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José Manuel Surroca Laguardia - Rex Bellator

Aquí puedes leer online José Manuel Surroca Laguardia - Rex Bellator texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: Gráficas Editores, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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José Manuel Surroca Laguardia Rex Bellator

Rex Bellator: resumen, descripción y anotación

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SINOPSIS:
Cuando el 13 de octubre de 1307 las fuerzas del rey de Francia entran violentamente en la Encomienda Templaria de París, y se presentan en las dependencias del Tesoro y del Archivo situadas en los sotanos de la Tour Grosse, se llevan una gran sorpresa: están completamente vacías y no hay ni rastro del mítico esperado Tesoro ni Documento alguno sobre las estanterías.
¿Qué había ocurrido? ¿Dóde se encontraba el tesoro? ¿Y los Documentos? ?¿Y las Sagradas Reliquias?
Jean Marc Larmenius, Preceptor del Reino de Jerusalén y Arcarius del Temple, recibe el encargo del Gran Maestre, Jacques de Molay, para que organice un plan y salve el Thesaurus Tutum y el Files Documenti y evitar que caiga en las manos de El Hermoso, plan que llevará a cabo acompañado de su escudero Berenguer Dezcoll, de forma meticulosa y precisa, no exenta de grandes peligros y tras realizar numerosas gestiones y viajes, siempre con los espías de Felipe IV y su ministro Nogaret, tras sus pasos.
Todo había comenzado con la caída de Acre en manos del Islam en 1291, y con ello y de forma definitiva, la pérdida para la cristiandad de los Santos Lugares. Y como consecuencia de ello, la Orden de los Pobres Compañeros de Cristoy del Templo de Salomó, también conocida como la Orden del Temple, pierde uno de los pilares fundamentales que justifican sus existencia.
Ramó Llull, el sabio mallorquín, propondrá el nombramiento de un Rex Bellator, un lider que dirija a las Órdenes Militares, previamente unificadas para tratar de reconquistar los Santos Lugares. En su proyecto original, la elecció de Rex Bellator, deberá recaer en uno de los dos príncipes más brillantes de la Cristiandad en aquellos momentos: Jaime II de Aragó y Felipe IV de Francia, los cuales han mostrado interés en recibir tal nominació para más gloria personal de sus linajes y de sus Coronas.
Sin embargo, los tiempos son diferentes y las necesidades de los Príncipes cambian vertiginosamente. El interés de éstos ya no se centra en el espíritu de las Cruzadas, sino en los problemas que se les presentan en el gobierno de sus Estados.
La tesorería de Real del Rey de Francia, Felipe IV, están inmersa en una absoluta crisis económica que amenzaba con dar al traste con todos sus planes de expansió, además de no poder hacer frente a los numerosos conflictos con sus vecinos.
El hecho de que la Orden del Temple, perdidos los Santos Lugares, quede liberada de la razó más importante para su existencia, va a ser aprovechada por el rey francés para solucionar sus problemas de Tesorería, proyectando para ello la destrucció de la orden templaria -en convivencia con el Papa Clemente V- para hacerse con sus tesoros e incorporarlos a la Tesorería Real. Por esa razó, cuando el 13 de octubre de 1307, las fuerzas del Rey de Francia entran en la Encomiendo Templaria de París, y encuentran vacíos los lugares donde se guardaban el Tesoro y el Archivo -objetivo principal-, la sorpresa fue absoluta.
Había cuenta de que la Orden templaria tenía una extensa red financiera en toda Europa, en la que ofrecía a sus clientes operaciones similares a las que hoy día ofrece cualquier Entidad Bancaria, surgen multitd de preguntas:- ¿Qué ocurrió con los depósitos de los Nobles, Clérigos y Príncipes que habían confiado sus fortunas al Temple para su custodia?- ¿Y los bienes y propiedades entregados como garantías de los préstamos otorgados por los Templarios y que les deberían ser reintegrados una vez pagado el préstamo?- ¿Y los numerosos documentos que tal actividad generaba?- ¿Y los libros contables?

