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Aixa de la Cruz - Cambiar de idea

Aquí puedes leer online Aixa de la Cruz - Cambiar de idea texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: Caballo de Troya, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Aixa de la Cruz Cambiar de idea
  • Libro:
    Cambiar de idea
  • Autor:
  • Editor:
    Caballo de Troya
  • Genre:
  • Año:
    2019
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Cambiar de idea: resumen, descripción y anotación

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Aixa de la Cruz firma una adictiva y brutal cróica en primera persona sobre su paso a la treintena. Cambiar de idea es un giro radical en la escritura de su autora, un punto de inflexió idóeo para reflexionar sobre el paso a la edad adulta.

«He tardado diez años de lecturas, y fiestas, y conversaciones con las mejores mentes de mi época en entender que el avatar de hombre es el traje nuevo del emperador [...]. Mi propio y escasísimo caché como mujer que escribe se ha desmoronado desde que dejé de escribir como los chicos: con voces falsamente neutrales, con personajes que pasan de puntillas por su género y se hermanan desde lahiperviolencia y las parafilias. Eso es lo que los editores que no publican a mujeres quieren que escribamos las mujeres. Los editores que no publican a mujeres andan locos por publicar a mujeres que escriban de una determinada manera, para refrendar que la subjetividad masculina es la subjetividad universal. Sus autores pueden ser sentimentales e intimistas, pero sus autoras siempre estarán estancadas en la impostura de lo masculino.»

A punto de cumplir los treinta, Aixa de la Cruz pone en marcha la escritura de unas memorias que recorren algunos de los momentos más significativos de su vida: desde el día en que una de sus mejores amigas sufre un fatídico accidente de coche hasta el divorcio de la autora; desde las consecuencias de escribir una tesis doctoral hasta sus relaciones sexuales con otras mujeres; desde una infancia en la que maduró sin un «biopadre» hasta su descubrimiento del feminismo.

Cambiar de idea ofrece una escritura hipnótica que va mucho más allá de la simple exposició de la primera persona: el relato del yo sirve para vehicular agudas reflexiones sobre diferentes temas de calado social y para desplegar un estilo literario rico y combativo, que posiciona a Aixa de la Cruz no ya como una de las mejores narradoras de su generació, sino también -y sobre todo- como una pensadora brillante.

La crítica ha dicho...«Cambiar de idea es reflexió, descubrimiento y mucha autocrítica. Hay que leerlo quitándose las gafas de no ver.»Ana Doménech, Blog Relibro«Pocos libros me han mantenido tan alerta, pocos libros han venido a hacer un jaque mate sobre mi memoria y lo han conseguido. Cambiar de idea es uno de esos libros.»Sonia Fides, El Asombrario«Es excelente. Como literatura confesional, como literatura a secas.»Carolina Leó, Blog Estado crítico«Un libro lúcido, lleno de fuerza y rabia, doloroso en su sinceridad.»Laura Freixas, La Vanguardia«Es inevitable que sientas que Aixa de la Cruz te cae muy bien y tener ganas de seguir adelante.»José Martínez Ros, Mondosonoro«Cambiar de idea es la obra de una gran narradora que además es una gran pensadora. En tiempos en los que el lector siempre tiene razó, Aixa de la Cruz nos saca de nuestras casillas porque ella misma lleva tiempo fuera. Su libro es la mejor demostració de que no hace falta estar de acuerdo con la teoría para estarlo con la práctica.»Javier Rodríguez Marcos, El País«La bilbaína no encuentra las fronteras entre la cróica y la novela porque en la escritura hay recuerdo y en el recuerdo, imaginació. Las páginas pasan rápidas, casi abanican, y la vulnerabilidad que asume De la Cruz abruma.»Charo Lagares, Marie Claire«No he podido dejar de leer. Es buenísimo.»Daniel Arjona«Funciona todo, brilla, te lleva hasta el final como un tren en marcha que no se para.»Elizabeth Duval«De lo mejor que he leído de feminismo en primera persona. Quizás exagero, pero yo creo que está al nivel de Teoría King Kong.»Ernesto Castro«Una novela feliz, una manera de desenfadarse.»Luís Alemany, La Esfera de Papel«El diálogo metaliterario es, de por sí, formalmente fascinante.»Adrián Véitez, Zenda«Un recorrido personal de distintas situaciones vitales para terminar hablando de cómo el feminismo ha llegado a influir en los últimos años.»Europa Press«Una de las voces que más va a dar que hablar.»Rosa Martí, Esquire«Un ensayo memorístico que escuece como la sal en una herida mal cerrada»Móica Zas Marcos, El Diario«Un brillante ensayo feminista para el perdó de los pecados o una oració millennial que nos invita a celebrar la vida como conflicto y como cambio.»Begoña Méndez, El Cultural

