F. Marasco - C. Murciano
CRÍA DE LOS
CARACOLES
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Fotografías de la cubierta y del interior: Helix aspersa (caracol común), Helix pomatia (caracoles de viñedos), Helix aspersa maxima (caracol gigante de Argelia)©Philippe Rocher.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
© [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-508-6
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
INTRODUCCIÓN
«¿Quiere usted ganar millones? Dedíquese a la cría de caracoles.» Este eslogan se publicó en un periódico. Los beneficios se obtienen a los dos años, previa inversión de un capital del «dinero necesario para adquirir un pequeño terreno, algo de equipo y 2.000 caracoles»; los datos se atribuyen a Walter Carboni.
Desde hace algún tiempo, la prensa habla casi a diario de caracoles y de la increíble fortuna realizada por aquellos que se dedican a su cría. Asistimos de ese modo a una auténtica carrera del caracol. Centenares de incautos, después de pagar la asistencia, materiales y productos, se han convertido de improviso en helicicultores. Los resultados han sido casi siempre desastrosos y los aspirantes a millonarios en su mayoría sólo han conseguido producir la muerte de algunos miles de desventurados moluscos. Las pocas personas que han tenido éxito se han dado cuenta muy pronto de que las noticias publicadas no eran ciertas y que se basaban sólo en cálculos teóricos (los 2.000 caracoles al cabo de un año deberían ser 120.000 y al cabo de dos años ¡7.200.000!).
Este libro se propone enfriar el entusiasmo infundado y desanimar a todo aquel que desee transformarse en criador con exclusivo afán de lucro. Sin embargo, también se ha escrito, para animar a aquellos que deseen ocuparse seriamente de la cría de los caracoles, no con la esperanza de volverse millonarios sin fatigas, sino para conseguir grandes satisfacciones de esta actividad y unas ganancias nada despreciables, especialmente si se comparan con las otras actividades agrícolas. Ciertamente, la helicicultura tiene un futuro, especialmente hoy día, en que al acabarse la era del consumo fácil y del derroche, tenemos que cambiar también los hábitos en la alimentación del hombre.
Personalmente, estamos convencidos de que estos moluscos están destinados a desempeñar un papel importante para la supervivencia humana, hasta el punto de transformarse en el «filete del futuro», pero solamente a condición de que su cría se afronte con seriedad y profesionalidad y que se multipliquen las crías racionales, dado que el número de caracoles en libertad se va haciendo cada vez menor. Una vez efectuado el cambio, no será el consumidor quien dé marcha atrás. Por un lado, para el productor representará unos costos iniciales asequibles, la necesidad de mano de obra es limitada y no se precisan gastos para alimentarlos; por otro lado el comprador tendrá a su disposición una carne sabrosísima con alto valor proteico y nutritivo, muy pobre en grasas, rica en propiedades medicamentosas. Pero ¡eso no es todo!, los caracoles de criadero son más sabrosos y ofrecen más seguridad que los que se encuentran en libertad ya que, como explicaremos más adelante, estos últimos pueden acarrear a veces graves trastornos al consumidor. Se entiende, que nos referimos a los caracoles criados con «ciclo biológico completo», no de aquellos engordados con forraje y mantenidos en estrechos contenedores.
La primera preocupación debe ser la de conocer las características de estos moluscos, así como su comportamiento. Este es uno de los propósitos principales del presente libro, fruto de nuestra larga y modesta experiencia. Confiamos en que la lectura de esta obra ayude a corregir en el profano creencias infundadas y sirva para que el erudito amplíe sus conocimientos.
La primera parte de esta obra concierne únicamente a los caracoles, al medio en que viven, a su importancia para el mantenimiento del equilibrio ecológico, y su utilización por parte del hombre. Hemos descrito igualmente la vida de uno de estos moluscos para ayudar al lector a conocer mejor y comprender a este animal.
La segunda parte ilustra un sistema de cría que han experimentado los autores con resultados satisfactorios.
Pero no queremos engañar a nadie: es difícil criar caracoles y para tener buenos resultados es necesario dedicarse plenamente, una vigilancia constante y un gran amor a la naturaleza.
EL CARACOL
Apreciado desde hace milenios como un plato delicioso, el caracol, no obstante, sigue siendo poco conocido, hasta el punto de que se discute si está dotado de vista, si se aparea varias veces al año o si un solo apareamiento es suficiente para volverlo fecundo para toda la vida; si el dardo con el que algunas especies están dotadas es el miembro macho, o bien si es una especie de arma con la cual apuñala a la pareja antes del apareamiento o una flecha que tira al amante.
NOMBRES COMUNES DE LOS CARACOLES CONSUMIDOS EN ESPAÑA
La denominación vernácula de cada especie de caracol terrestre varía en función de su presencia, selección y consumo, nombres populares que se confunden o mezclan entre las distintas Comunidades Autónomas e incluso varían localmente. Aunque no existen estudios exhaustivos al respecto, como ejemplo se exponen aquí algunas de las denominaciones populares de los caracoles terrestres más comunes en España.
Los caracoles más consumidos, comercializados en vivo, precocinados o en conserva, son:
• Cepaea nemoralis : caracol rayado; «navarrico» en Navarra.
• Eobania vermiculata : «cabra» en Aragón; «xona», «xoneta», «vaqueta de bancal o d’horta» en la Comunidad Valenciana.
• Helix aspersa : «burgajo» en Andalucía; «pardo» en Aragón.
• Iberus gualtierianus morfo alonensis : «vinyal» en Cataluña; «vaqueta», «caracol de monte o serrano» en la Comunidad Valenciana; «caracol blanco» en Teruel y Navarra.
• Iberus gualtierianus morfo guatierianus : «chapa» en Andalucía y Murcia.
• Otala lactea : «cabrilla» en And alucía.
• Otala punctata : «cabrilla» en Andalucía; «judío» en Aragón.
• Theba pisana : «blanquillos», «caracoles chicos» o «caracoles de caldo» en Andalucía; «caracola» en Aragón; «cargol jueu» en Baleares; «caracol de la dunas» en Canarias; «carragina», «c argolí» o «cargol mongeta» en Cataluña; «avellanenc» o «xona pudenta» en la Comunidad Valenciana.
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