La canción de Antioquia
Manuel Custodio
Sello
Crónicas de Ultramar / 1
Ilustraciones
Óscar Ortiz Estacio
Edición
Zaragoza, 2014
Título: La canción de Antioquía
Diseño de la portada: Manuel Custodio (retoque por Óscar Relaño)
Ilustración de la portada: Escudo normando del siglo XI (armae.com)
Primera edición: diciembre, 2014
Sello: Crónicas de Ultramar / 1
© 2014, Manuel Custodio
© 2014, Óscar Ortiz de las ilustraciones señaladas
http://www.lacanciondeantioquia.blogspot.com.es/
Impreso en España – Printed in Spain
ISBN: 978-84-617-1952-5
Depósito Legal: Z 1422-2014
Impreso en Printcolor Ctra de Mollet a Sabadell Km 4,3 Pol Ind. Can Vinyals, Nave 18 08130
Santa Perpétua de Mogoda (Barce lona)
Seignor, oïés canchon, qui moult fait à loer
Par itel convenant la vos puis-je conter...
Je ne vous vorrai mie mensonges raconter
Ne fables, ne paroles pour vos deniers embler
Ains vous dirai canchon où il n'a hamender
Del barnage de Franche qui tant fait à loer!
Chanson d'Antioche, Richard le Pèlerin
A mi mujer Marietta, a mi hijo Guillem.
Tras doce años de escritura intermitente, la lista de personas y hechos que deberían engrosar esta página sería interminable. No está en mi intención ser descortés con nadie, así que me limitaré a señalar los más significativos.
En primer lugar a mi esposa María de la Fuente. Han sido doce años –quizá alguno más- escuchando mis teorías disparatadas, mis quejas por los escasos avances, mis continuos abandonos, los sucesivos cambios en los argumentos transversales. De cómo esto evolucionó de Guillem y Aznar a un relato vívido de la Primera Cruzada; de como la historia de una venganza se iba a convertir en la crónica de una cruzada desde Clermont hasta Jerusalén; de cómo del infinito volvió a involucionar hasta ser una novelización histórica; y de cómo, por fin, se convirtió en una historia épica de la primera cruzada a Tierra Santa. Ella siempre ha estado allí para aconsejarme en cada momento si debía darle un respiro al manuscrito o me estaba excediendo con el hiperrealismo de la narración. Es justo que esté ella aquí.
En segundo lugar a José Luis Corral, no por sus novelas, que también, sino por un trabajo que nos encargó allá por el 2001. Teníamos que hacer una síntesis sobre el islam, creo, y me acerqué a la biblioteca a buscar bibliografía. Y allí me encontré con una monografía diferente, hoy en día –y ayer- totalmente descatalogada, titulada Si te olvidara, Jerusalén , escrita por Pierre Barret y Jean-Noel Gurgand. Esta pequeña obra me abrió los ojos a un mundo que sólo conocía por manuales y películas, me introdujo dentro de un ejército en campaña, me reveló que los héroes no son tan héroes, y sufren al igual que el resto de mortales. Es el germen primigenio de esta novela. El otro gran libro que ha impulsado esta novela es la magna obra de Steven Runciman, Historia de las cruzadas . Acostumbrado a las sinopsis, ensayos, interpretaciones y posturas historiográficas, volver a escuchar los hechos tal como ocurrieron me devolvieron la perspectiva necesaria para reescribir yo mismo esa encrucijada.
Importante ha sido George R.R. Martin y su saga de Hielo y Fuego. Cuando estaba perdido, su forma de plantear los diferentes puntos de vista me sirvieron de inspiración para tomar el pulso narrativo… aunque también alargaron otros cuatro o cinco años la publicación definitiva.
