Akal / Biografías / 4
Hector Berlioz
Memorias
Edición de Enrique García Revilla
Tras una vida sumamente complicada en lo profesional y más aún en lo personal, Hector Berlioz decidió lanzarse a la empresa autobiográfica como una necesidad de justificación ante los ataques sufridos por crítica y público parisinos, así como ante la ausencia de apoyo de las instituciones. El resultado es una obra escrita en un estilo directo y alejado del recargamiento sentimental característico de las novelas de la época, en la que hace de la ironía un recurso de ataque eficaz, y del sentido del humor, un medio para ganarse la complicidad y empatía del lector.
Para él, la música constituye el más alto grado de elevación del alma hacia la verdad; el arte está por encima de todo, de las personas y de los aplausos. Tan sólo hay una cosa que se sitúa a su misma altura: el amor. Y el amor y la música son, en efecto, los dos grandes temas de este libro. En sus páginas aparecen orquestas, compositores, directores, virtuosos y cantantes que, como personajes, van urdiendo la trama biográfica. Pero, de forma paralela, la obra en su conjunto es el cauce de una impresionante historia de amor romántico que no alcanza su desenlace hasta el punto final y gracias a la cual se acerca a la apariencia de una novela.
Apenas un pequeño escalón por encima de Las tertulias de la orquesta, estamos sin duda ante el mejor libro escrito por músico alguno. Al contrario que otros compositores, Berlioz fue escritor por vocación. Como tal, siente la necesidad de expresarse con la pluma para defender su credo artístico y su propia concepción de la estética musical frente a los usos parisinos contra los que le tocó luchar. Más que convertirse en narrador de su vida, va a ser un cronista encargado de mostrar al mundo las desventuras de un artista en su afán por desenvolverse en una época y un lugar nada favorables al arte.
Enrique García Revilla, doctor en filología francesa por la Universidad de Burgos, es musicólogo, profesor y miembro de la Orquesta Sinfónica de Burgos. Especialista en la figura de Berlioz, a él ha dedicado numerosas conferencias en España y en el extranjero, así como diversos escritos y su propia tesis doctoral. Es autor de la monografía La estética musical de Hector Berlioz a través de sus textos (Universidad de Valencia, 2013), posiblemente el único estudio sobre Berlioz que ha sido escrito directamente en español, así como responsable de la edición de Las tertulias de la orquesta, publicada en la colección Música de Ediciones Akal. En el terreno literario, ha ganado el Segundo Premio Fray Luis de León de Narrativa con una novela de inspiración berlioziana: Los cafés de la orquesta (Junta de Castilla y León).
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Título original
Mémoires de Hector Berlioz, membre de l’Institut de France, comprenant ses voyages en Italie, en Allemagne, en Russie et en Angleterre (1803-1865)
© de la traducción, introducción y notas, Enrique García Revilla, 2017
© Ediciones Akal, S. A., 2017
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.akal.com
ISBN: 978-84-460-4429-1
A Pablo Heras-Casado,
Andrés Ruiz Tarazona
y Pierre-René Serna
A mis buenos amigos y colegas berliozianos que han hecho posible este trabajo:
Monir Tayeb, Michel Austin, David Cairns y Jesús Espino.
Prólogo
Pocos libros emiten tal honda y apasionada inclinación por la música, tratada en todos sus aspectos, como Memorias, de Hector Berlioz. Fue este músico inmortal uno de los mayores y más personales artistas de su tiempo, sólo comparable a un Liszt o un Wagner. Como crítico y amante de los libros, supo hacer un relato de su existencia ciertamente excepcional por la lúcida introspección que sobre su vida siempre mostró. Romántico total, no dejó de serlo ni cuando sus sueños se hacían irrealizables, como sucedió con su colosal ópera Los troyanos, de la que sólo pudo ver la segunda parte, Los troyanos en Cartago, ofrecida el 4 de noviembre de 1863 en el Théâtre-Lyrique de París con numerosos cortes, especificados por el propio Berlioz en el libro que ahora nos ocupa. La primera parte de esta gran ópera, La toma de Troya, no se representaría hasta 1890 en Karlsruhe, es decir más de veinte años después de la muerte del genial compositor. Pero ese es el precio que han de pagar los talentos superiores. Y Berlioz ostentó uno de ellos, ya bien apuntado en la presente obra, verdadero monumento al Romanticismo en sus tantas veces señalados signos.
Las Memorias (1865) de Berlioz ya habían sido vertidas al castellano por la editorial Taurus, pero hoy son inencontrables. Ahora, un músico y berlioziano de pro, Enrique García Revilla, nos ofrece una traducción magistral (no en vano es de Burgos) y añade una «Introducción» muy valiosa, como corresponde a un experto en el autobiografiado, además de un «Post scriptum», donde nos parece seguir la lectura del propio Berlioz resumiendo esos últimos años de su vida desde el 1 de enero de 1866 al 8 de marzo de 1869, fecha de su fallecimiento en París. En fin, un trabajo ejemplar que merece toda clase de parabienes.
Andrés Ruiz Tarazona
Introducción
Afortunadamente, van quedando atrás aquellos años en que Hector Berlioz era poco más que un personaje llamativo y curioso, conocido por ser el autor de una original sinfonía que causaba enormes ovaciones allá donde se interpretase. Por entonces, muy pocas partituras suyas pertenecían al repertorio general de orquestas y teatros de ópera, y, sin embargo, parecía gozar del respeto y la admiración de los círculos musicales del mundo entero. El siglo xxi está viendo cómo sus obras sinfónicas, religiosas y dramáticas se programan con frecuencia creciente y cómo los aficionados van descubriendo al ser humano que se encontraba detrás de la historia de la Sinfonía fantástica . No obstante, aún queda por restituir a Berlioz al lugar que, como escritor, le pertenece, pues su pluma y su prosa muestran un grado de exquisitez suficientemente digno como para considerarlo uno más entre los grandes escritores franceses de mediados del siglo xix .
Berlioz inaugura la corriente autobiográfica musical a la que van a intentar adscribirse tantos músicos románticos. La figura del compositor que también es capaz de expresarse en prosa con cierta fortuna va a ser, desde este momento, relativamente frecuente hasta bien entrado el siglo xx . Pensemos en Schumann, Wagner, Chaikovski, Mahler, Schönberg, Stravinski… personas cultas todas ellas, algunas de las cuales podrán ser consideradas escritores de facto y de iure , y no sólo como simples aficionados o prosistas circunstanciales. Las lecturas de Virgilio, Cervantes y Walter Scott encendieron el fuego de la literatura en el joven compositor, que comenzó a escribir en la edad adolescente sus primeros ensayos literarios. Desde entonces nunca se mostró impasible ante la llamada de la escritura, independientemente de su vocación natural de compositor. Por ello, tras una vida sumamente complicada en lo profesional y más aún en lo personal, decide lanzarse a la empresa autobiográfica como una necesidad de justificación ante los ataques sufridos por crítica y público parisinos, así como ante la ausencia de apoyo de las instituciones. El resultado es una obra escrita con concisión expresiva, en un estilo sencillo, directo y alejado del recargamiento sentimental característico de las novelas de la época. Hace de la ironía un recurso de ataque eficaz y del sentido del humor un medio para ganar la complicidad y empatía del lector. Evidentemente, como se verá más adelante, él será quien decida los episodios de su vida que va a contar y los ropajes literarios con que va a proceder a adornarlos.
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