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Autor José Manuel Surroca Laguardia De esta edición Gráficas Editores - photo 1

© Autor: José Manuel Surroca Laguardia

© De esta edición: Gráficas Editores – 974 310 096

Primera edición: Diciembre 2018

ISBN: 978-84-948072-6-8

Depósito legal: HU-180-2018

Maquetación : Gráficas Barbastro, S.L.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

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REX BELLATOR

JOSÉ MANUEL SURROCA LAGUARDIA

Booktrailer

DEDICATORIA A mi mujer Cesy y a mis hijos David Javier y José Vive - photo 4

DEDICATORIA

A mi mujer, Cesy,

y a mis hijos David, Javier y José.

“Vive mejor el pobre dotado de esperanza,

que el rico sin ella.”

Raimundus Lullius.

Nota del Autor

Estimado Lector:

Rex Bellator es una novela sobre los Templarios, en la que no intervienen elementos esotéricos; ni se buscan tesoros siguiendo complejas pistas; ni se trata de evitar que objetos con capacidades extraordinarias puedan caer en manos de elementos poco recomendables.

La paciencia y bondad que ruego me conceda el lector, es la de aceptar un enfoque diferente al habitual. En Rex Bellator trato de aportar mi modesta teoría, una más, sobre algunos de los misterios relacionados con la Orden Templaria, como son los desconocidos y no hallados, Tesoro y Archivo Documental.

Si como parece, y así parece estar demostrado, los Templarios eran los banqueros de Europa de aquellos tiempos, —que es tanto como decir del mundo —, lo lógico es que existiera un gran archivo de documentos, donde se detallaran las numerosísimas operaciones financieras que realizaban; dada la conocida meticulosidad con la que trabajaban los monjes-guerreros. Son pocos, poquísimos, los documentos hallados, lo que no deja de constituir un auténtico misterio.

Al igual que el famoso tesoro. O bien se lo quedó el rey de Francia, Felipe IV, cuando irrumpió por sorpresa en la sede parisina del Temple; o no encontró nada y de ser éste el caso, o bien no existía tal tesoro, o los templarios lo trasladaron a tiempo.

Si atendemos a su faceta como banqueros, y a poco que se tenga conocimientos sobre la actividad de una entidad bancaria, una pregunta surge rápidamente: ¿Qué ocurrió con los bienes y tierras que los clientes del Temple les entregaron como garantía de los préstamos? ¿Y qué ocurrió con los tesoros particulares de nobles y clérigos, puestos bajo la protección de las imponentes murallas de las fortalezas del Temple, por considerarlas más seguras que las suyas propias?

Este es el leitmotiv de la historia, teniendo en cuenta el complejo mundo de entonces, en el que los reyes disputaban a la Iglesia el poder y las riquezas.

Justo en ese periodo, en el que parece que la cristiandad ha olvidado los Santos Lugares, es cuando se produce, por parte de Raimundus Lullius, una propuesta singular: la designación de un Rex Bellator . Este honor recaerá sobre uno de los dos príncipes de la cristiandad más importantes en aquellos momentos, Jaime II de Aragón y Felipe IV de Francia, para que bajo su mando, las Órdenes Militares unificadas, traten de arrebatar al islam los Santos Lugares.

Para novelar esta historia, he tomado algunos hechos históricos reales en los que apoyar la acción narrativa y dotar de consistencia al texto; para que, finalmente, el lector encuentre perfectamente razonados, y sobre todo posibles, los motivos que expongo en Rex Bellator . Estas razones explicarían el desconocimiento del paradero del Tesoro y Documentación templaria, así como la ausencia de una respuesta bélica de la Orden templaria ante semejante agresión.

Dentro de la consabida y aceptada Libertad de Autor , me he tomado algunas licencias, como son las de inventar algunos términos que faciliten la comprensión del relato.

Para ello he echado mano del latín, donde el lector encontrará términos como: Arcarius , Thesaurus Tutum y File Documentis , para denominar al responsable de las finanzas del Temple, Cámara del Tesoro y Archivo Documental, respectivamente.