Y por último, no quiero dejar de mencionar a algunas personas implicadas en este proyecto, y sin cuya participación, quizá no hubiera salido igual. A Óscar Ortiz, porque le prometí hace veinte años que él ilustraría mis novelas, y finalmente he cumplido. También por ejercer de lector paciente y crítico, señalándome anacronías y fallos de continuidad. De igual modo a Blanca Sánchez, por su celeridad en la lectura y adular mi ego en la dura travesía del que está a mitad del camino y no ve el horizonte. A Francho De la Fuente, a Dulce Saura, a mi suegro Paco, a María Pilar Rodrigo, a José del Calvario y Susana Diez, por leerse la primera parte pese a la confusión de nombres. A Emna Ben Kaabia, por aclararme dudas de pronunciación. A María José Muniesa, por hacer la última revisión y a Óscar Relaño, por retocar la portada. Incluso a esta bendita crisis que me ha dejado tiempo para escribir. A todos ellos, gracias.
Si algún fallo, errata o malinterpretación se desprende de esta obra, la culpa es únicamente mía. Nadie está a salvo de meter la pata, y por muchas correcciones y estudios que uno haya realizado, el fantasma del error acecha tras los muros de la fortaleza.
Por supuesto, gracias a vosotros, que habéis adquirido este ejemplar, ya sea por amistad, compromiso, gusto o curiosidad. Sin los lectores, mi esfuerzo no obtendría los deseados frutos.
Zaragoza, 1 de octubre de 2014
Manuel Custodio
Dramatis Personae
Glosario
Cartografía
Prólogo La misión de Ismail
Capítulo I Las murallas de Edesa
Capítulo II El otro lado del muro
Capítulo III La torr e de las Dos Hermanas
Capítulo IV El señor de Toul
Capítulo V Tiempo de muerte
Capítulo VI La pérdida de la esperanza
Capítulo VII Hambre y desolación
Capítulo VIII La cena de los héroes
Capítulo IX Signos
Capítulo X Promesas
Capítulo XI Tierra de promisión
Capítulo XII El guardián de Saint Simon
Capítulo XIII Tiempo de duda
Capítulo XIV El último de los sacramentos
Capítulo XV El valor de la vida
Capítulo XVI Ahora o nunca
Capítulo XVII La palabra de un hombre
Capítulo XVIII Historias de medianoche
Capítulo XIX Los tafures
Capítulo XX La sombra de un perro
Capítulo XXI La devoradora de corazones
Capítulo XXII El precio de un caballo
Capítulo XXIII Matrimonio
Capítulo XXIV Ser o poseer
Capítulo XXV Con nombre de guerra
Capítulo XXVI Sombras
Capítulo XXVII Terrores nocturnos
Capítulo XXVIII El hombre quebrado
Capítulo XXIX Instintos
Capítulo XXX Cobardes
Capítulo XXXI Punto de partida
Capítulo XXXII Heraldo de la guerra
Capítulo XXXIII Por los viejos tiempos
Capítulo XXXIV Mareas de guerra
Capítulo XXXV Semillas de traición
Capítulo XXXVI El portador de la antorcha
Capítulo XXXVII Espadas en la oscuridad
Capítulo XXXVIII Errores
Capítulo XXXIX Los jinetes del Apocalipsis
Capítulo XL Los sueños del principe
Capítulo XLI Dolor
Capítulo XLII El punto más alto
Capítulo XLIII El capitán del barco hundido
Capítulo XLIV Muros
Capítulo XLV Vencedores o vencidos
Capítulo XL VI La justa recompensa
Capítulo XLVII El hundimiento
Capítulo XLVIII Re quiescant in pacem
Capítulo XLIX E l patriarca de Antioquía
Capítulo L Lazos de sangre
Capí tulo LI En el calor del hogar
Capítulo LII El escarabajo 335
Capítulo LIII A rmas de crucesignatus
Capítulo LIV El maestro del hashishi
Capítulo LV El último ataque
Capítul o LVI Truhanes
Capítulo LVII La llegada de Satán
Capítulo LVIII Non mihi, non tibi, sed nobis
Capítulo LIX Nada queda
Capítul o LX Reconciliación
Capítulo LXI Una rápida victoria
Capítulo LXII Miserere
Capítu lo LXIII In sepultum
Capít ulo LXIV El otro Ismail
Capítulo LXV El buen musulmán
Capítu lo LXVI Malregard
Cap ítulo LXVII Herrumbre
Capítulo LXVIII Confundido s
Capítulo LXIX Honor y muerte