Karin Bojs - Mi gran familia europea
Aquí puedes leer online Karin Bojs - Mi gran familia europea texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2017, Editor: Ariel, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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- Libro:Mi gran familia europea
- Autor:
- Editor:Ariel
- Genre:
- Año:2017
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A Anita y Göran,
que me dieron todos mis genes.
Mi madre, Anita Bojs, murió mientras yo estaba trabajando en este libro. Al entierro vino un buen número de amigos y conocidos, bastantes más de los que hubiésemos esperado. Sin embargo, nuestra familia formaba un grupo pequeño. Cabíamos todos en el primer banco: mi hermano y yo, nuestras respectivas parejas y tres nietos vestidos para la ocasión.
Fue a principios de verano y las lilas florecían en el parque que rodea la iglesia de Vasa en Gotemburgo, Suecia. Cantamos juntos el salmo Den blomstertid nu kommer («Ya llega el tiempo de las flores»). Y, a continuación, Härlig är jorden («Hermosa es la tierra»). Elegí este último porque incluye un par de estrofas que a mí me parecen particularmente reconfortantes: «Los tiempos llegan, los tiempos pasan, cada generación sigue el camino de la anterior».
Tras el funeral, pronuncié unas palabras. Me dirigí especialmente a los nietos. Quería que se sintieran orgullosos de su abuela paterna y de sus orígenes, a pesar de las circunstancias.
La abuela que ellos habían conocido era ya mayor y estaba marcada por la vida. Su prometedora carrera profesional se interrumpió cuando tenía cincuenta años. Ya entonces hubo de sortear un largo historial de problemas serios: enfermedad, divorcio, conflictos, adicciones…
Por eso, a los nietos y al resto de los asistentes les hablé de la primera mitad de la vida de mi madre. De la chica que acabó el bachillerato con sobresaliente y, pese a que era mujer y procedía de una familia humilde, pudo estudiar Medicina en el Instituto Karolinska —situado cerca de Estocolmo, es uno de los centros médicos más prestigiosos de Europa—; de la casa de su infancia, en el piso superior de la escuela de pueblo donde mi abuela Berta era maestra. Era un hogar ciertamente pobre, si hablamos de dinero, pero rico en convivencia, música, arte, literatura y sed de conocimiento.
Cité un diario que había encontrado entre las cosas dejadas por mi madre. «Supersecreto» ponía en la cubierta, escrito con caligrafía infantil. Allí contaba sus vacaciones de verano en casa de su abuela —mi bisabuela Karolina Turesson—, en Värmland, a tan solo cuarenta kilómetros de distancia de la frontera noruega, donde la segunda guerra mundial causaba estragos. Pero el relato de cómo los primos jugaban juntos en el embarcadero al lado de las resplandecientes aguas del lago Värmeln era, sin embargo, brillante y hermoso, visto con posterioridad.
Yo no conocí a mi abuela ni a mi bisabuela. Es más, debido a todos los problemas que había en mi desgarrada familia, apenas conocí a mis parientes.
Quizá por eso he pensado mucho en quiénes eran esos parientes, de dónde procedían. Ya desde los diez años quise saber más.
A mis abuelos paternos, Hilda y Eric, al menos pude verlos algunas veces. Las visitas a su casa están entre mis recuerdos más claros. Su casa en Kalmar olía muy bien. Allí había pinturas colgadas por todas partes, y mi abuelo pintaba en las puertas, en las paredes y en los muebles. Tanto el abuelo como la abuela hablaban de buena gana de cuando ellos eran pequeños, pero pocas veces contaron algo de sus antepasados.
Ahora, ya adulta, con la ayuda de expertos genealogistas he rastreado los orígenes de Berta, Hilda y Eric muchas generaciones atrás. Cuando era joven pensaba que los estudios genealógicos eran algo cursis. Pero de mayor me han inspirado mucho más respeto. Me di cuenta de que la fascinación por los antepasados es un elemento muy importante en diversas culturas del mundo. En numerosos grupos étnicos que carecen de escritura, las personas pueden recitar de memoria la lista de sus antepasados hasta diez generaciones atrás (más o menos lo mismo que han conseguido en Suecia los genealogistas más afortunados). En la Biblia aparecen descritas largas genealogías, las más antiguas fueron escritas hace más de dos mil años y se repetían por vía oral desde mucho antes.
Desde los tiempos bíblicos, los métodos para rastrear la genealogía de alguien se han desarrollado mucho. El hecho es que la tecnología está experimentando ahora un desarrollo extraordinario. Yo lo describiría sencillamente como un salto cuántico. Hace cincuenta años un reducido grupo de investigadores pioneros empezaron a comparar los grupos sanguíneos con unos pocos marcadores genéticos, para poder rastrear de esa manera el parentesco y las migraciones a lo largo de la historia. En ese momento, hacía unos pocos años que se conocía la molécula de ADN, y ese conocimiento lo tenía solo un pequeño grupo de investigadores. Investigar todo el ADN de una diminuta bacteria no fue posible hasta 1995. Desde entonces, el desarrollo ha avanzado a una velocidad vertiginosa. De hecho, se siguen produciendo cambios más espectaculares en el ámbito de la biotecnología que en el de la ingeniería informática, aunque las mejoras en los ordenadores, teléfonos e internet sean más visibles para la mayoría de la gente. En la industria informática se habla de la «ley de Moore». Según esta ley, la capacidad de los ordenadores se duplica cada dos años. Pues bien, la capacidad para leer una secuencia de ADN ha mejorado mucho más rápido.
Desde hace un par de años es posible analizar toda la información genética de una persona en unas pocas horas. Los investigadores pueden analizar incluso el ADN de personas que murieron hace decenas de miles de años o, en algún caso, incluso cientos de miles de años. Un análisis que hace unos decenios costaba sumas milmillonarias se puede conseguir hoy por un coste muy asequible. Gracias a tal bajada de los precios, esta técnica ha empezado a extenderse también fuera del ámbito de los investigadores profesionales. Incluso los genetistas aficionados han empezado a utilizar el ADN como herramienta. Con la ayuda de pequeñas variaciones en la secuencia de ADN, es posible encontrar a primos carnales, primos segundos y terceros desconocidos, e incluso antepasados que vivieron durante la última glaciación o mucho antes.
He seguido de cerca el desarrollo de la técnica del ADN en mi trabajo como periodista científica durante los últimos dieciocho años, la mayor parte de ellos como redactora científica en el diario Dagens Nyheter. He visto cómo ha revolucionado los métodos de investigación en los ámbitos de la criminología, la medicina y la biología, y cómo la técnica del ADN ha empezado también a ayudar a la arqueología y la historia.
Este libro es un intento de atar dos cabos: los últimos descubrimientos de los investigadores profesionales sobre los albores de la historia de Europa y la historia particular de mi familia. He viajado a diez países, he leído doscientos estudios científicos y he entrevistado a setenta investigadores para documentarme.
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