Este no es un libro teórico. Los comentaristas objetivos de Occidente, al no poder negar los logros de la Revolución cubana, tratan de desvirtuar su significado afirmando que los avances en saIud, educación, vivienda y bienestar social han sido alcanzados al precio de la ?libertad? y de la ?democracia?. Nuestro objetivo es mostrar cómo vive el pueblo cubano su Revolución. Para ello hemos sacrificado nuestros propios análisis y le hemos cedido la palabra. En un 80 por 100 este libro está constituido por la transcripción literal de grabaciones, realizadas durante dos meses, de asambleas y entrevistas en industrias, Comités de Defensa de la Revolución, tribunales populares y, en particular, con los delegados y electores de los órganos de Poder Popular de la provincia de Matanzas. En Cuba hay un pueblo que discute las leyes, imparte la justicia, aprueba los planes económicos y con las armas en la mano, como pueblo en uniforme, defiende las conquistas de la Revolución. (Marta Harnecker)
El libro se inicia con un bosquejo de la historia del poder revolucionario en Cuba, dando esta vez la palabra a sus dirigentes. Ellos, en intervenciones al calor de los hechos mismos o a través de discursos posteriores, nos permiten reconstruir los grandes hitos de esa historia, a la vez que los verdaderos alcances de la experiencia del Poder Popular que hoy se lleva a cabo en el país.
Marta Harnecker
Cuba, ¿Dictadura o democracia?
ePub r1.0
Primo 23.12.15
Título original: Cuba, ¿Dictadura o democracia?
Marta Harnecker, 1979
Editor digital: Primo
ePub base r1.2
Al pueblo cubano, verdadero autor de este libro.
En el XX Aniversario de Su Revolución.
EPILOGO
1. LA HISTORIA DE UN PODER
… no un camino de capitalistas y de
monopolistas imperialistas, sino
un camino de pueblo, un camino de
obreros, un camino de campesinos,
un camino de justicia.
Fidel Castro, 26 de julio de 1970
A lo largo del libro hemos recogido la forma en que el pueblo cubano vive su Revolución, especialmente como participa en la gestión del Estado a través de los órganos del Poder Popular. Ahora pretendemos hacer un breve bosquejo de la historia del poder revolucionario en Cuba, dando esta vez la palabra a sus máximos dirigentes. Ellos, en intervenciones al calor de los hechos mismos o por medio de discursos posteriores, nos permiten reconstruir los grandes hitos de esa historia, a la vez que los verdaderos alcances de la experiencia del Poder Popular que hoy se lleva a cabo en el país.
2. EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN: ACONTECIMIENTO CONTINENTAL
El triunfo de la Revolución Cubana significó un acontecimiento histórico en este continente, significó un extraordinario desafío al imperialismo yanqui, a sus fuerzas políticas, económicas y militares. Y ellos no estaban dispuestos a permitir tranquilamente el desarrollo pacífico de nuestra Revolución.
El triunfo del Ejército Rebelde contra Batista sólo fue la culminación de una etapa. Un proceso político que no pretendía sólo derrotar al ejército mercenario, permitiendo que el pueblo se apoderara de sus armas, sino que buscaba seguir una línea consecuentemente revolucionaria —transformar la sociedad en beneficio de las grandes mayorías y liberarla de todas sus trabas económicas— no podía sino enfrentarse a las clases explotadoras nacionales e implicaba forzosamente una lucha frontal contra el imperialismo.
Se inicia así una lucha larga. Las clases dominantes y el imperio no se apoyaban solamente en las armas, sino en su gran poder económico y en una cultura y una ideología política inculcadas al pueblo durante siglos para mantenerlo avasallado.
… Una vez las armas en poder del pueblo, fue necesario librar una gran batalla en el terreno de la ideología, en el terreno de la política. Era necesario barrer también con la cultura burguesa, con aquella ideología burguesa y proimperialista, porque al terminar la contienda militar el enemigo poseía armas muy poderosas: poseía las armas de la ideología y de la política enraizadas en nuestro medio, poseía las poderosísimas armas de la economía y poseía, por último, las armas todavía más poderosas de sus fuerzas militares.
