Investigacion que nos introduce en el pensamiento socialista. Abarca desde 1789 hasta mediados del siglo XIX. Estudia, entre otros, a Gracchus Babeuf y su "conspiracion de los iguales"; Godwin, Paine y Hall, iniciadores del pensamie"/>
G. D. H. Cole
Los precursores (1789-1850)
Historia del pensamiento socialista I
Título original: A history of socialist thought. The forerunners (1789-1850)
G. D. H. Cole, 1953
Traducción: Rubén Landa
Investigacion que nos introduce en el pensamiento socialista. Abarca desde 1789 hasta mediados del siglo XIX. Estudia, entre otros, a Gracchus Babeuf y su "conspiracion de los iguales"; Godwin, Paine y Hall, iniciadores del pensamie"/>
Prólogo
E STE libro, aunque por sí mismo constituye una unidad, será el primero de una serie que formará una historia general del pensamiento socialista. Aproximadamente abarca desde 1789 hasta mediados del siglo XIX ; pero aun dentro de los límites que yo mismo me he puesto, deja fuera algo que pertenece a este período. La mayor de estas omisiones es la relativa al socialismo ruso, desde los proyectos de nacionalización de la tierra de Pestel, en la década de 1820, hasta Belinsky, Herzen y Bakunin, quienes actuaron bastante antes de 1850. Esta omisión es deliberada y quedará reparada en el volumen segundo. He creído más conveniente posponer el estudio de Herzen y Bakunin a fin de poder enlazarlos directamente con desarrollos posteriores: a Herzen con Chemishevsky y los Narodniks, y a Bakunin con las luchas que dividieron la Primera Internacional y con el desarrollo del anarquismo. En cambio el estudio de varios pensadores de que trato en este volumen lo he continuado hasta después de 1850. Blanqui y Proudhon son ejemplos salientes de esto. Por otra parte, en el caso de Marx y Engels he procurado tratar sólo de sus primeras fases, dejando que el desarrollo posterior de su pensamiento sea examinado en relación con los movimientos que ellos crearon o en los cuales influyeron durante la segunda mitad del siglo. Así pues, en este volumen no se intenta exponer el marxismo de una manera completa: termina, no completamente en el Manifiesto comunista , sino en la disolución de la Liga comunista después del eclipse del movimiento revolucionario de Europa al comenzar la década de 1850.
Quiero dejar sentado que esta obra no trata de ser una historia del socialismo, sino sólo del pensamiento socialista con las referencias al movimiento socialista que sean necesarias para explicar el pensamiento. En realidad, escribir una historia completa del socialismo sería tarea imposible para un solo autor y tendría que ser algo más extenso de lo que yo pienso escribir, aun en el caso de que tuviese los conocimientos necesarios. Incluso dentro de los límites más modestos de lo que intento, reconozco mis defectos. No sé ruso, casi nada de español, muy poco de italiano y no mucho de alemán; y me desagrada tanto leer alemán que lo evito siempre que puedo. Por consiguiente tiendo a valerme de traducciones inglesas o francesas, cuando existen, de obras escritas en aquellas lenguas, y sólo acudo a los originales en alemán de obras traducidas cuando necesito asegurarme de que la versión de algún pasaje no está equivocada. Tiendo también a tomar mi material alemán mucho más de segunda mano, cuando no existen traducciones, que cuando se trata de obras escritas en inglés o francés; y espero que mis lectores más expertos fácilmente descubrirán esto por sí mismos, aunque espero no haberme dejado extraviar demasiado.
El segundo volumen de esta obra está ya bosquejado a medias. Además de incluir a los precursores rusos omitidos, trata principalmente de las últimas fases del marxismo hasta la aparición de los partidos socialdemócratas del último cuarto del siglo XIX , de la Primera Internacional, la Comuna de París y la división de marxistas, anarquistas y de los que, como los fabianos y los laboristas independientes de Inglaterra, no eran ni lo uno ni lo otro, y también del desarrollo de la doctrina social cristiana posterior a 1850 y del movimiento alemán peculiarmente llamado con frecuencia «Socialismo académico» o «Socialismo de cátedra». Menciono estos hechos porque ayudan a explicar la omisión en este volumen de un número de socialistas no rusos, que empezaron a actuar bastante antes de 1850; por ejemplo: Rodbertus, Lasalle y Von Ketteler en Alemania; Colins, Kats y De Kayser en Bélgica, y algunos de los precursores italianos y españoles.