Espero que, al final de su lectura, el lector considere que he cumplido con este objetivo a su entera satisfacción.

Notas

En el texto se hace referencia, en muchas ocasiones, a Aragón, en relación al conjunto de territorios que formaban la Corona de Aragón y no sólo al Reino de Aragón, pues así era como se denominaba en Europa a nuestra Corona.

En cuanto al polifacético sabio mallorquín Ramón Llull, aparece en la novela con su nombre en latín: Raimundus Lullius.

SAN JUAN DE ACRE. 29 DE MAYO 1291

El silencio, esporádicamente roto por débiles gemidos, multiplicaba la sobrecogedora impresión que producía el dantesco espectáculo que se ofrecía a la vista, en el que los muertos y los heridos lo ocupaban todo. Su sangre regaba generosamente las calles, impregnando el aire con un aroma dulzón inquietante. Algunos apenas podían balbucear palabras ininteligibles, con la muerte sentada a su lado, aguardando pacientemente. Otros clamaban ayuda y auxilio.

—¡Agua, por el amor de Dios! —musitaban.

Muchos, ¡quién sabe si los más afortunados!, hacía rato que estaban ante el Altísimo de sus respectivas creencias, rindiendo cuentas, a la espera de obtener la benevolencia de su juzgador.

Para hacer más aterrador y sorprendente aquel escenario de muerte, soldados con vestimenta morisca recorrían las calles, apartando escombros y pasando por encima de los cuerpos yacentes, en busca de los que aún respiraban; y una vez hallados, los remataban, si a juicio de sus expertos criterios personales, las posibilidades de supervivencia de aquel despojo humano eran nulas. En caso contrario proferían un grito de llamada y poco después, un grupo de hombres venía con una camilla empapada en sangre y llevaba al herido junto a otros que estaban en las mismas condiciones tirados en el suelo de una plaza, en un macabro y perfecto orden de alineación. Aquellos pobres hombres valdrían su precio en oro, una vez recuperados de sus heridas. Sus captores sabían con seguridad, que alguien estaría dispuesto a pagar buenas cantidades de oro por su libertad: sus familias, sus señores o sus religiones, a excepción de la Templaria.

El enfrentamiento había sido brutal. Por un lado, los sitiados a las órdenes del recién nombrado Maestre del Temple, Guillaume de Beaujeu, con apenas 12.000 hombres entre Templarios, Teutónicos y Hospitalarios, a cuyo frente se encontraba su Maestre, Jean de Villiers. A ellos había que sumar otros 4.000 cristianos que aportaban su espada y su esfuerzo contra los sitiadores.

Frente a las murallas de San Juan de Acre, Khalil Al-Ashraf había colocado sus 55.000 infantes y 20.000 jinetes. Hacía ya más de un mes, contando desde el día 7 de abril, que se había iniciado el asedio. Con una insistencia mortal, sus máquinas de guerra comenzaron a batir las murallas exteriores, a la vez que sus zapadores excavaban por debajo de los muros, con intención de crear un túnel para penetrar en la ciudad. El 16 de mayo, las fuerzas sarracenas atravesaron la primera muralla y tomaron la Torre del rey, situándose frente a la última muralla.

Tras doce inacabables días rechazando ataques, había llegado el momento de la rendición. Era imposible oponer resistencia; continuar sería un suicidio sin sentido. El 25 de mayo, Pierre de Severy, el comandante de los templarios, presentó la capitulación a condición de la concesión de salvoconductos para Chipre. Pero una serie de incidentes, fortuitos o provocados, impidió que las negociaciones prosperasen y que la oferta de la rendición se retirase. Aquella noche, el comandante Thibaud Gaudin logró escapar por el mar, aprovechando la oscuridad. El 28 de mayo los zapadores mamelucos lograron abrir una brecha en el muro, a base de explosivos y combustible, lo que permitió la entrada de 2.000 de éstos, que sembraron de muerte y horror todos los lugares por donde pasaban. La ciudad de San Juan de Acre había caído en manos musulmanas y había sido incorporada al islam.

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