AGRADECIMIENTOS
A la memoria de mi padre, Luis K. Arita,
quien me regaló mi primer Scientific American.
Las presentes crónicas de la extinción se forjaron en un tiempo muy corto, en apenas unos meses. Sin embargo, las ideas tanto sobre el contenido técnico como sobre el estilo narrativo son resultado de muchos años de interesantes pláticas y enriquecedoras discusiones con varios colegas y amigos. Por temor a dejar fuera algunos nombres, prefiero agradecer en forma colectiva a todos mis maestros, colaboradores y alumnos, de los que he aprendido tantas cosas a lo largo de mi carrera como investigador en ecología.
Mi estilo personal para divulgar la ciencia ha ido tomando forma a través de los años gracias a las muy sustanciosas charlas y discusiones que he tenido con los profesionales de la divulgación. Deseo agradecer en particular a César Carrillo, a Patricia Magaña y a los colaboradores de la revista Ciencias por abrirme un espacio, donde pude expresarme libremente —tanto en estilo como en temática— por casi dos décadas.
Julia Tagüeña y Julieta Fierro me han honrado con su amistad y con su constante aliento y apoyo a mi labor de divulgación. Las ideas conceptuales sobre la divulgación científica de Ana María Sánchez Mora han tenido desde siempre una influencia importante en el lado creativo de mis obras de divulgación. Más recientemente, he aprendido muchísimo sobre la comunicación de la ciencia gracias a las conversaciones, en ocasiones críticas, pero siempre constructivas, con Martín Bonfil, Estrella Burgos, Javier Cruz, Mónica Genis, Luisa Fernanda González, Rolando Isita, Ernesto Márquez, Ana Claudia Nepote, Sergio de Régules, Elaine Reynoso, Leonor Solís y Juan Tonda.
Gran parte de la inspiración para escribir el presente volumen proviene de la lectura de un importante número de los más de 240 títulos que han aparecido en esta colección. Reconociendo que omito a muchos autores que han tenido una notable influencia en mi carrera, deseo agradecer en particular a Juan Luis Cifuentes, Luis Felipe Rodríguez, José Sarukhán y Ruy Pérez Tamayo, por ser para mí verdaderos modelos de vida profesional y personal.
Ana María, Ángela y Carolina son la inspiración fundamental de mi trabajo. Además de ello, Ángela aceptó realizar las ilustraciones principales de los capítulos del libro, y Ana y Carolina contribuyeron con comentarios a algunos de los textos.
PRESENTACIÓN
El ser humano es un animal cuentacuentos, una especie particular capaz de disfrutar tanto de crear o recopilar historias como de escuchar o leer esas narraciones. En todas las culturas del mundo, las historias más perdurables son aquellas que tienen que ver con los ancestros y, en general, con la historia antigua y reciente de cada pueblo. Estas crónicas del pasado contribuyen a entender los orígenes y fomentan la unidad y la identidad de los grupos humanos; son componentes centrales en el establecimiento de su cultura y de su idiosincrasia.
Las Crónicas de la extinción que constituyen este libro son también narraciones sobre la historia antigua y reciente de nuestro linaje. Sus protagonistas son también seres ancestrales que, sin embargo, no son humanos, sino algunas de las casi cien mil millones de especies animales que han existido sobre la Tierra. Las historias de este libro no son acerca de héroes de antaño sino sobre las vicisitudes de las especies que ya no existen, aquellas que se han extinguido en algún momento de la historia de cientos de millones de años de la vida en el planeta. Estas crónicas nos muestran cómo el proceso natural de la extinción puede darse para especies particulares o para grupos de especies, clasificadas en las categorías taxonómicas que se explican en el apéndice 1.
Abre esta serie la historia de las tortugas gigantes de las islas Galápagos, y en particular la del último individuo de una de esas especies, la tortuga de la isla Pinta. Para hacer más ágil y amena la lectura de las crónicas, se hace referencia a las especies con su nombre común, pero se proveen los nombres científicos en el apéndice 2, organizado en forma de un bestiario o lista comentada de especies. La historia de las tortugas del archipiélago Galápagos es también la historia de los piratas, de los balleneros y de los naturalistas que en diferentes tiempos visitaron las islas. Incluye además la historia de los científicos que han estudiado por décadas la diversa fauna y flora de las islas y que ahora se preocupan por la conservación de esos organismos.
Los capítulos II y III son recuentos históricos de la manera en la que los científicos han podido interpretar el registro fósil para constatar la realidad del proceso de extinción de las especies. También veremos en las narraciones de estos capítulos cómo la ciencia ha podido establecer la enorme antigüedad —medida en millones de años— de la gran mayoría de las especies extintas y de las diferentes eras geológicas que se detallan en el apéndice 3.
La evolución y el final de las especies involucradas en la más conocida de las extinciones masivas de la historia del planeta —la llamada extinción de los dinosaurios— se detallan en el capítulo IV . Los capítulos V y VI, por su parte, presentan el recuento de las extinciones de los últimos dos y medio millones de años, que incluyen las de la llamada megafauna de la Era de Hielo y las de nuestros parientes más cercanos, las especies que comparten con Homo sapiens el linaje evolutivo de los homíninos.
En el capítulo VII veremos las historias de extinción de algunas especies representativas de los numerosos animales que han desaparecido en los últimos seis mil años, es decir, en el periodo que los humanos llamamos historia. Veremos cómo la gran mayoría de las extinciones en ese tiempo pueden atribuirse a la actividad humana. El alto número de extinciones causadas por el ser humano en un periodo tan corto ha llevado a algunos especialistas a asegurar que nuestros tiempos se corresponden con una auténtica extinción masiva, la sexta en la historia del planeta.
Los capítulos VIII y IX tratan sobre la manera en la que la ciencia enfrenta el problema de las extinciones modernas. Veremos en las crónicas de esos capítulos que se han desarrollado métodos y estrategias que, al menos en principio, se hicieron para evitar extinciones futuras e incluso revertir en algunos casos un proceso aparentemente definitivo. Se mencionan también algunas iniciativas para, por el contrario, provocar la extinción intencional de algunas especies consideradas como nocivas para los seres humanos.
El ser humano es una criatura única en muchos sentidos. Sin embargo, como veremos a lo largo de las Crónicas de la extinción, es también una especie sujeta a las mismas reglas evolutivas que el resto de los miles de millones de especies que han existido. Es, al igual que ese ingente conjunto de organismos, uno de los millones y millones de posibles resultados del proceso de evolución biológica. Una consecuencia directa de esta realidad es que el destino final de Homo sapiens, como el de cualquier otra especie, es la extinción. Si esta extinción se da en un futuro cercano o dentro de millones de años depende en gran medida de nosotros mismos.
Mientras eso sucede, extiendo una cordial invitación para que aprovechemos una de las cualidades exclusivas de nuestra especie, la capacidad de disfrutar la escritura y la lectura de crónicas sobre la vida y sobre la muerte.
I. #SolitarioGeorge ha muerto: la muerte y la extinción son los mejores inventos de la vida
¿Cómo podemos saber sobre la muerte si no sabemos
sobre la vida? C ONFUCIO
El 24 de junio de 2012 fue el día más triste en la vida de Fausto Llerena. Poco después de las ocho y media de la mañana, tal como lo había hecho desde hacía más de treinta años, el guarda del Parque Nacional Galápagos de Ecuador entró en el encierro de la tortuga gigante conocida como