Y nuestro pueblo se enfrascó en aquella batalla política e ideológica, se enfrentó al atraso cultural, se enfrentó al analfabetismo, se enfrentó a la ignorancia, hasta desarrollar la sólida conciencia política revolucionaria y socialista que hoy posee.
Pero el enemigo no sólo empleó las armas de la política, empleó también las armas de la economía y trató de asfixiar, de estrangular a nuestro pueblo con el bloqueo y con todo tipo de agresiones económicas, Y nuestra Revolución joven, nuestro pueblo, que no poseía experiencias de ningún tipo en cuestiones económicas, que fue despojado de muchos de los pocos técnicos con que contaba se vio enfrentado a dar esa durísima batalla de la economía…
Pero junto a la batalla política y la batalla económica, el imperialismo preparaba sus acciones armadas. Y casi desde los primeros meses de la Revolución comenzaron las acciones de sabotaje, los actos contrarrevolucionarios, las infiltraciones de armas y de agentes, el desarrollo de bandas contrarrevolucionarias armadas que se hicieron presentes prácticamente en todas las provincias, a lo largo y ancho del territorio nacional y comenzaron a entrenarse las tropas mercenarias que después nos invadirían en Playa Girón. Pero había un peligro aún mayor, mayor que las bandas contrarrevolucionarias, mayor que las agresiones mercenarias: el peligro de la agresión directa por parte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
La actitud del imperialismo fue un factor importante en el desarrollo de la Revolución Cubana. Ante cada golpe se tomaba la contramedida necesaria y de esta manera se fue profundizando rápidamente el proceso. Los diez primeros años de la Revolución son años que se caracterizaron por la lucha por su supervivencia frente a la contrarrevolución interna, la agresión externa y el bloqueo imperialista. Esta batalla absorbe la mayor parte de sus esfuerzos y energías, y gran parte de sus recursos humanos y materiales.
Por otra parte, la tensión revolucionaria y la necesidad de destinar enormes recursos humanos y materiales a la defensa de la Revolución contra los ataques y continuas amenazas del imperialismo y la necesidad de superar el subdesarrollo con las lacras que esto significa para tantos seres humanos, llevaron, a sus dirigentes a proponerse tareas no siempre a su alcance.
Este fue el caso de la zafra de los 10 000 000 de toneladas en 1970, que, como dice el propio Raúl Castro, se propuso «cifras bastante ambiciosas en aquellas circunstancias, lo que conllevó algunas consecuencias negativas que han sido analizadas amplia y profundamente por el compañero Fidel».
Efectivamente, el máximo dirigente de la Revolución Cubana reconoce con una franqueza extraordinaria, el 26 de julio de 1970, que a pesar del gran esfuerzo realizado por el pueblo cubano, la meta señalada no ha sido alcanzada, y que el esfuerzo concentrado en la producción de caña ha producido descomposición en otros sectores de la economía.
Repito —decía Fidel al pueblo reunido en la Plaza de la Revolución— que fuimos incapaces de librar lo que llamábamos la batalla simultánea. Y efectivamente, el esfuerzo heroico para elevar la producción, para elevar nuestro poder adquisitivo, se tradujo en descompensaciones en la economía, en reducciones de producción en otros sectores y, en fin, en un acrecentamiento de nuestras dificultades. Claro está que el enemigo usó mucho el argumento de que la zafra de los 10 000 000 traería algunos de estos problemas. Nuestro deber era hacer el máximo para impedirlo. Y en realidad no hemos sido capaces. Nuestro enemigo dice que tenemos dificultades, y en eso tienen razón nuestros enemigos. Dicen que tenemos problemas, y en realidad tienen razón nuestros enemigos. Dicen que hay descontento, y en realidad tienen razón nuestros enemigos. Dicen que hay irritaciones, y en realidad tienen razón nuestros enemigos. Como ven, no tenemos el temor de admitir cuándo nuestros enemigos tienen razón.