La ciencia de los dinosaurios
en 100 preguntas
La ciencia de los dinosaurios
en 100 preguntas
Jaime Mora Cuadrado
Colección: 100 preguntas esenciales
www.100Preguntas.com
www.nowtilus.com
Titulo: La ciencia de los dinosaurios en 100 preguntas
Autor: © Jaime Mora Cuadrado
Director de la colección: Luis E. Íñigo Fernández
Copyright de la presente edición: © 2017 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com
Elaboración de textos: Santos Rodríguez
Diseño de cubierta: eXpresio estudio creativo
Imagen de portada: Fósil los esqueletos de un nanotyrannus lancensis y un chasmosoaurine caratopsian enzarzados en una pelea durante el Cretácico (descubierto en Hell Creek, en el estado de Montana, EE. UU.)
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ISBN Digital: 978-84-9967-882-5
Fecha de publicación: Septiembre 2017
Depósito legal: M-20791-2017
Para Juan,
por todas las horas robadas
Si simplemente nos ha picado la curiosidad de saber algo más sobre los dinosaurios, o (algo más serio) nos ha picado la mosca de la dinosauriología, esta es la primera pregunta que deberíamos hacernos. La primera vez que se utilizó de una forma científica la palabra dinosaurio fue en el año 1842 cuando, a partir de unos cuantos restos encontrados en materiales de la era secundaria de Inglaterra y pertenecientes a tres animales distintos, se anunció la creación de un nuevo grupo biológico: Dinosauria . Según su etimología la palabra Dinosauria procede del griego (en ciencia los nombres científicos y taxonómicos se forman a partir del latín o del griego) y está compuesta por las voces deinos ( δεινός ) y sauros ( σαῦρος ) . Deinos se puede traducir como ‘terrible’, ‘formidable’ o ‘temible’, mientras que sauros quiere decir ‘lagarto’ o ‘reptil’. Así que Dinosauria , o su nombre común «dinosaurios», quiere decir reptiles terribles, término bastante apropiado para los conocimientos que se tenían en la primera mitad del siglo XIX , cuando no se conocían ejemplares pequeños de estos animales. Hoy día sabemos que, además de enormes, existieron muchas especies de reducido tamaño. De hecho, el investigador Nicholas Hotton estimó que la masa promedio de los dinosaurios sería de unos 850 kilos, más o menos lo que una jirafa ( Jiraffa camelopardalis ).
Por otra parte, tradicionalmente, en los libros de divulgación se han propuesto una serie de claves para diferenciar a los dinosaurios de otros animales. Generalmente, se decía que los dinosaurios debían cumplir las siguientes características:
- Los dinosaurios eran reptiles. Efectivamente, las características anatómicas y las pruebas paleontológicas hacen que la clasificación taxonómica y filogenética de los dinosaurios sea la de pertenecientes a la clase Reptilia . Sin embargo, se trataría de un grupo parafilético, es decir, una agrupación de seres vivos artificial, que no tiene en cuenta características evolutivas compartidas que heredaron de un antecesor común. El hecho es que los dinosaurios eran reptiles, pero no compartían algunas de las características de lo que hoy día entendemos por estos animales en cuanto a fisiología, postura corporal o comportamiento, por ejemplo. En definitiva, no se podrían considerar como dinosaurios otros animales prehistóricos que, en muchas ocasiones (y aunque parezca mentira), han sido confundidos con reptiles terribles: mamíferos como mamuts, tigres dientes de sable o gliptodontes (herbívoros acorazados); aves prehistóricas gigantes como Dinornis (un moa), Phorusrhacos o Diatrima (depredadoras de mamíferos); algunos anfibios o incluso peces acorazados, de aspecto terrible, pero sin nada que ver con los reptiles. Todos ellos NO son dinosaurios.
- Tuvieron una postura erguida, con las patas directamente bajo el cuerpo. Los reptiles de hoy día tienen una postura extendida, con las extremidades (si es que las tienen) saliendo hacia los lados del cuerpo. Esto provoca la inevitable consecuencia de que tengan que arrastrar su parte inferior contra el suelo (o reptar) la mayor parte del tiempo, circunstancia que ha dado nombre a este grupo. La familia de los cocodrilos ( Crocodylidae ) es una de las que más fácilmente pueden alzarse sobre sus patas para desplazarse sin arrastrar el vientre contra el suelo. En el caso de algunas especies esta capacidad les permite incluso trotar, alcanzando velocidades tan considerables como 18 km/h. Sin embargo, esta actividad ambulatoria que es más rápida, no es más eficiente para largos períodos de tiempo, ya que se consume mucha más energía que cuando, arrastrándose, no son las patas sino el suelo el que soporta la mayor parte del peso. Una de las claves del éxito evolutivo de los dinosaurios fue, precisamente, la mejora de esta postura extendida hacia una postura erecta, es decir, con las patas directamente bajo el cuerpo y soportando todo el peso de la misma forma que lo hacen los pilares de un edificio. Por tanto, podemos decir que la postura extendida es una característica primitiva heredada por los reptiles actuales, mientras que la postura de patas verticales directamente bajo el cuerpo es un rasgo más moderno evolutivamente hablando. ¿Reconoce el lector qué grupos de animales actuales poseen esta postura más evolucionada? Efectivamente, las aves y los mamíferos, los únicos animales con un metabolismo homeotermo o de sangre caliente.
Por tanto, según esta regla, animales con una postura distinta a la de patas verticales, aunque sean reptiles (cocodrilos, lagartos, tortugas, serpientes, iguanas…) no podrían ser considerados dinosaurios. Vamos reduciendo el número de candidatos.
- Fueron animales exclusivamente terrestres. Desde su descubrimiento hasta finales de la década de los sesenta del siglo XX , la imagen que se tenía de los dinosaurios era la de animales lentos, torpes, poco adaptados a los medios en que vivían, poco más que errores de la naturaleza, seres inevitablemente destinados a su extinción. Algunos, incluso se pensaba que tendrían que estar permanentemente sumergidos en el agua de pantanos y lagos para poder soportar su propio peso. Por ello se creía que estos animales serían semiacuáticos, alimentándose los herbívoros de las plantas y algas que crecían en estos medios y los carnívoros de los torpes vegetarianos. Esta visión dio un giro de ciento ochenta grados con el llamado Renacimiento de los Dinosaurios entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, implicando un cambio de paradigma en la visión sobre estos animales que supuso, entre otras muchas cosas, la independencia de estos del agua. En ese momento se veía a los dinosaurios como seres activos, ágiles y totalmente terrestres. Por tanto se excluían todos los animales prehistóricos voladores (sobre todo los pterosaurios, confundidos constantemente hasta el punto de ser llamados los dinosaurios voladores) y todos los acuáticos como plesiosaurios, pliosaurios, ictiosaurios, notosaurios, cocodrilos o tortugas. Esta regla ha sido útil durante bastantes años, pero solo hasta que se han hecho recientes descubrimientos en los que se ha comprobado cómo algunos verdaderos dinosaurios tenían la capacidad de planear e incluso volar, y cómo al menos otra especie, el Spinosaurus , tendría hábitos acuáticos.
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