David N. Keightley
Francis L. K. Hsu
K . C. Wu
S. E. Finer
John K. Fairbank
Immanuel C. Y. Hsü
John K. Fairbank
Jonathan D. Spence
John K. Fairbank
Jonathan D. Spence
Immanuel C. Y. Hsü
Raymond F. Wylie
Este libro
Desde el intento fallido de reforma imperial de 1898, pasando por su nacimiento como república, en 1911, y la proclamación de la República Popular, en 1949, China ha buscado su camino en diferentes direcciones. Pero, desde 1978, su nueva ruta muestra consecuencias mucho más profundas sobre el escenario mundial que en el pasado. El mayor peso de China en la vida del resto del planeta toma la forma de demanda de materias primas, reducción de costos globales de las manufacturas de baja intensidad tecnológica, efectos del éxito económico chino sobre el calentamiento global, por no hablar de las futuras consecuencias mundiales de diferentes regímenes políticos de este país: una cultura que a lo largo de siglos estuvo al margen de una modernidad en tumultuoso desarrollo global está destinada a sobrecompensar su antiguo aislamiento con un protagonismo capaz de alterar equilibrios mundiales consolidados. El éxito económico de las últimas tres décadas ha reforzado un “viento del este” más poderoso, aunque de signo opuesto, de aquel imaginado por Mao Zedong hace medio siglo.
Siguen aumentando los estudiantes del resto del mundo que optan por el idioma chino, además del interés global hacia expresiones culturales y artísticas de este país, hacia sus directores de cine, novelistas y sus manifestaciones de protesta social o de rebelión cultural. China y el resto del mundo están destinados a interactuar más de lo que nunca hicieron en su historia previa y con consecuencias económicas, culturales y políticas difícilmente imaginables, pero que serán ciertamente profundas en las dos partes. Bajo esta corriente, que prolonga en el tiempo la vitalidad de una de las grandes civilizaciones mundiales, estamos obligados a renovar nuestro conocimiento de un país cuya identidad está en movimiento mientras se incorpora a un tiempo global de tensiones desconocidas y decisiones complejas.
El primer volumen de esta obra abarca una historia de cuatro milenios hasta la proclamación de la República Popular China. El segundo volumen se ocu- pará de las seis décadas sucesivas. Se propone aquí una colección de ensayos inéditos en español, hasta donde sabemos, que permite definir una visión a través de diferentes fichas de conocimiento provenientes de algunos de los más acreditados estudiosos y sinólogos contemporáneos. No siempre sus opiniones coinciden, como constatará el lector, pero ofrecen intuiciones y esquirlas de análisis de gran valor.
Hemos dividido la historia china en diez partes entre la Edad de Bronce y la proclamación de la República Popular China a mediados del siglo xx . En cada capítulo seleccionamos los textos que nos parecieron más penetrantes o ilustrativos de expertos chinos y no chinos para dar cuenta de un periodo, un tema, un debate, un momento de la cultura. Frente a la enormidad de pretender condensar una historia milenaria en pocos centenares de páginas, nos tranquiliza saber, más allá de nuestros errores y omisiones, que hemos incluido a estudiosos merecidamente prestigiados —Fung Yu-lan (Feng Youlan), Joseph Needham, John K. Fairbank, Roderick MacFarquhar, Chow Tse-tsung, Jonathan D. Spence, por mencionar sólo algunos—, cuyas investigaciones han condicionado y condicionan nuestra percepción de varios temas de la historia y la cultura chinas.
Con la obligación de contener esta selección de textos en un número de páginas que no alejara al lector de la empresa de recorrer esta historia milenaria, hemos realizado algunos cortes (los mínimos indispensables) en el cuerpo de narraciones de diversos orígenes y desarrollos. Cada uno de los diez capítulos de este texto comienza con la introducción de uno de los dos editores y, enseguida, los textos seleccionados, de los cuales se indican, a pie de página, las coordenadas bibliográficas. En la traducción de los textos hemos conservado, con algunas excepciones que se indican in situ, la escritura de nombres chinos adoptada por cada autor, indicando en las introducciones la forma contemporánea de escritura china de algunos nombres. Incluimos en el apéndice 2 una tabla de conversión entre los sistemas más conocidos de transliteración del chino al alfabeto latino romances: de Pinyin a Wade-Giles y viceversa. Algunos ejemplos de diferente transcripción entre el anterior sistema Wade-Giles y el actual Pinyin: en el actual sistema se escribe Beijing, en el anterior Pekín. Dos importantes intelectuales chinos del siglo pasado fueron Chen Duxiu (Ch’en Tu-hsiu) y Fu Sinian (Fu Ssu-nien). Mao Zedong era Mao Tse-tung.
Unas palabras sobre los editores. Por una parte, un mexicano que fue el primer embajador de su país en la República Popular China desde 1972 y, por la otra, un italiano naturalizado mexicano que por razones generacionales vio despertar su interés en China desde la Revolución Cultural de 1966. Por dos caminos diferentes y convergentes —la experiencia diplomática y un interés juvenil renovado en el tiempo— ha nacido esta antología comentada que se ofrece al lector con la esperanza de que sea de utilidad para definir los perfiles mayores de una historia que, en diferentes formas, ha comenzado a cruzarse con la historia del resto del mundo. Se narra aquí una historia ajena (para los lectores no chinos) que se está convirtiendo en nuestra historia.
Algunos agradecimientos. Al equipo de traductoras (Lucrecia Orensanz, Mariana Gumá, Adriana Santoveña, Victoria Schussheim y María Capetillo) que ha interactuado con los editores y con la Dirección de Publicaciones del cide (a través de Natalia Cervantes y Nora Matadamas), permitiéndonos evitar algunos errores y cortes narrativos innecesarios. La Dirección de Publicaciones ha gestionado con eficacia y prontitud los necesarios permisos de publicación, además de supervisar todo el proceso que concluye en este texto. Agradecemos la generosidad de las casas editoriales propietarias de los derechos de autor que nos han dado su autorización para la compilación de este libro. Finalmente, un reconocimiento al director general del cide , Enrique Cabrero, a David Arellano, secretario académico de la misma institución, y a otras autoridades que, desde la formulación inicial del proyecto, manifestaron su interés y apoyo.