceso es pensado como un holos en el que participan y se integran múltiples aspectos.
- Todo fenómeno constituye una totalidad en el interior de otra: una sincrónica conjunción de holos dentro de otros que los abarcan. Por esto, ningún hecho o circunstancia puede considerarse causa directa de un acontecimiento en su totalidad pues este se relaciona, a su vez, con otros holos o totalidades que expresan múltiples correspondencias.
- La realidad no es vista como objetiva e inamovible sino como un complejo sistema de escenarios posibles.
- El ser humano es también concebido como un holos: una unidad de cuerpo, mente y espíritu, en interacción con su medio ambiente y entorno social.
Este modo de abordar la realidad no es novedoso. En la antigüedad, ciencia y filosofía componían un sólido entramado, y los filósofos se abocaban a comprender el significado de las cosas sin pretender predecirlas ni controlarlas. El universo era concebido como una totalidad, y el ser humano se hallaba integrado de manera armónica con su ecosistema, en un plano de igualdad en relación con las otras especies. En contraposición a esto, la ciencia moderna nos ubicó en un lugar de observadores distantes de la naturaleza, y nos impuso el mandato de escudriñarla hasta descubrir sus secretos, quebrando, de este modo, la antigua unión entre el conocimiento científico, el filosófico, entre el cuerpo y el alma, entre la ciencia y el arte.
1.2. El modelo holográfico
Tal como se concibe en la actualidad, el pensamiento holístico emerge de un nuevo paradigma, entendiendo por este el marco teórico desde el cual apreciamos una realidad cualquiera. En el ámbito de la ciencia, a este nuevo cuerpo de conocimientos se lo ha dado en llamar paradigma holográfico, por estar basado en la metáfora del holograma, una fotografía tridimensional realizada con la ayuda de un láser. Lo particular de este tipo de fotos es que cada fragmento de la imagen está constituido por una versión pequeña, pero idéntica, de la impresión original. Cada parte del holograma contiene, de manera reducida, la totalidad de la información que posee la imagen completa.
En esta misma línea de conocimiento, David Bohm, físico teórico y antiguo colaborador de Einstein, afirmó que, aun cuando el cosmos se nos presenta como consistente, ciertamente no lo es, ya que las aparentes partes constituyen solo extensiones de la misma sustancia. Consideró así el universo como un gigantesco holograma en el que las partículas subatómicas parecen separadas las unas de las otras solo porque estamos mirando una parte de las mismas.
En un universo de estas características, todo existe de manera simultánea, por lo que, este descubrimiento cambia también la noción tradicional de tiempo y espacio a la que estamos habituados. Desde esta concepción, ambos fenómenos pasarían a ser solo proyecciones de un orden superior que lo contiene: un súper-holograma.
Aunque desde lo ideológico nos podamos adherir a la existencia de esta integralidad, a los seres humanos nos es imposible percibirla, pues su realidad resulta inaccesible para nuestros sentidos o mediante la observación científica directa. Por nuestras propias limitaciones, solo podemos acceder al holos en un proceso posterior de unión de partes que, por nuestra forma lógica de pensamiento, tendemos a organizar de manera secuencial.
De este paradigma emerge la certeza de que no existe una realidad objetiva y que, aun cuando nuestro pensamiento tiende a clasificar los distintos fenómenos, estas categorías son necesariamente artificiales pues todas las cosas en el universo se encuentran infinitamente interconectadas. Se trata de una dinámica no lineal de la vida, al estilo de los sueños, o los momentos de gran movilización emocional o iluminación en los que el mundo se nos presenta más global, más integrado.
Dentro del mismo modelo pero en otra línea de investigación, Karl Pribram, un neurofisiólogo norteamericano de origen vienés, que se dedicó a estudiar el fenómeno de la memoria, investigando cómo y dónde se almacenaban los recuerdos en el cerebro, afirmó la naturaleza holográfica de la realidad formulando su teoría del cerebro holográfico.
Pribram dedujo que la memoria debía quedar almacenada en el cerebro como un holograma y que esa era una explicación válida para justificar la naturaleza gestáltica de toda percepción junto con el hecho de que los recuerdos persistieran en personas con graves daños en su sistema nervioso central.
En su modelo, ubica al cerebro como el responsable de crear el espacio, el tiempo, los objetos y la realidad exterior misma. Esto ha conducido a la idea de que los acontecimientos que definen la actividad cerebral están fuera del espacio-tiempo.
El psicólogo transpersonal Stanislav Grof en su libro La mente holotrópica encuentra en esta idea un modo de echar luz sobre muchos de los fenómenos que ocurren en los estados alterados de conciencia y en ciertos fenómenos paranormales como la telepatía, la curación a distancia o la clarividencia.
Por su parte, Bohm y Pribram atribuyeron a experiencias místicas, tales como los sentimientos de comunión trascendental con el universo, la cualidad de ser formas de ingreso al espacio holográfico. Se basan para afirmar esto en las descripciones que hacen los grandes místicos respecto de sus experiencias de unidad cósmica con el todo, considerando que estas personas lograban acceder a regiones de su mente que tenían la capacidad de conectarse con la totalidad.
El neurocientífico G. G. Globus agrega a esta mirada el concepto de que todos estaríamos participando del mismo mundo, pues nuestros cerebros se encontrarían conectados entre sí conformando una mente colectiva o global.
Desde la aparición del modelo holográfico del cerebro propuesto por Pribram, ha habido enormes avances en lo que refiere al estudio de la conciencia, como lo que propone el físico y matemático Roger Penrose, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, especialista en relatividad global y cosmología. Él postula que la conciencia es el producto de un fenómeno de coherencia cuántica en el cerebro: la misma coherencia de luz que posee un rayo láser. El cerebro se parecería a un ordenador óptico que, en vez de servirse de impulsos eléctricos para transmitir la información, se sirve de luz coherente, es decir, de rayos láser que no transmiten información sino conciencia.