Carl Jung leyó la novela Ulises, de James Joyce, y después escribió un amargo ensayo sobre su experiencia con esta obra. Escribió, por una parte, un excéntrico análisis junguiano de la novela y, por otra, un panorama emocional de su experiencia como lector, del enfado y el desconcierto que le produjo su esforzada lectura de Ulises.
El homenaje de Jung a Joyce es oscuro, pero conmovedor: el psiquiatra que sienta a la obra en el diván, y la encuentra psicótica, esquizofrénica, loca y a pesar de esto, o quizá por esto, la da de alta, la envía de vuelta con sus lectores, certifica que lejos de ahogarse, puede nadar.
Carl Gustav Jung
¿Quién es Ulises?
Con una carta de Jung a Joyce, otra de Joyce a su editor y una extraordinaria sentencia judicial
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leandro01.10.13
Carl Gustav Jung, 1930
Edición: Santiago Rueda (1944), Luis A. Hernández R. (2013)
Traducción: Santiago Rueda
Diseño de portada: leandro
Editor digital: leandro
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CARL GUSTAV JUNG. Nacido en Kesswil (Suiza), cursó estudios de Medicina en Basilea y se dedicó a la práctica de la psiquiatría en la clínica Burghölzli de Zúrich, introduciendo, junto con Eugen Bleuler, el psicoanálisis freudiano. Tras su ruptura con Freud a finales de 1912 comienza la elaboración de su propia psicología analítica. Una peculiaridad de sus trabajos es la confrontación de la psicología con la religión, descubriendo en las representaciones originarias de las distintas religiones los contenidos arquetípicos del alma humana. Catedrático de Psicología Clínica en la Universidad de Basilea, tomó parte en las reuniones del círculo Eranos. A partir de 1944 ejercerá la práctica clínica en Küsnacht, junto al lago de Zúrich, hasta su muerte. Su extensa obra ha sido agrupada en más de 30 volúmenes.
Notas
Preámbulo: Ulises en el diván
Carl Jung leyó la novela Ulises, de James Joyce, y después escribió un amargo ensayo sobre su experiencia con esta obra. Escribió, por una parte, un excéntrico análisis junguiano de la novela y, por otra, un panorama emocional de su experiencia como lector, del enfado y el desconcierto que le produjo su esforzada lectura de Ulises, en su «décima edición inglesa, de 1928», según nos hace notar.
«No existen en estas 735 páginas, en cuanto mi vista alcanza, ninguna repetición sensible, ni un solo oasis bienaventurado donde el agobiado lector, borracho de recuerdos, pueda sentarse y contemplar con satisfacción el camino recorrido.»
Jung, el agobiado lector, ya había escrito su ensayo ¿Quién es Ulises?, cuando James Joyce, que ya entonces escribía su (esta sí) inexpugnable novela Finnegans Wake, fue a visitarlo para hacerle una consulta sobre la salud mental de Lucía, su hija, que años después, en 1962, moriría psicótica en una clínica suiza. Pero entonces Lucia se sentaba a trabajar con su padre, y mientras Joyce escribía su novela, ella iba confeccionando, también por escrito, su propia versión del Finnegans Wake. Lucía llenaba un folio tras otro de episodios de caótica, onírica, exaltada y desbordante imaginación, elementos que compartía con el Finnegans Wake que estaba escribiendo su padre. Jung leyó las hojas que había escrito la muchacha, hizo un dictamen psiquiátrico y escribió a James la respuesta al planteamiento concreto que se le había hecho. Joyce le había dicho que su hija escribía igual que él; a lo que Jung repuso: «pero allí donde usted nada, ella se ahoga».
Jung tocó con ese dictamen el corazón de literatura, ese arte donde un loco de remate pasa, gracias a la magia de la escritura, por un respetable novelista.
El mismo Joyce se explicaba a sí mismo con esta idea: «podemos llegar, palpar e irnos desde átomos y suposiciones, aunque estamos destinados a ser solo posibilidades sin fin».
Más adelante, en su ensayo sobre Ulises, Carl Jung apunta: «¡Qué opulencia y qué… tedio!. Joyce me aburre hasta arrancarme las lágrimas, pero es un fastidio irritante, peligroso, como no podría producirlo ni aún la trivialidad más enojosa».
A mitad de su ensayo el psiquiatra deja ver el punto de vista desde el cuál analiza la novela de Joyce: «con toda ingenuidad supongo que un libro quiere decirme algo y que desea hacerse comprender; evidentemente, un antropomorfismo mitológico proyectado sobre el objeto, sobre el libro». Jung leyó Ulises como si tuviera la novela recostada en el diván, desde un punto de vista psiquiátrico que más adelante en su ensayo cuando, a pesar del aburrimiento, consigue llegar al final de la novela, (nos) descubre que «se abre paso a través de las nubes una luz salvadora plena de presentimientos» y sugiere que «puede desatar a los espiritualmente atados» y que en Ulises «con ácidos, vapores venenosos, fríos y ardores, se destila el homúnculo de una nueva conciencia universal».
El homenaje de Jung a Joyce es oscuro, pero conmovedor: el psiquiatra que sienta a la obra en el diván, y la encuentra psicótica, esquizofrénica, loca y a pesar de esto, o quizá por esto, la da de alta, la envía de vuelta con sus lectores, certifica que lejos de ahogarse, puede nadar.
J ORDI R OSADO
5 de diciembre de 2011
Carta de C. G. Jung a J. Joyce sobre el Ulises
Dos años después de su publicación original, Jung publicó una versión sustancialmente revisada de su ensayo «¿Quién es Ulises?» en Europan Review intitulada «Ulises: un monólogo» (1932). Jung envió entonces a Joyce una copia del mismo acompañado de la siguiente carta.
Küsnacht-Zürich
Seestrasse 228
James Joyce, abgdo.
Hôtel Élite
Zurich
Estimado señor,
Su Ulises ha presentado al mundo un problema psicológico tan perturbador, que en varias ocasiones he sido invocado ha pronunciarme sobre él en una supuesta autoridad en cuestiones psicológicas.
Ulises resultó ser una nuez excesivamente dura y ha obligado a mi mente no sólo a los esfuerzos más inusuales, sino también a las peregrinaciones más extravagantes (hablando desde el punto de vista de un científico). Su libro como un todo me ha brindado un sinfín de problemas, y estuve meditando sobre él durante unos tres años hasta que logré meterme en él. Pero debo decirle que le estoy profundamente agradecido, así como a su obra gigantesca, porque aprendí mucho de ella. Probablemente nunca estaré muy seguro de si me ha gustado, porque me implicó mucho crujir de los nervios y de la materia gris. Tampoco sé si usted va a disfrutar de lo que he escrito acerca de Ulises, porque no podía dejar de decirle al mundo lo mucho que me aburrió, como me quejé, cómo lo maldije y cuánto lo admiré. Las 40 páginas de carrera ininterrumpida al final son una admirable cadena de verdades psicológicas. Supongo que la abuela del diablo sabe mucho acerca de la verdadera psicología de una mujer, yo no.
Bueno, tan sólo trato de recomendarle mi breve ensayo a usted, como un intento divertido de un perfecto desconocido que se extravió en el laberinto de su