EPÍLOGO
Esta historia del socialismo en España se cierra con las elecciones generales de 1982. Desde entonces hasta que el libro se publica vivimos bajo un gobierno socialista, pero este tracto todavía no puede entrar en la historia. Una enorme decepción se cierne ya sobre los españoles que no votaron socialismo y muy a pesar suyo sobre muchos que sí votaron. No se observan por parte alguna esos proyectos articuladísimos que el PSOE alardeaba preparar y poseer para cuando gobernase; nada de nada. Entre la celebración de las elecciones generales y la convocatoria de las municipales, ya en 1983, el PSOE ha procedido por una inconcebible vía política de agresiones institucionales, que deja en mantillas a la tan criticada del general Primo de Rivera en la Dictadura de 1923. Ha provocado el caos en miles de familias con una política de incompatibilidades a manotazos. Ha visto cómo el paro no solamente no disminuye sino que aumenta ya, desde las elecciones a la publicación de este libro, en más de doscientas mil personas, lo que hace ya inviable su principal compromiso electoral. Ha propuesto, y está a punto de consumar, una trágica agresión a la vida con el proyecto de ley del aborto. Ha conmocionado, con dudas profundas de constitucionalidad, el sistema de empresa privada con su expropiación nocturna del Holding RUMASA. Parece haber levantado la veda del empresario, y el mundo de la empresa se siente acosado y perseguido. Ha planteado una política exterior tercermundista y vergonzante, congelando el ingreso militar de España en la OTAN, permitiendo mansamente las humillaciones que, con colaboración norteamericana, suele imponer a España el Rey de Marruecos, y abriendo sin contrapartida la verja de Gibraltar por la que Inglaterra ha enviado, de forma humillante, su escuadra de las Malvinas. Ha ocupado y degradado la radio del Gobierno y la televisión de monopolio hasta extremos inconcebibles, sin alterarse ante el unánime rechazo de la prensa y la opinión. Ha planteado una política educativa amenazadora contra la enseñanza privada y una política cultural cuyo efecto más conocido es el empleo aberrante de la palabra catorceavo. Ha mimado al Ejército de forma tan sospechosa como servil y no ha ofrecido de momento más compensaciones que criticar a la situación heredada mientras señorea despóticamente los restos de la Prensa del Estado y contempla impasible, entre críticas bien poco democráticas, la situación desesperada de la prensa no oficial.
Nada desea tanto el autor como que este epílogo se convierta alguna vez en el principio triste de un capítulo brillante. Pero hasta el momento esto es lo que hay.
Resulta casi improcedente, al término de este libro, discutir sobre el sentido marxista del Partido Socialista Obrero Español. Como sabemos el PSOE nació marxista, y sus programas iniciales rebosaban marxismo puro, como aprobados directamente por Carlos Marx. El marxismo no se ha incluido en los programas vigentes hasta los Congresos finales en la trayectoria del PSOE, ya resucitado en España. Pero naturalmente que se trata de un partido marxista, aunque haya seguido, en su evolución, los avatares históricos del propio marxismo.
Un ideólogo socialista, el actual ministro de Educación señor Maravall, dice en su citado libro: «La historia del PSOE está marcada por la coexistencia de dos almas o tentaciones tradicionales de la socialdemocracia clásica: un alma utópica defensora de objetivos revolucionarios y un alma realista empeñada en una práctica de reformas».
Parece claro que Felipe González, tras sus victorias de 1974 y 1979 en el seno de un partido muy radicalizado por el alma utópica, ha intentado con clarividencia y patriotismo guiarlo por los dictados del alma realista, sin renunciar por ello a la tradición utópica que otros, más radicales, pretenden convertir en programa de acción. Al resumir ahora los alarmantes desaciertos de su gobierno no pretendemos cancelar los méritos de su ejecutoria. Sólo poner un punto final que esperamos provisional y superable a más de un siglo de historia socialista que se ha debatido, muchas veces trágicamente, entre los tirones de esas dos almas. Pero sin el que no puede entenderse el último tramo de la historia contemporánea española.