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Para Anabel para Ainhoa para Maritxu y para Arrate Por mí y por todas mis - photo 7

Para Anabel, para Ainhoa, para Maritxu y para Arrate.

Por mí y por todas mis compañeras.

Nada puede ser tan malo
como eso que hicimos y nunca recordamos,
como eso que nos hicieron y nunca perdonamos.

M ALA R ODRÍGUEZ , «Lluvia»

Accidente

Es julio de 2017. Iván y yo deambulamos de ciudad en ciudad porque el piso que me presta mi abuelo en temporada baja está alquilado. Mis vacaciones son un desahucio encubierto. Esta noche la pasamos en Madrid con June, en su casa con vistas a Palacio que cada sábado por la noche se convierte en un after para escritores y políticos de izquierda. Ahora hay cargos públicos entre nuestras filas y necesitan drogarse en privado. Solo dejan de actuar, de ser institucionales, representantes del pueblo, cuando acceden a la intimidad de un salón con pocos muebles y muchas baldas de novelas literarias. Nos emborrachamos sin tregua para hablar sin tregua y, mientras lo hacemos, siempre hay alguien que le dice a otro: deberías escribir sobre esto, sobre tu experiencia con los autobuses, por ejemplo, sobre aquella vez en Córdoba, a los dieciocho años, cuando te montaste sola en uno que jamás alcanzó su destino porque tu compañera de asiento comenzó a apretarte la mano gritando me ahogo, me ahogo, me está dando un infarto, y aunque era evidente que tenía un ataque de ansiedad, avisaste al conductor, y este llamó a la ambulancia, y entre una cosa y otra, cuando al fin llegaste al barrio periférico al que te dirigías, el centro de planificación familiar estaba cerrado y tuviste que abortar por la seguridad social, que era a lo que te negabas por miedos que no resultaron infundados: te atendió una ginecóloga cuya consulta estaba decorada con estampas de la Virgen del Rocío y te obligó a rellenar un cuestionario que te pareció humillante y no te sonrió ni una sola vez. Y luego a los diecinueve te mudaste a vivir a Oviedo con un mexicano sin papeles que te pidió matrimonio y el día antes de la boda, de camino a la estación, tuviste que parar en Correos para echar la solicitud de una beca y le pediste que se adelantara, que te esperara en el andén, y la cola de Correos era inmensa, entregaste el paquete y saliste corriendo, pero a pesar de la carrera el bus se fue a Bilbao sin ti y con tu futuro marido dentro, y aquel matrimonio fracasó pero la beca te la concedieron, y con ella escribiste una novela que todavía te parece digna.

June dice que estas historias contienen el sustrato de un buen cuento. June grita que solo escriben autoficción los señores aburridos y solemnes, y las señoras judías. Que Vivian Gornick no tiene ni idea de lo que es una madre difícil. Que visto el fracaso cosechado, quizás vaya siendo hora de subastar nuestras vísceras. En pleno apogeo etílico, todo el mundo habla de lo mucho que quiere escribir, pero nadie escribe. Surgen otros planes. Me ofrecen cocaína, por ejemplo, y mi atención se dispersa. Monologo ante un cargo de Podemos. Le reprocho que su formación no esté capitalizando los resultados que obtuvieron en Euskadi. Me siento una autoridad en la materia hasta que confieso que yo jamás los he votado, y me da la risa. Hay una chica que está de MDMA por primera vez y le encanta el tejido de mi camiseta. Le encantan los letreros luminosos que se ven por la ventana, las cosquillas de un reguero de sudor que le atraviesa la nuca, las imágenes ralentizadas como si el cinematógrafo se hubiera atascado. Me da envidia y quiero estar en su cuerpo, así que engullo una piedrita de cristal a pesar de que las drogas ya no son lo que eran antes. Me arrepiento ahora de la resaca de mañana. Todo se desgasta por el uso.

