La filosofía
en 100 preguntas
La filosofía
en 100 preguntas
Vicente Caballero de la Torre
Colección: 100 preguntas esenciales
www.100Preguntas.com
www.nowtilus.com
Titulo: La filosofía en 100 preguntas
Autor: © Vicente Caballero de la Torre
Director de la colección: Luis E. Íñigo Fernández
Copyright de la presente edición: © 2017 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com
Elaboración de textos: Santos Rodríguez
Diseño de cubierta: eXpresio estudio creativo
Imagen de portada: Jacques-Louis David (1748–1825) The Death of Socrates (1787) New York, Metropolitan Museum of Art
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública
o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización
de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO
(Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear
algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
ISBN Digital: 978-84-9967-879-5
Fecha de publicación: Septiembre 2017
Depósito legal: M-20790-2017
A las tres M de mi vida: María, Mateo y Martín
Que una V les sirva siempre de tejado
A mi madre y mi padre
La filosofía sirve para detestar la estupidez,
hace de la estupidez una cosa vergonzosa.
Gilles Deleuze
Debemos empezar por reconocer, desgraciadamente, la pérdida de importancia de la filosofía en los últimos planes de estudios que la avocan académicamente al precipicio de la indiferencia. No estamos ya en los tiempos de la urbanidad preconstitucional, en los que la moral de la Iglesia era el referente ético del Estado, ni tampoco permanecemos en planteamientos —más cercanos en el tiempo— para los cuales la única relevancia de la filosofía venía dada por ejercer de guardiana de los mejores valores de la ciudadanía (o por su pertinencia para evaluar al resto de disciplinas cual ética aplicada). Bien es verdad que si Nietzsche introdujo en la historia de la filosofía y el pensamiento occidental una terrible sospecha —hemos equivocado el camino y ahora la filosofía debe ser la «mala conciencia de su tiempo»— este planteamiento por sí solo no garantiza hoy la supervivencia de este saber. Una filosofía (mal) entendida como adormidera —alejada de la problemática de la realidad actual— cual joya en la torre de marfil del saber, cual grial para la explicación definitiva de la totalidad del conocimiento e instalada en el culto al rigorismo terminológico más críptico, pierde ella sola el sentido por el que después pide ser valorada socialmente. Tampoco ayuda el menosprecio padecido por los profesores, en permanente fiscalización e injusta valoración por parte de otros doctos sabios cuya sede principal no es el aula sino la tertulia o los despachos y su público no son los alumnos, sino ese supuesto ciudadano al que consideran como algo domesticable ( sabios siempre alineados con el poder).
Necesitamos, como forma de salvar la filosofía, acercarnos desde la pasión a los problemas que nos ocupan, insertándolos en el contexto de una sociedad donde lo digital y lo virtual han cambiado los modelos de vida. Estamos, por tanto, ante un nuevo reto, la necesidad de descubrir nuevos paradigmas docentes, temáticos, intelectuales y de acción práctica. La interrelación entre alumno y profesor se convierte en un factor educador de primer orden, donde los nuevos modelos imperantes en la sociedad de la comunicación exigen que el alumno, en diálogo con el profesor, sea capaz de indagar y responder por sí mismo a las cuestiones que los seres humanos nos planteamos desde antiguo, así como de los nuevos interrogantes que van apareciendo en nuestra sociedad. Las personas que depositan su confianza en sus profesores necesitan adquirir un criterio propio sobre la vida y su sentido para formar su carácter y personalidad desde la autonomía y la libertad, sintiéndose no solo ciudadanos sino también seres implicados en una comunidad ético-política de orden superior, donde se atiendan las necesidades humanas mediante un justo reparto de los recursos existentes. El alejamiento de los jóvenes de la filosofía, superada por las ciencias y la tecnología, no es sino el reflejo del cambio producido en la sociedad actual y de la (mencionada anteriormente) inacción de los filósofos en su desconexión con el momento presente, donde los nuevos redentores de la humanidad se expresan mediante enunciados basados en el más rancio dogmatismo, posición que legitima el proceso de castración intelectual del que debemos alejar a nuestros alumnos, ya que desde esa perspectiva solo es posible una única visión del mundo. Debemos, pues, plantear una filosofía para despertar de la tradición y animar a nuestros alumnos a buscar (y actuar) con otros valores que los del mercado, estableciendo comunicaciones mediante discursos coherentes, utilizando nuevas técnicas de comunicación con una metodología activa y un lenguaje apasionado frente a la explicación uniforme, editorializada y normativizada. Este