Stephanie
Una obra de arte es buena cuando doblas una esquina y dices: «¡Joder! ¿Qué es eso?»
D AMIEN H IRST, artista
El arte te dice cosas que no sabías que necesitabas saber hasta que las sabes.
P ETER S CHJELDAHL, crítico de arte
Nueva York. El lunes 8 de noviembre de 2010, a las 6,43 de la tarde, en la sede de subastas recién estrenada de Phillips de Pury, en el número 450 de Park Avenue, el subastador Simon de Pury remató el lote 12. Era una representación de cera, a tamaño natural y desnuda, de la antigua actriz y supermodelo Stephanie Seymour. Destinada a colocarla en la pared, como si fuera una cabeza de ciervo, se titula Stephanie, pero en el mundillo del arte se conoce como Trophy Wife («esposa trofeo»). La escultura convierte la imagen de Seymour en un trofeo, literalmente. La parte superior del cuerpo, desnuda, surge de la pared, los pechos cubiertos no muy discretamente con las manos (ilustrado en la parte central).
Se esperaba que esta obra, una de las cuatro versiones idénticas concebidas por el artista italiano Maurizio Cattelan, alcanzase un precio entre 1,5 y 2,5 millones de dólares. De Pury predecía que podía llegar incluso a los 4 millones. Después de nueve pujas por parte de seis postores (dos de los cuales pujaban por teléfono), se vendió en 40 segundos por 2,4 millones de dólares, incluyendo la prima del comprador (el coste adicional que aplica la casa de subastas, por encima del precio de remate). El postor que se la llevó fue Jose Mugrabi, el supercoleccionista y marchante privado de Nueva York.
El sector más exclusivo del mundo del arte contemporáneo se mueve por el prestigio de las marcas y los actos sociales. Pero en toda la historia del marketing del arte contemporáneo destaca la subasta de otoño de 2010 en Phillips por su mezcla de prestigio de marca, acontecimiento, famoseo, trasfondo y precios astronómicos. La presentación de Stephanie y el espíritu presente tras la subasta de la cual formaba parte es un ejemplo maravilloso de marketing al más alto nivel en el arte contemporáneo.
Phillips de Pury es una sala de subastas de tamaño mediano, que actúa sobre todo en Nueva York y Londres. En cuanto al grado de fama y prestigio, Phillips está la tercera a bastante distancia después de Christie’s y Sotheby’s, con una décima parte de la facturación anual en dólares de ambas. Esas dos casas de subastas venden casi el 90 por ciento de todo el arte contemporáneo por encima de los 2 millones de dólares. Phillips quería una cuota mayor de ese nivel alto, un segmento mucho más provechoso. El coste de conseguir la consignación y promoción de una obra de 2 millones podría ser el doble del de una obra de 200.000 mil dólares, pero el beneficio después de gastos es de cinco a diez veces mayor. Los que consignan a un nivel de precios muy elevado por lo general prefieren hacer negocios con Christie’s y Sotheby’s, suponiendo que esas casas conseguirán unas pujas mucho más altas.
Tras una subasta de primavera bastante mediocre en Nueva York, en 2010, en la cual solo hubo una obra que se vendiera a más de 1 millón, el problema estratégico de Phillips era cómo crear expectación para su subasta de otoño de arte contemporáneo. Su nueva sala de subastas recién renovada y carísima, en Park Avenue, proporcionaría la ubicación perfecta.
Simon de Pury, como presidente y también jefe subastador de Phillips, llamó a la subasta «Carte Blanche». Pidió a Philippe Ségalot que actuase como «comisario invitado», igual que un museo puede invitar a un comisario externo para que se ocupe de una exposición determinada. Ségalot era en aquel tiempo jefe internacional de arte contemporáneo de Christie’s, donde fue el pionero en introducir subastas temáticas (una llamada «Fiesta de Burbujas», otra «Piensa en Rosa») para atraer a compradores más jóvenes a la sala de subastas. Más tarde fue copropietario de la asesoría de arte Giraud Pissarro Ségalot. El principal cliente de Ségalot es François Pinault, el multimillonario francés que controla las marcas de lujo Gucci, Balenciaga y Stella McCartney, y propietario también de la sala de subastas de Christie’s. Pinault tiene una colección de arte que vale 2.000 millones de dólares donde figuran Jeff Koons, Damien Hirst, Cindy Sherman y Richard Serra, y obras más antiguas de Picasso, Braque y Mondrian.
A Ségalot se le dio libertad para que eligiera las obras para la subasta de Phillips y realizase la venta de sus sueños, sin interferencia alguna de De Pury. Lo describió como «un autorretrato hecho a mi gusto». Reunió 33 obras, con un valor total estimado entre 80 y 110 millones (todo en dólares USA). Ninguna de las 33 procedía de los consignadores de subastas habituales de Phillips. Tres venían directamente de los artistas, y algunas de la propia colección de Ségalot. Unas pocas pertenecían a clientes privados suyos: dos de Pinault, una de las cuales era Stephanie. La idea de que el propietario de Christie’s consignase obras a otra sala de subastas produjo muchas suspicacias.
Media docena de las obras fueron elegidas por su interés periodístico. Esto significa habitualmente un artista prestigioso o un tema controvertido. Con Stephanie se cubrían ambos frentes. Stephanie no era la obra más cara, pero fue la que apareció en los anuncios y en la portada del catálogo de la subasta.
Harry Phillips fundó Phillips en Londres en 1796. Bernard Arnault y su empresa de lujo LVMH adquirieron la firma en 1999 por 120 millones de dólares, según se dice. Un año más tarde, Arnault contrató a los marchantes de arte Simon de Pury y Daniella Luxembourg para que llevasen la empresa y desafiaran a la pareja dominante que formaban Christie’s y Sotheby’s. La estrategia de LVMH fue intentar mantenerse a flote mediante garantías extremadamente generosas (de que se conseguiría un precio de subasta concreto), otorgadas a los consignadores para atraer lotes de subastas. Arnault vendió el control a De Pury y Luxembourg en dos paquetes en 2002 y 2004. Luxembourg luego vendió su parte a De Pury en 2004. En 2008, De Pury vendió una participación de control al grupo ruso de artículos de lujo Mercury por 80 millones de dólares, la mitad de los cuales, según se dice, fueron a enjugar el descubierto bancario de Phillips. Dos semanas después de la compra de Mercury, la casa de subastas tocó fondo, con una subasta nocturna de arte contemporáneo en Londres en la cual solo se vendieron el 25 por ciento de los lotes.
Simon de Pury generó más atención mediática que la casa de subastas. Durante los meses anteriores a la subasta apareció a menudo en televisión como mentor y crítico de aspirantes a artistas en