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A MANERA DE INTRODUCCION:
Entre la historia y la biografía
El autor (derecha) entrevista al presidente Bill Clinton (izquierda). También participa de la entrevista el columnista Peter R. Bernal (centro).
FIDEL CASTRO HA GOBERNADO A CUBA desde 1959, y su entrada en la historia del país es anterior a esa fecha. Por más de medio de siglo, las noticias sobre Cuba han sido en gran parte informaciones sobre el gobernante. El contenido de cualquier material de tipo biográfico tendría siempre una gran relación con la historia de la Cuba contemporánea y ciertos acontecimientos internacionales. La historia de la segunda mitad del siglo XX, por cierto, está llena de datos relacionados con el famoso caudillo revolucionario. Escribir sobre la Cuba de Castro es entonces relatar todo un período y acudir a las raíces históricas tanto del país como del político. Es algo así como un recorrido entre la historia y la biografía.
Por otra parte, ¿cómo enfocar a ciertos gobernantes latinoamericanos y de otras regiones sin acercarse al tema del caudillo? Independientemente de que haya estado al frente de un partido, una revuelta, un golpe de estado o una revolución, la historia de América Latina no puede escribirse sin referencias a caudillos. En el caso de Fidel Castro, su entrada en la historia la propició la enorme cobertura periodística que su revolución recibió. Sin olvidar la influencia del cuarto poder, no puede escribirse sobre Cuba sin biógrafos, caudillos y revoluciones.
Este ensayo es acerca de Fidel Castro y Cuba, pero sólo pretende ofrecer un panorama general. No es un estudio sobre la economía cubana ni una recopilación de cifras. Tampoco es un tratado de historia militar o de actividad guerrillera. No deseamos presentar una visión del personaje o el fenómeno en base a declaraciones de entusiastas simpatizantes o de antiguos partidarios que intentan reinventarse. Mucho menos la vida íntima de Fidel Castro o una lista que incluya todos los datos y nombres. Cuando se ejerce el poder con todo tipo de controles y en medio de una gran confrontación es difícil separar el mito de la realidad. No nos hemos propuesto ofrecer una apología, pero tampoco un panfleto.
En el primer capítulo nos referimos al célebre revolucionario como el último superviviente de los escenarios internacionales en el siglo XX. En el segundo capítulo ofrecemos un breve perfil de Cuba y su historia hasta su nacimiento. Lo que nos propusimos conseguir con los capítulos siguientes no era una biografía acabada, sino una aproximación a la vida y obra del latinoamericano más conocido y a un largo período o capítulo de la historia política de Cuba. También lanzamos una mirada a su paso por el gobierno y por el quehacer internacional. Lo hicimos sólo en líneas generales por lo prolongado y complejo de su ejercicio del poder. Algunas situaciones sólo serán comprendidas en forma definitiva cuando los datos y las interpretaciones pasen la prueba del tiempo.
Sin limitar lo ocurrido en el último medio siglo a su persona, su gobierno ha constituido el capítulo más largo de la historia contemporánea de Cuba. Por décadas hemos estudiado y enseñado historia de Cuba y participado en investigaciones sobre la revolución castrista y los gobiernos anteriores a Castro. Además de conocer personalmente a algunos personajes, nos hemos entrevistado con personas con vivencias sobre el proceso y hemos escrito artículos sobre textos de historia de Cuba y figuras de su historia contemporánea. No es este el primer libro que hemos publicado sobre Cuba.
Al acercarnos a nuestro propio tiempo histórico, no encontramos un caso como el de Fidel Castro: más de medio siglo...de control sobre la vida de los cubanos.
En algunos sistemas los que desempeñan los poderes del Estado sólo gobiernan por cuatro, cinco, seis, ocho años. En otras naciones se han producido golpes militares y cambios de gobierno con frecuencia inusitados, como en muchos países latinoamericanos hasta épocas recientes. Al acercarnos a nuestro propio tiempo histórico, no encontramos un caso como el de Fidel Castro: más de medio siglo de actuación, de gobierno y de control sobre la vida de los cubanos. El capítulo escrito por Castro o en relación con su ejecutoria es comparable en extensión al de cualquier otro individuo en la historia universal, incluyendo a los monarcas del pasado, pero ni siquiera la condición insular de Cuba, las características tan españolas y tan africanas de la última gran colonia de España en América o la larga influencia norteamericana en su desarrollo histórico la separan totalmente de una relación con fenómenos ocurridos en América Latina.
Una obra como Siglo de Caudillos, del notable historiador mexicano Enrique Krauze, pudiera decirnos mucho. Es una biografía colectiva de caudillos que consigue su propósito de hacernos entender la historia política de su gran país partiendo de los presbíteros Miguel Hidalgo y José María Morelos y llegando hasta Porfirio Díaz, pasando por un reformador y «dictador democrático» como Benito Juárez, y hasta por figuras rodeadas por un mayor grado de controversia como Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Ana. Desfilaron desde «el siervo de la nación» (Hidalgo) y el «caudillo de la independencia» (Morelos) hasta «el Pacificador » (Díaz). Curiosamente, Iturbide fue proclamado emperador y el tratamiento que se le daba a Santa Anna era el de «Su Alteza Serenísima ». Cuba ha tenido también su historia de caudillos y pudiera inspirar en el futuro otra Biografía del Poder, utilizando de nuevo un título de Krauze. En Cuba sería una historia de generales, doctores, sargentos coroneles y comandantes.
Ese uso de títulos especiales para los caudillos es casi inevitable. Mientras muchos dominicanos llamaron a Rafael Leónidas Trujillo «generalísimo », «el jefe» e incluso «nuestro amado jefe», los cubanos han tenido siempre sus títulos y apodos para líderes y gobernantes. A Tomás Estrada Palma, por su carácter austero le decían respetuosamente «don Tomás» o «el honrado don Tomás», aunque eso se decía a veces con cierto grado de burla hacia su honestidad y su ética protestante. Sus seguidores eran llamados por el pueblo «carneros de don Tomás». Al general José Miguel Gómez le conocían como «el tiburón» por cierto grado de corrupción que se le atribuía. (Se añadía, con cierta simpatía hacia su gestión: «tiburón se baña, pero salpica», es decir, distribuye los recursos de que se apropia.) A su sucesor, el general Mario García Menocal, lo llamaban «el mayoral», no sólo por ser un aristócrata sino por haber administrado centrales azucareros. Al doctor Alfredo Zayas, en vez de hacer resaltar su cultura, preferían llamarle «el chino Zayas» por algún rasgo facial. Al general Gerardo Machado lo exaltaban como «el egregio» y con otros ditirambos. Sus opositores le llamaban «asno con garras». Más recientemente, el general Fulgencio Batista era «el hombre » o «el mensajero de la prosperidad». Muchos opositores, le llamaban «el negro» por considerarlo mulato. Al doctor Ramón Grau San Martín unos le decían «el Mesías» y otros «el divino galimatías». Eduardo Chibás era «el adalid» para admiradores y «el loco» para adversarios. A Fidel Castro lo proclamaron como «máximo líder» y «comandante en jefe». También se le ha llamado «el caballo» y una larga lista de nombres.