procedimiento es el que emplea el profesor Caballero, que irradia pasión y sentimiento cuando investiga, imparte docencia o polemiza tanto sobre temas filosóficos como sobre la sociedad en la que vivimos. Siempre es grato encontrar a un filósofo que quiera filosofar, que nos presente un libro donde se aprecia el gusto por la pluralidad del saber frente a la hiperespecialización profesional, tendencia al alza en nuestro actual mundo globalizado, donde se impone el cortoplacismo. El profesor Caballero, en lugar de afirmar ex cátedra, de forma excluyente, infalible y cerrada, lo hace de manera sugerente, abierta al debate y a la búsqueda crítica de respuestas diferentes que enriquecen el estudio de la filosofía en relación tanto a las preguntas tradicionales propias del corpus filosófico tradicional como a los problemas más actuales relacionados con la teoría evolutiva, las neurociencias, la economía experimental y la psicología, disciplinas a las que acude críticamente, sin dejarse seducir por las modas intelectuales. El profesor Caballero habla con entusiasmo contagioso y con las fuerzas de un apasionado defensor del papel de la filosofía desde una perspectiva crítica. Perspectiva crítica también con respecto a cómo las nuevas tecnologías han cambiado de forma definitiva las costumbres y no siempre para bien, puesto que la conexión digital, al aliarse con la tecnología móvil y portátil, puede ocasionar modelos conductuales de aislamiento social que llegan al extremo de la bunkerización: un gran número de personas se sienten cómodas y seguras en ese atrincheramiento digital que supone quedarse en casa en un espacio seguro, supervigilado, conectado, hipercomunicado, en streaming , donde bien puedo realizar el teletrabajo, un control de las fianzas o recibir online múltiples prestaciones como comida, enseñanza, medicamentos, música, etc. (un delivery business que no para de crecer). Puede que en este encierro voluntario y a veces inconsciente no haya sorpresas, que no falte de nada, salvo quizás la vida misma, que no es otra cosa que estar en contacto con la naturaleza y con el otro. El profesor de filosofía está comprometido con acometer una apertura del búnker digital pero no con un bombardeo sobre el mismo (lo cual es estratégicamente contraproducente).
Vivimos en una sociedad marcada por una estructura incapaz secularmente de evitar la desigualdad, donde la legislación trasnacional no es capaz de imponerse a tanta barbarie, donde los organismos internacionales, aquellos a los que Kant había encomendado la tarea de mantener una paz perpetua, en no pocas ocasiones legitiman violaciones de los Derechos Humanos. A pesar de todo, tal como plantean algunas respuestas del libro que nos ocupa, debemos aún creer en la posibilidad de mejorar y de mantener vivo el sentido positivo del término utopía —como crítica de la realidad social existente— para posibilitar un nuevo modo de proceder basado en el uso racional de la tecnología y una relación de igualdad para con el medio y el resto de personas. Debemos ser capaces de contribuir a derribar los muros de la intolerancia y la vergüenza que, como decía Galeano, unos son muros altisonantes, como el que se quiere construir en la frontera entre México y los Estados Unidos, y otros son muros mudos, como el de Padua o el que Marruecos construyó en el Sáhara Occidental. Pero también tenemos un muro intergeneracional que nos separa de nuestros alumnos cuando nos alejamos de sus problemas y de las características de la nueva sociedad digital y virtual que nos rodea. Debemos salir al ágora y mediante la tolerancia y el diálogo consensuado buscar las respuestas en una plataforma común práctica o digital en la cual los intereses de los alumnos y de nuestra materia confluyan. Resulta muy interesante para comprender estos temas el bloque de filosofía política, teniendo en cuenta que aún vivimos en una sociedad disciplinaria. Así, se está produciendo un cambio radical en el modelo de actuación, sobre todo de los jóvenes, a los que debemos conocer para deslegitimar una ciega aceptación del modelo actual y, en la medida de lo posible, plantear un punto de resistencia que evite el aislamiento y la pérdida de importancia de las relaciones entre personas como motor del cambio. La barbarie que supone el abandono de la búsqueda de la sabiduría y de las características más nobles de la civilización (como la búsqueda de la virtud y la coherencia) debe ser explicada por la filosofía para que los alumnos se reconozcan y se pongan en el lugar del otro. Para ello es conveniente construir mediante un discurso de preguntas y respuestas, tal como el profesor Caballero plantea en este libro, un nuevo paradigma de actuación docente o divulgativo que permita integrar a las personas curiosas no expertas dentro del círculo, supuestamente selecto y reducido, de los que entienden de filosofía.
Página siguiente