CUBA,
el socialismo y sus éxodos
ARMANDO NAVARRO VEGA
Copyright © 2013 por Armando Navarro Vega.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2013910153
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-4798-7
Tapa Blanda 978-1-4633-4799-4
Libro Electrónico 978-1-4633-4797-0
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Ilustración de portada: La Balsa de la Medusa, Theodore Géricault, 1818-1819
Fecha de revisión: 07/06/2013
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ÍNDICE
A mi madre, que no sobrevivió al naufragio de su pequeño mundo
A mis hijos, para que encuentren mis respuestas
A mis amigos, dispersos pero no olvidados
A Villa, que por apenas unos días no pudo ver la caída del Muro
A Jaime, con mi eterno agradecimiento
A Inma, mi refugio y mi fortaleza
Gracias a Orlando, a Perucho, a Santiago, a Fidelito, a Nacho, a Félix, a Carlos Felipe y a Carlos Pérez, a Luis, a Antonio, a Aristóteles, a María, a Jose, a Montse, a Yolanda, a Vito, a Diego, a Fifi, a Pepa, a Carmen y a Teresa por honrarme con su amistad, incluso más allá del tiempo y de la distancia, y por su contribución, aliento y apoyo a este proyecto.
…“los cubanos tienen que emigrar de su tierra porque allí, honradamente, no se puede ganar el pan. Ese espectáculo de centenares y millares de cubanos, obligados a abandonar su patria, y yo que he presenciado esa tragedia me pregunto muchas veces ¿y será posible que cualquiera de estos cubanos tenga que vivir aquí 10, 15, 20 y 30 años? Y pensar además que allá están los hermanos, y están los padres, cada día son más los cubanos que llegan, y las colas son interminables frente al consulado americano. Batista está resolviendo el problema del desempleo, gestionando con el consulado que den más visas todos los años. Batista está resolviendo el problema de Cuba, dejando a Cuba sin habitantes. Pueblos enteros están emigrando como Placetas, como Fomentos, como Cienfuegos, y para decirlo más brevemente, como Cuba entera”
Fidel Castro. Discurso pronunciado en Palm Garden,
New York, el 30 de Octubre de 1955. Transcrito del documental
“ Fiel Castro” de Ricardo Vega, Lunáticas Productions, 2008
“Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de líderes, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez… “
Jorge Luis Borges.
“ Toda utopía comienza siendo un enorme paraíso que tiene como anexo un pequeño campo de concentración para rebeldes a tanta felicidad; con el tiempo, el paraíso mengua en bienaventurados y la prisión se abarrota de descontentos, hasta que las magnitudes se invierten”
“La lucha del hombre contra el Poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”.
Milan Kundera
Este libro comenzó siendo una carta dirigida a un amigo (madrileño de nacimiento, cordobés de adopción, universal por vocación, sacerdote y de izquierdas) a raíz de una animada charla que compartimos en la terraza del Café Gaudí, en la ciudad andaluza de Córdoba, una soleada y fresca mañana de sábado.
En nuestras conversaciones ocasionales siempre hay un gran espacio dedicado a Cuba. Él es conocedor de la realidad cubana, fruto de sus incontables visitas al país, y un practicante de la solidaridad directa con las personas. En aquella charla en concreto, después de repasar las últimas noticias recibidas acerca de amigos y conocidos comunes, abordamos el análisis de la situación política y económica de la isla a la luz de los supuestos cambios que se estaban produciendo.
Yo argumenté mi convicción acerca del carácter ficticio de los mismos, basándome tanto en los hechos y datos que desmienten el discurso, como en la idea de que todo el proyecto “revolucionario” cubano ha estado dirigido, desde el primer día, a erigir y mantener una estructura diseñada a la medida de las ansias infinitas de poder y de trascendencia histórica de Fidel Castro, que explica la incorregible y extenuante pertinacia con la que se repiten los llamados “errores de la revolución”, disfrazados de firmeza ideológica, tras los que se han pretendido camuflar las verdaderas intenciones del régimen y de sus actuales continuadores.
¿Error o premeditación? Como expresa el principio filosófico y metodológico conocido como la Navaja de Ockham, “ cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la explicación más simple y suficiente es la más probable , aunque no necesariamente la verdadera cuando faltan evidencias” . En este caso, estoy persuadido de que sobran evidencias que avalan la tesis de la premeditación, e incluso de la “alevosía”.
Esta idea suele suscitar el rechazo emocional de una parte de la izquierda, inteligente y bien intencionada, que si bien está convencida ahora del carácter dictatorial del régimen y de su incapacidad manifiesta para mejorar la vida de los cubanos, le cuesta aceptar que lo que un día fue un modelo a seguir, ha sido en realidad una estafa a tiempo completo.
Esa izquierda se rebela contra ese pensamiento, busca una explicación plausible o intenta esbozar una disculpa ante el fracaso manifiesto. Los tópicos preferidos suelen ser el supuesto nivel de atraso y precariedad económica y social que tuvo que remontar la revolución a sus comienzos, fruto del neocolonialismo yankee; la hostilidad y el acoso posterior del imperio; la traición de la URSS y del Campo Socialista, o los llamados “logros incuestionables” en materia de educación y salud que en su descargo sitúan a Cuba, estadísticamente, al mismo nivel o por encima de países desarrollados.
Mi amigo compartía, pese a su conocimiento de las circunstancias, algunos de esos tópicos. Casi a modo de conclusión de aquella conversación, relacionando los temas tratados con su más reciente viaje a Centroamérica, me dijo: “Si, pero a pesar de todo Cuba no es, por ejemplo, Nicaragua”. Un tanto sorprendido por aquella afirmación de última hora, más que obvia, pero sobre todo por el argumento implícito que situaría en positivo a la revolución como la causa de dicha diferencia, lo insté a continuar la reflexión en otro momento, y nos despedimos cordialmente.
Mientras iba de regreso a mi casa pensé en la enorme dificultad que entraña desmitificar a la revolución cubana. Si un hombre como mi amigo, culto e informado, aún era capaz de encontrar argumentos exculpatorios pese a haber tenido ocasión y tiempo de verificar sobre el terreno las mentiras del régimen, qué cabría esperar del resto.
La principal coartada del castrismo y su mayor éxito propagandístico ha sido y es la reducción del drama cubano al enfrentamiento con los Estados Unidos. Una idea fuerza que la izquierda totalitaria difunde y defiende, y que todavía encuentra eco en una sociedad como la española, que aún supura por la herida de la guerra hispano-cubano-norteamericana. El dictador Francisco Franco nunca le negó el pan ni la sal a Fidel Castro, y hasta el centro derecha sociológico ve con cierta simpatía, aunque sea en privado, al pichón de gallego que fue capaz de enfrentarse a los norteños cual David frente a Goliat. Solo hay que recordar el intercambio de visitas, de declaraciones y de gestos afectivos entre Manuel Fraga Iribarne y el Comandante en Jefe en 1991 y 1992.
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