TOM GJELTEN
Bacardí
y la larga lucha
por Cuba
Traducción de
Suleiman Artiles
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First published in the United States of America by Viking Penguin,
a member of Penguin Group (USA) Inc. 2008
Published in Penguin Books 2009
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Copyright © Tom Gjelten, 2008
Translation copyright © Suleiman Artiles, 2011
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Fuentes de las imágenes: Franklin Matthews, Colección de la familia Bacardí, Compañía Ron Bacardí S.A., Gonzalo de Quesada y Henry Davenport Northrop, Colección de Tradició Cubana - Universidad de Miami, F. D. Pagiliuchi, El libro de Cuba, William Dinwiddie, Scribner’s Magazine, Louis A. Pérez Jr., Biblioteca del Congreso, Ernesto Ocaña, archive del autor, Jose Trutie-cortesía de Teo Babún, Joseph Scherschel, Robert Salas, Diana Díaz, Business Week, Enrique Muñoz Studio.
THE LIBRARY OF CONGRESS HAS CATALOGED THE HARDCOVER EDITION AS FOLLOWS
Gjelten, Tom
Bacardi and the long fight for Cube: the biography of a cause/by Tom Gjelten.
p. cm.
Includes bibliographical references.
EISBN: 9781101574966
1. Bacardi Corporation (Puerto Rico)—History. 2. Rum industry—Cuba—History. 3. Cuba—History—Autonomy and independence movements. I. Title
HD9394.C94B334 2008
338.7’66359097491—dc22 2008015565
PRINTED IN THE UNITED STATES OF AMERICA
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Para Jake, Greta y Martha
Prólogo
Cada botella de ron Bacardí que se vende en Estados Unidos lleva un pequeño logotipo —un misterioso murciélago— y una etiqueta que reza «Fundado en 1862». Sobre esa fecha, las palabras «P UERTO R ICAN R UM ». No se hace mención a Cuba.
La destilería Bacardí en San Juan es la mayor del mundo, pero los Bacardí no son de Puerto Rico. Esta compañía familiar fue cubana durante cerca de un siglo; de hecho, cubanísima. A mediados del siglo XIX , el fundador de la compañía y patriarca de la familia, Don Facundo Bacardí, fue pionero en la fabricación de ron cubano, más ligero y seco que los alcoholes que lo precedieron. El ron Bacardí devino la bebida favorita en la isla en el mismo momento en que Cuba se convertía en una nación. Los hijos e hijas de Bacardí fueron famosos por su patriotismo, y por su oposición a la tiranía de España y después, en el siglo siguiente, a los dictadores nativos de la isla. Esta empresa familiar desempeñó un papel protagonista mientras Cuba establecía su identidad cultural, convirtiéndose en el principal mecenas del béisbol cubano y de la música salsa. Bacardí era el ron de Ernest Hemingway y el de los habituales de los casinos. Cuando Fidel Castro inició su rebelión en las montañas de las afueras de Santiago de Cuba, la ciudad natal de los Bacardí, éstos le apoyaron. No abandonaron a Castro, fue él quien los abandonó; dejaron Cuba cuando el gobierno revolucionario expropió su negocio. Cincuenta años después, el nombre de la familia aún es reverenciado en la isla, y los Bacardí sueñan con volver a fabricar ron en su tierra natal.
En muchas versiones, la historia de Cuba se ha anquilosado alrededor de algunas viejas historias —La Habana y sus días de depravada gloria, o Fidel Castro y su desagradable revolución— y ha perdido mucha de su vitalidad e integridad. Este libro tiene su origen en mi búsqueda de una nueva narrativa, con nuevos personajes cubanos y una trama que haga justicia a esa isla que produjo la conga y la «Guantanamera», así como los planes quinquenales del Che Guevara. He tratado de dar una visión matizada de las experiencias de la nación en los últimos ciento cincuenta años. La historia de Cuba no estaba predestinada. Hubo opciones y senderos no transitados y los hombres y mujeres que fueron excluidos y después exiliados merecen que se reconozcan sus aportes, aunque sólo sea para comprender por qué muchos albergan tanta ira. La historia de la saga Bacardí sirve a todos estos fines.
Para los cubanos, el patriotismo comenzó con los esfuerzos de poetas e intelectuales para definir la idea de un pueblo cubano singular, ajeno a la mezcla de europeos, africanos y nativos que habitaron la isla. Por aquel entonces, Cuba necesitaba liberarse de tres siglos de áspero dominio español y de la asfixiante atención de Estados Unidos, para convertirse en un país soberano, viable y respetado. Habida cuenta de la mezcla cultural de la isla y de la estructura social basada en la plantación, estos esfuerzos incorporaron una lucha por la igualdad racial y la justicia económica, pero no pueden ser reducidos a una historia que, de manera inevitable, termina con la revolución socialista de Fidel Castro. Podemos seguir otros hilos, como el de la familia Bacardí en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, la cuna del nacionalismo cubano.
Hubo una época en que ningún otro apellido tenía más prestigio en Santiago. Emilio Bacardí, hijo de Don Facundo, pasó gran parte de su vida adulta conspirando contra la dominación española y después sirvió como el primer alcalde cubano de Santiago. Su propio hijo, Emilito, combatió con heroicidad en la guerra de Cuba por la independencia. Pero los Bacardí también eran recordados en Santiago por su clase y personalidad. Si bien residían en elegantes casas, viajaban en coches con chófer y enviaban a sus hijos a exclusivas escuelas privadas, eran considerados buenos ciudadanos de Santiago, generosos, de buen corazón y amantes de la justicia. Y les encantaba participar en fiestas. Es probable que los Bacardí hayan contribuido más que cualquier otra familia a la reputación de Santiago como ciudad alegre y pícara de vibrante vida nocturna. En Santiago no había celebración sin ron Bacardí.
En la versión revisada de la historia de Cuba de Fidel Castro, la era anterior a su revolución se caracterizaba por la decadencia y la corrupción entre las elites del país. Los Bacardí apenas son mencionados porque su patriotismo e integridad no concuerdan con el estereotipo que presenta Castro. Su negocio familiar era ampliamente reconocido entre las empresas mejor regenteadas de Cuba, y la administración de la compañía destacaba por su política progresista y las buenas relaciones laborales. El presidente de Bacardí en los años cincuenta, José «Pepín» Bosch (casado con la nieta del fundador), fue durante un tiempo ministro de Finanzas de Cuba y sentó precedentes por su combate contra las evasiones fiscales de los ricos. Cuando Castro viajó a Washington D. C. poco después de tomar el poder, Bosch fue el único empresario al que incluyó en su delegación. La ruptura entre ambos sobrevino cuando Castro abrazó el socialismo; el ejemplo Bacardí demostraba de manera muy incómoda que realmente había capitalistas que podían desempeñar un papel responsable en una Cuba democrática.