En la primavera de 1957, al final de su vida, cuando contaba 81 años, C. G. Jung emprendió la tarea de recapitular y poner por escrito sus «Recuerdos, sueños y pensamientos», con la colaboración de su colega y amiga Aniela Jaffé. En esta autobiografía las anécdotas se ponen al servicio exclusivo de su concepción del inconsciente y del hombre en general. No se detiene en recoger encuentros con otras celebridades ni en pronunciar discursos sobre el curso del mundo. Esta obra constituye el memorial analítico en el que el eminente psiquiatra suizo da a conocer sus años de formación, su ambivalente relación con Freud, sus principales viajes y descubrimientos, y la gestación del conocimiento que adquirió a partir de la experiencia de contacto, en ocasiones perturbador, con las imágenes arquetípicas que surgen del fondo del alma.
C. G. Jung
Recuerdos, sueños, pensamientos
Edición a cargo de Aniela Jaffé
ePub r1.0
marcelo77 09.01.2015
Título original: Erinnerungen Träume Gedanken
C. G. Jung, 1961
Traducción: María Rosa Borras
Editor digital: marcelo77
ePub base r1.2
Para Elena y Laura…
a quienes Jung hubiera
dedicado complacido
este trabajo…
INTRODUCCIÓN
He looked at his own Soul with a Telescope. What seemed all irregular, he saw and shewed to be beautiful Constellations; and he added to the Consciousness hidden worlds within worlds.
COLERIDGE, Notebooks
E N EL VERANO DE 1956 —durante el congreso Éranos en Ascona— el editor Kurt Wolff habló por vez primera con amigos de Zurich de su deseo de publicar una biografía de Carl Gustav Jung en la editorial Pantheon de Nueva York. La doctora Jolande Jacobi, una colaboradora de C. G. Jung, propuso que se me encargara a mí tal biografía.
Todos comprendían que no se trataba de una empresa fácil, pues era conocida la aversión de Jung a dar a la publicidad su vida. Así, pues, Jung accedió sólo tras largas vacilaciones, y me concedió una tarde semanal para el trabajo en común. Era mucho si se considera su recargado plan de trabajo y su estado de salud debido a la edad.
Comenzamos en la primavera de 1957. Kurt Wolff me había presentado su proyecto de que el libro no fuera una «biografía» sino una «autobiografía»: sería el mismo Jung quien hablaría.
Esto determinó el plan general de la obra y mi primera tarea consistió exclusivamente en plantear preguntas y anotar las respuestas de Jung. Pese a que al principio se mostró algo reservado y vacilante, pronto se puso a narrar, con creciente interés sobre sí mismo, su evolución, sus sueños y sus pensamientos.
La buena disposición de Jung para el trabajo en común condujo, a fines de 1957, a realizar un paso decisivo. Tras una fase de inquietud, afluyeron imágenes de su infancia, olvidadas desde hacía mucho tiempo. Jung sospechaba su relación con las ideas de su obra de madurez, sin embargo, no podía aún concebirlo con claridad. Una mañana me participó que él mismo quería escribir sobre su infancia, de la que me había ya contado muchas cosas, pero, naturalmente, no todo.
La decisión resultó tan satisfactoria como inesperada, pues yo sabía cuánto fatigaba a Jung el escribir, y que no emprendería una labor de esta clase sin sentirla interiormente como una «misión». Así pues, su propósito me pareció confirmar que en su fuero interno aprobaba su «autobiografía».
Poco tiempo después de esta decisión anoté sus palabras:
Un libro mío es siempre obra del destino. Existe en ello siempre algo imposible de prever, y yo no puedo prescribirme o proponerme nada. Así también la autobiografía toma ya ahora un camino distinto al que en un principio supuse. El que yo redacte mis antiguos recuerdos es una necesidad. Si lo abandono un sólo día, se manifiestan inmediatamente desagradables síntomas físicos. Tan pronto como vuelvo a trabajar en ello, desaparecen, y recupero la claridad mental.
En abril de 1958 Jung finalizó los tres capítulos sobre la infancia, la época escolar y los años de estudios universitarios. Él los tituló «De acontecimientos iniciales de mi vida». Se cierran con el fin de los estudios de medicina en el año 1900.
Sin embargo, ésta no fue la única aportación que Jung proporcionó al libro. En enero de 1959 Jung estaba en su casa de campo de Bollingen. Dedicaba todas las mañanas a la lectura de los capítulos de nuestro libro que ínterin iban redactándose. Cuando me devolvió el capítulo «Sobre la vida después de la muerte», dijo: «Hay algo que me inquieta. Se ha formado un desnivel y debo escribir». Así surgió el capítulo «Últimos pensamientos» en el que se exponen sus pensamientos más profundos, aunque quizás también los más extraños.
En el verano del mismo 1959 Jung escribió, también en Bollingen, el capítulo sobre «Kenia y Uganda». El capítulo sobre los pueblos indios tiene su origen en un fragmento inédito de los manuscritos que restan del año 1926 y que tratan de cuestiones generales de los pueblos primitivos.
Para complementar el capítulo «Sigmund Freud» y «El análisis del inconsciente» entresaqué diversos párrafos de un cursillo realizado en 1925. Jung informó entonces por vez primera acerca de algunas cuestiones de su evolución interna.
El capítulo «Actividades en el campo de la psiquiatría» tiene su origen en conversaciones sostenidas por Jung en 1956 con jóvenes médicos auxiliares del sanatorio Burghölzli de Zurich. En esta época trabajaba allí uno de sus nietos como psiquiatra. Las conversaciones tuvieron lugar en casa de Jung en Küsnacht.
Jung ha leído el manuscrito de este libro y lo ha autorizado. En algunas ocasiones ha realizado ciertas correcciones y propuesto algunas ampliaciones, o incluso las ha elaborado él mismo. Por mi parte, he ampliado los capítulos por él escritos basándome en las notas de nuestras conversaciones, he explicitado sus frecuentes indicaciones de tipo lapidario y suprimido las repeticiones. Cuanto más avanzaba el libro, más profunda era la amalgama entre su trabajo y el mío.
El modo como surgió el libro determinó, en cierto sentido, también el contenido. La conversación o la narración espontánea comporta el sello de la improvisación, y también adopta este carácter la «autobiografía». Los capítulos son reflejos de luz que iluminan sólo fugazmente la vida exterior de Jung y su obra. No obstante, transmiten la atmósfera de su mundo espiritual y las vivencias de un hombre para quien el alma significaba la más auténtica realidad. He interrogado muchas veces en vano a Jung acerca de cuestiones externas; sólo la esencia espiritual de lo vivido era para él inolvidable y digno de ser narrado.
Más importantes que las dificultades formales de configuración del libro lo fueron otras que afectaban a su naturaleza personal. Jung se refiere a esta cuestión en una carta a un amigo de su época estudiantil. Éste le había rogado que esbozase sus recuerdos de juventud. El intercambio de cartas tuvo lugar a fines de 1957.
… ¡Tienes toda la razón! Cuando se es viejo anda uno a vueltas, por dentro y por fuera, con sus recuerdos de juventud. Hará unos treinta años que mis alumnos me pidieron que les explicase cómo llegué a mi concepción del inconsciente. Con tal motivo di un cursillo sobre esa cuestión. En los últimos años se me ha sugerido repetidas veces que escribiese algo así como una «autobiografía» mía. Esto sí que yo no podría concebirlo en modo alguno. Conozco demasiadas autobiografías, con sus deformaciones y convencionalismos y sé demasiado de la imposibilidad de una autodescripción para poder atreverme yo a efectuar ensayos en tal sentido.