PRÓLOGO CON COLABORACIÓN SOCIALISTA
En diciembre de 1969, cuando el PSOE yacía disperso en la clandestinidad o en el exilio de Europa y América, y cuando Felipe González y su equipo no habían iniciado aún más que en sueños su larga marcha hacia el poder en una España democrática, el autor publicó una serie de artículos en un diario de Madrid sobre la historia del socialismo en España. Poco después los reunió en forma de un libro que publicó la Editora Nacional con el título La historia perdida del socialismo español.
La Agrupación Socialista de los españoles entonces exiliados en México, que en muchos casos han regresado felizmente a España después e incluso han desempeñado en ocasiones un papel importante en la reconstrucción del PSOE y en la normalización política española, celebró poco después de la primera publicación citada una asamblea general ordinaria cuyas actas se transcribieron el 26 de marzo de 1970 en El Socialista, editado entonces en Francia. Transcribimos aquí, como prólogo y testimonio, algunos extractos de dichas actas:
DESDE MÉXICO
Importante asamblea de la Agrupación Socialista
La Agrupación Socialista Española en México ha celebrado su Asamblea General Ordinaria, que por las circunstancias que han concurrido en ella ha revestido singular importancia a juzgar por lo que se dice en la amplia reseña que nos envía nuestro corresponsal. Por tratarse de algo que desborda el interés local y porque ofrece a nuestros compañeros y lectores ocasión de que conozcan lo que dice del Partido y de sus hombres el historiador don Ricardo de la Cierva, en la serie de folletones aparecidos en el diario de Madrid El Alcázar, insertamos a continuación íntegramente la reseña de la asamblea ordinaria de la Agrupación Socialista Española en México.
«Celebra esta Agrupación el día 3 de febrero su asamblea general ordinaria correspondiente al cuarto trimestre del año pasado. En ella se examina, como es costumbre, el movimiento de altas y bajas de afiliados, aprobándose las altas de Josefina Sierra García, Linda y Paloma Salcedo García y José Miguel Vergara Garay, conociendo también las bajas por fallecimiento de los compañeros Serapio Aranguren Berriatúa, Pedro Sierra Álvarez y Luis Alangua Álvarez, en recuerdo de los cuales la asamblea guarda un minuto de silencio.
»Conoce y aprueba la asamblea la situación económica de la Agrupación por el estado de cuentas de que da lectura la tesorería, así como el dictamen emitido por la comisión revisora de cuentas.
»En el punto correspondiente a gestión del comité, la secretaría da lectura al informe redactado por el mismo, en el que, a manera de preámbulo, dice: Esta asamblea, compañeros, como todas las celebradas durante nuestro largo exilio, así como nuestros demás actos políticos, nuestros manifiestos, nuestros boletines de información, nuestros periódicos, nuestros folletos y nuestros libros, constituyen la acción positiva de nuestra presencia y existencia política y, por tanto, según nuestro parecer, una continuación, modesta si se quiere, pero una continuación de la historia del Partido Socialista Obrero Español.
»Decimos esto, porque en España, en un periódico de Madrid, durante el mes de diciembre pasado, escritos por un historiador español, se ha publicado una serie de artículos titulada La historia perdida del socialismo español.
»Después de más de treinta años, durante los cuales no se ha ahorrado el francofalangismo dicterio alguno, ni insulto ni vilipendio contra el Partido y sus militantes, ya fueran éstos destacados o modestos, así como toda clase de atropellos, persecuciones, encarcelamientos o alevosos crímenes, cabe preguntarse qué intenciones, qué propósitos, cuáles fines se persiguen con la publicación de tales artículos, en los que como veremos se dispensa al Partido y a sus hombres más representativos el honor, el puesto y la categoría que en justicia merecen uno y otros en la historia política de España.