Respecto a este volumen primero debo expresar mi gratitud a varias personas. Sobre todo a mi colega Isaiah Berlin, quien ha leído en pruebas todo el libro y que me ha ayudado a mejorarlo considerablemente de acuerdo con su crítica sagaz y admirable. También debo indicaciones valiosas a mis colegas el Dr. H. G. Schenk y John Plamenatz, que leyeron algunos capítulos y me corrigieron varios pasajes en que me había desorientado. También estoy muy agradecido a mi cuñado Raymond Postgate, así como a mi amigo H. L. Beales por el préstamo de libros, que no me hubiese sido fácil obtener por otro lado; y, como siempre, debo mucho a la incansable ayuda de mi secretaria Rosamund Broadley, quien, milagrosamente, puede entender mi letra y perdonármela.
Con mi esposa estoy tan a menudo en deuda que generalmente acabo por no dar le las gracias.
G. D. H. Cole
All Souls College, Oxford
Julio, 1952
Investigacion que nos introduce en el pensamiento socialista. Abarca desde 1789 hasta mediados del siglo XIX. Estudia, entre otros, a Gracchus Babeuf y su "conspiracion de los iguales"; Godwin, Paine y Hall, iniciadores del pensamie"/>
Capítulo I
Introducción
L A imposibilidad de definir el socialismo ha sido puesta de relieve con frecuencia y considerada a veces como un reproche. Pero ni en política ni en moral hay ninguna idea o sistema importante capaz de ser exactamente definido. ¿Quién puede definir satisfactoriamente lo que es la democracia, la libertad, la virtud, la felicidad, el Estado, el individualismo o el socialismo? Lo más que puede intentarse en casos como éstos, con alguna probabilidad de éxito, es descubrir algún núcleo central del significado, que esté, presente con adiciones distintas, en todos o en muchos de los diferentes usos de las palabras de que se trate, pero que, casi seguramente, nunca se encontrará solo, sin alguna adición. El descubrimiento de ese núcleo central no bastará para que comprendamos estas palabras; porque los significados añadidos forman parte no menos esencial de los significados adquiridos. Una palabra significa lo que es costumbre que signifique, o, para fines prácticos, por lo menos, lo que es o ha sido generalmente costumbre que signifique para personas cuyas expresiones debemos tener en cuenta. Sin embargo, si podemos encontrar un núcleo central al significado, estaremos en mejores condiciones para comprender sus diferentes usos, y en la búsqueda de este núcleo es un primer paso valioso averiguar cómo empezó a emplearse la palabra.
No se sabe quién empleó por primera vez los vocablos «socialismo» y «socialista». Hasta donde se sabe, aparecieron impresos por primera vez en italiano en 1803, pero con un sentido que no tiene relación con ninguno de sus significados posteriores. Después no se encuentran huellas de ellos hasta 1897, cuando la palabra «socialista» fue empleada en el owenista Co-operative Magazine para designar a los partidarios de las doctrinas cooperativas de Owen. La palabra socialisme apareció, que se sepa, por primera vez impresa en el periódico francés Le Globe en 1832. Este periódico estaba entonces dirigido por Pierre Leroux, que había hecho de él el órgano principal de los saint-simonianos; y la palabra socialisme fue empleada como caracterización de la doctrina saint-simoniana. La palabra se empicó con frecuencia por Leroux y Reynaud durante la década de 1830 en su Nouvelle Encyclopédie y en otros escritos, y pronto llegó a usarse en un sentido más amplio para incluir un número de grupos que aspiraban a alguna clase de orden social nuevo, basado en una concepción económica y social de los derechos humanos. Después, tanto «socialismo» como «socialista» fueron empleados muy a menudo en Francia y en la Gran Bretaña, y pronto pasaron a Alemania, a otros países europeos y, también, a los Estados Unidos. Es muy probable que se emplearan oralmente antes de que las escribieran: las más antiguas acepciones que se conocen no hacen pensar en que se creyese que fueran palabras recientemente acuñadas, aunque acaso lo eran. Eran términos convenientes y muy naturales para describir ciertas actitudes y proyectos de reorganización social para los cuales, hacia la tercera década del siglo XIX , se hizo necesario en el lenguaje corriente una etiqueta de amplia identificación.
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