Despierto en la cama de invitados con el sistema de recompensas del cerebro en rebeldía. Me duelen las mandíbulas y tengo escoriaciones en la lengua. Para entender la depresión clínica solo hace falta imaginarse a una persona para quien todas las mañanas de su vida sean como esta. Escucho las voces de Iván y de June en el salón, pero no estoy preparada para estar con nadie. Alargo la mano hacia el teléfono móvil y comienzo a revisar mensajes no leídos, que es una forma de reincorporarse al mundo poco a poco. Después de contestar a mi madre y de ignorar a los que han seguido de fiesta hasta las doce, llego a un audio de mi amiga Zuriñe que llevo varios días ignorando.

Hola, Aixa, me parece ridículo contarte esto por WhatsApp, pero pensé que sería peor que te enteraras por ahí... El 26 de junio tuve un accidente muy grave, me empotré contra un camión de camino al trabajo y... no sé, es como si todo fuera un sueño, porque no perdí el conocimiento y eso que los bomberos tardaron hora y media en sacarme del chasis, pero lo recuerdo como si no me hubiera pasado de verdad... Mi novio dice que soy tan obsesa del control que no pude dejarme ir ni entonces... Y... pues tengo todos los huesos rotos, la cadera hecha trizas por mil sitios, pero son solo eso, huesos, y la gente no para de repetirme que es un milagro que lo pueda contar. No sé... Es todo muy loco. En El Correo salió una nota sobre el accidente y había fotos de cómo quedó el coche y mi madre comenzó a recibir llamadas de gente que me daba por muerta, pero ahora no te pongas a buscar esas fotos, ¿vale? Que te conozco y eres una morbosa. En fin, era solo para que lo supieras, y para que no te asustes. Todavía no quiero que me hagan visitas, pero cuando esté mejor igual te pido que vengas a verme, ¿sí? Para que me cuentes tu verano y tu vida interesante y me ayudes a reírme un poco. Pero ahora estate tranquila, por favor. Ya ha pasado todo.

Lo primero que hago es buscar las fotos, obviamente. El coche parece una mariquita con las alas desplegadas; el motor descubierto y, a cada lado, un flanco de carrocería roja apuntando al cielo. De Zuriñe solo son visibles el vial que sostiene un bombero en alto y los manchurrones de sangre en la puerta del conductor. Me quedo muy quieta esperando una respuesta emocional que no llega y sé que esto ya me ha pasado antes, en esta misma ciudad, cuando vivía con mi exnovio en un ático de Malasaña. Hoy es mediodía y entonces era medianoche. Habíamos estado bebiendo con un escritor de paso y volvía a casa deshecha, exprimida por aquel futuro talento de nuestra generación. Paré en el vending de la esquina a comprar un sándwich de atún y, sin quitarme ni el abrigo ni los zapatos, me senté a la mesa y comencé a masticar. Con la mano que me quedaba libre desbloqueé el teléfono móvil y supe al instante que había pasado algo porque tenía catorce llamadas perdidas de Muriel y de Javitxu, y cientos de mensajes de WhatsApp del grupo de mi cuadrilla de Bilbao. Habían encontrado muerto a Gari. Juan estaba frente a mí y notó que pasaba algo. Se lo conté. Han encontrado muerto a Gari. Y entonces cogí mi sándwich y lo arrojé a la basura, porque se supone que estas cosas te quitan el hambre y era incomprensible que quisiera seguir comiendo. Pero qué hambre tenía. Si me hubieran escaneado el cerebro se habrían encontrado con que el único centro emocional activo era ese, el del hambre. Me encerré en el baño a llorar, a forzarme a llorar, pero no me salió nada. Al menos, pensé, Juan se creerá que lo estoy haciendo.

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