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Con el estilo divertido, irreverente y siempre polémico propio de los vídeos de su canal de YouTube, Antonio García Villarán revisa en este libro los diferentes movimientos artísticos y la obra de los grandes maestros para poner en duda los cánones establecidos a la hora de valorar el arte.
Con el concepto Hamparte (creado por él mismo a partir de las palabras «hampa» y «arte») como hilo conductor, plantea desde un punto de vista crítico la validez de los criterios actuales para encumbrar a autores españoles de la talla de Dalí, Miró o Chillida, e internacionales como Yoko Ono, Damien Hirst o Jeff Koons.
INTRODUCCIÓN
La historia del arte está toda mal. Nos han hecho creer que el inventor de la abstracción fue Kandinsky, que un urinario fabricado en serie es la mayor obra de arte que se ha hecho en el siglo XX , que Van Gogh pintaba maravillosamente bien, que un tiburón de carne y hueso metido en formaldehído es comparable a Las meninas de Velázquez o, incluso, que Yoko Ono es una maravillosa artista. Pero no, esto no es así. Afortunadamente se quedaron anticuadas las revistas especializadas en arte impresas en papel cuché donde una élite, movida por intereses económicos y sedienta de pedir y devolver favores a sus amiguitos, se dedicaba a impulsar movimientos artísticos de manera caprichosa. Libretos de papel encerado donde los aspirantes a artistas nos dedicábamos a leer columnas infumables llenas de palabrería ininteligible que supuestamente dejaban al artista en los primeros podios de la popularidad. Y por si fuera poco, los que teníamos una opinión contraria a lo que allí veíamos, impreso como si de una piedra tallada por dioses se tratase, no podíamos contestar, no teníamos voz, no podíamos decir: «Oye, que no me entero, que creo que me la estás pegando, que tu texto no dice nada y la obra que me presentas es literalmente un lienzo en blanco». Pero ha llegado la hora del hampa .
Ahora podemos opinar. Tenemos una red infinita y rizomática que nos permite contrastar, buscar y comparar para crearnos nuestra propia opinión. Y esto es muy importante. Se trata de toda una revolución. ¿Cómo es posible que no nos hayamos dado cuenta de la ausencia de mujeres artistas en los libros de historia? ¿No nos ha chocado ver a las mujeres únicamente posando desnudas para Rubens, Renoir o Picasso? ¿Acaso Dora Maar o Françoise Gilot no tienen una obra más que aceptable? ¿O solo por haber sido parejas del todopoderoso Pablo hay que relegarlas al purgatorio de las musas y las «esposas de»? ¿No hubo pintoras en el Renacimiento que gozaron de los mismos privilegios que los hombres? ¿Quién nos garantiza que son manos de hombres las que vemos dibujadas en las cuevas de Altamira?
Con este artefacto de papel encuadernado pretendo aportar luz y justicia a lo que conocemos como historia del arte. También persigo cambiar los parámetros que rigen el mercado del arte actual, pues he detectado un alto grado de complacencia y crítica blanca que ha alimentado líneas de pensamiento vacías y ha engrandecido a artistas que no dan la talla ni como falsificadores de obras de parvulario. Por otro lado encontramos también a un no menos nutrido número de artistas llamados hiperrealistas que han basado su éxito en la simple reproducción fotográfica de imágenes cursis o rostros en primer plano. ¿Y dónde dejamos el grafiti o el street art ? ¿Son realmente arte?
Es por esto por lo que siento la necesidad de generar un debate nutritivo que ordene y aporte claridad a esta polvareda que ha generado el siglo XXI . Pasado un tiempo prudencial en el que las vanguardias artísticas han gozado del aplauso de la crítica e incluso diría que se han aprovechado de esto para ocupar lugares dentro de museos e instituciones que podían estar mejor aprovechados, ha llegado la hora del Juicio Final. Y si no lo es, al menos que sea una suerte de justicia poética con cuerpo de bronce y cabeza de mil ojos.
No estoy inventando nada nuevo: zarandear los cimientos de la historia es algo que el ser humano ha hecho continuamente, aunque he podido comprobar que pocas veces se han movido las bases de la historia del arte. Todavía me pregunto el porqué. Si hasta podemos encontrar errores en uno de los libros de cabecera estudiado en facultades y escuelas de arte de todo el mundo: Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos , de Giorgio Vasari, que, escrito en el siglo XVI , está lleno de imprecisiones que algunos historiadores se han molestado en investigar y publicar en ediciones contemporáneas. No hay que tener miedo a decir que quizá Miró no era un buen artista, o que Tàpies tiene una obra repetitiva y carente de interés, o que las esculturas de Botero parecen mazapanes gigantes. O que es sospechoso que Wilfredo Prieto exponga literalmente un pelo negro y largo aplastado por una pasa que vuela, sin soltarse, al recibir el aire continuo de un antiguo ventilador en la galería Kurimanzutto, la más prestigiosa de la Ciudad de México y que tengamos que aplaudir su hazaña como bien lo hacen la mayoría de los medios de comunicación que la publicitan. ¿Acaso nadie ve al rey desnudo? Y es que todo es muy extraño. En la misma noticia que presenta esta «obra» de Prieto, el propietario de la galería, José Kuri, se para junto a su esposa, Mónica Manzutto, delante de Pelo danzando con pasa y entre risas declara: «Luego quieren que yo venda esto…». ¿Cinismo o tomadura de pelo?
No hay más ciego que el que no quiere ver y a los que se atreven a contrariar a los llamados «expertos» se les increpa diciendo la frase mágica: «Tú no lo entiendes». Y yo les diría a todos esos intelectuales y galeristas de la élite: «Claro que lo entiendo». ¿Cómo no voy a entender que en vuestro mundo feliz queréis hacer pasar un pelo y una pasa por una obra de arte para hacerme creer que mi nivel intelectual es inferior al vuestro? ¿Cómo no darme cuenta de que el hecho de poner cualquier cosa en un espacio expositivo es para convertirlo, por ciencia infusa, en una obra de arte para así poder venderlo muy, pero que muy caro? ¿Por quién me has tomado? Claro que lo entiendo, y no solo por mi sentido común, sino también porque he dedicado toda mi vida al arte y he sido atormentado por personas que, como vosotros, hacían uso de sus influencias y su capital para beneficiar a sus protegidos y denostar a los que no compartíamos vuestra visión.