Quiero agradecerle a mi familia:
A vos hijo, que cuando escribía y me veías horas en el escritorio me traías un vaso de agua sin preguntar nada, que sostuviste horas y horas de trabajo de esta mamá, en un contexto de pandemia sin tus amigos. Tu sensibilidad, consideración y mirada 360.º sobre todo lo que pasa alrededor, me enseña cada día. Ojalá este libro sea un granito de arena para que este mundo sea más amoroso para vos. Estoy enormemente orgullosa de quien sos.
A todas las mujeres de mi familia que han luchado. En especial a mi gran educadora, mi abuela Tita. Hubiera deseado que su deseo de seguir estudiando o que sus ganas de conocer algunos lugares del mundo con esas obras arquitectónicas que la maravillan, estuvieran escritos en su historia. No quiero ninguna otra mujer en este mundo que no tenga la oportunidad de vivir sus sueños, mi abuela materna me inspira, su amor y dedicación me han dado fuerza desde que nací. Mi agradecimiento hacia ella será eterno.
A mi querido abuelo Nicolás, que así como tuvo muchas actitudes relacionadas a la educación machista, también rompió con muchos de esos mandatos para ser siempre un hombre presente en el hogar, un hombre que desarrollaba las tareas domésticas con naturalidad, que me recibió en su hogar siendo un bebé y me crio como un padre, con muchísimo amor y afecto. La afectividad es difícil de encontrarla en hombres mayores, pero vos ahí estuviste, enseñándome a cruzar las calles y a saltar los cordones al ritmo de «salta violeta».
A mi mamá, la mujer de las mil vidas, de caerse y levantarse tantas veces. Gracias por enseñarme a ser luchadora, a no callarme, a alzar la voz incluso aunque este carácter te haya dado tantos dolores de cabeza. Gracias, mamá, ojalá te hubieras visto con los ojos de admiración que te miré cuando yo era una niña. Sé cuánto te lastimó este mundo desigual, cuánto de vos te hizo sacrificar, por vos escribo y en vos pienso cuando lo hago. Para que la balanza sea un poco más justa para nosotras.
A mi hermana, Patricia, por ser mi gran compañera pero sobre todo por tu mirada que me ha dado confianza, y jamás me subestimó. No te das una idea cuanto de eso puede transformar la vida de alguien.
A mi hermana Inés, que me enseño sobre el amor, el deseo y la lucha con cada una de sus acciones. Y que hoy se lo transmite a mi hermosa Amanda.
A mis amigas, a todas, por sostener, por cuidar, por formar un pacto entre nosotras, por adaptarse a mis cambios, por abrazarme. A todas las admiro: Ana, Ornella, Vicky, Mer, Yani.
A las Encontradas, un grupo increíble de 33 mujeres que entendió que la soledad es el miedo que nos imponen para no darnos cuenta que podemos acompañarnos entre nosotras. Un grupo de amigas que hizo un pacto para siempre: A la soledad nunca más. No saben el sostén que han sido este último año, lo que me han enseñado, lo que aprendo y me demuestran cada día. Deseo que cada mujer en el mundo tenga un grupo así.
A las madres del colegio de mi hijo, un grupo de mujeres increíbles siempre pendiente de lo que necesita la otra, con sus mil actividades diarias, pensando desde una perspectiva colectiva para que la educación de nuestras hijas e hijos sea prioridad. En especial a las amigas: Juli, Evi, Vale, Georg, Yani y Sole. Las adoro.
A Ana, mi psicóloga, por la paciencia durante la escritura, la escucha atenta, la mirada afectiva y amorosa para que el espacio terapéutico sea también reconfortante. Mucho de este camino lo empecé en tu consultorio, las gracias son eternas.
Pensé en tantas personas al escribir estas hojas, que es imposible ponerlas en los agradecimientos, pero sin duda a todas las mujeres que me leen día a día, ustedes hacen que el deseo se mueva internamente. Están en cada letra plasmada de este libro. El cariño enorme que tengo por el apoyo que me dan es difícil de dimensionar.
GRACIAS A TODAS Y TODOS, que este libro les devuelva un poco de lo que me dan.
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
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EPÍLOGO
Hacia una nueva educación
( M al) educadas llegó a su final, y es tal vez la parte más difícil que me toca escribir. Los epílogos suelen ser grandes conclusiones de la totalidad del libro, pero aquí elijo contarles un poco lo que me sucedió al escribirlo.
Este libro es la síntesis a la que llego después de escribir Solas, aún acompañadas. En Solas hablaba de los mandatos, del peso de la soledad, de los miedos que tenemos, del cansancio, de nuestra condición, muy relacionada al momento presente. Pero los libros son continuaciones siempre. Los libros son parte de una historia que queremos contar los autores, en donde vamos armando un camino, y también desandando otros.
Por esta razón me vi motivada a pensar en la historia de nuestra educación, y a investigar para poder entender tantos siglos de desigualdad. De esta misma forma, reeducarnos, ser bien educadas, es una acción necesaria para torcer el destino.