BREVIARIOS
del
F ONDO DE C ULTURA E CONÓMICA
Traducción
V IRGINIA A GUIRRE M UÑOZ
Thomas Wright
La circulación
de la sangre
LA REVOLUCIONARIA IDEA
DE WILLIAM HARVEY
Primera edición, en inglés, 2012
Primera edición, en español, 2016
Primera edición electrónica, 2016
Título original: Circulation. William Harvey’s Revolutionary Idea Copyright © Thomas Wright, 2012
Diseño de portada: Paola Álvarez Baldit
D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-4292-9 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
ÍNDICE GENERAL
Prólogo. Una nueva teoría (1636).
“La sangre se mueve… en círculo, sin cesar”
Primera parte.
L EVANTARSE DEL FONDO
I. Criado a la usanza de Kent (1578-1593).
“Mitad granjero y mitad caballero”
II. Estudios en Cambridge, I (1593).
“Hacer reverencias a los nobles”
III. Estudios en Cambridge, II (ca. 1593-1599).
“Tenaz dedicación al estudio”
IV. Estudios en Padua, I (1599-ca. 1600).
“Hermosa Padua, semillero de las artes”
V. Estudios en Padua, II (ca. 1600-1602).
“La exposición de anatomía”
VI. Primeros años en Londres (ca. 1602-ca. 1610).
“Abrirse camino”
VII. Avances (ca. 1610-ca. 1625).
“Las buenas acciones dan buenos y abundantes frutos
Segunda parte.
P ONER LA CABEZA EN LAS ESTRELLAS
VIII. Una lección magistral (finales de la década de 1610).
“Repugnante (compensado, empero, por su admirable variedad)”
IX. Investigación privada (finales de la década de 1610-década de 1620).
“Un perro, una urraca, un milano, un cuervo… cualquier cosa para anatomizar”
X. El nacimiento de una teoría (finales de la década de 1610-década de 1620).
“Y entonces empecé a cavilar”
XI. Demostración (finales de la década de 1610-década de 1620).
“En cuya virtud os invito a percibir y juzgar”
XII. Publicación y recepción (1628-década de 1650).
“Creían que había perdido el juicio”
XIII. Difusión y defensa (1628-1636).
“¡Es un circulador!”
XIV. Años de la Guerra Civil (década de 1640).
“Anabaptistas, fanáticos, ladrones y asesinos”
XV. Últimos años (década de 1650).
“Mierderos”
Para S. G., cor cordium
¿Uso de la facultad poética en la ciencia?
Recordemos que los antiguos griegos tenían previsiones místicas de casi todas las grandes verdades científicas modernas; en realidad el problema es qué lugar ocupan la imaginación y las emociones en la ciencia, y sobre todo recordemos que el hombre debe usar todas sus facultades en busca de la verdad. En esta era somos tan inductivos que nuestros hechos están rebasando nuestro conocimiento, hay tanta observación, tantos experimentos y tanto análisis, y tan pocas concepciones generales… queremos más ideas y [menos] hechos; las magníficas generalizaciones de Newton y Harvey no podrían haberse realizado nunca en esta edad moderna donde la mirada se dirige a la tierra y lo particular.
O SCAR W ILDE , Oxford Notebooks
PREFACIO
En 1628 William Harvey publicó su revolucionaria teoría de la “circulación” acerca del movimiento de la sangre. Esta teoría echó por tierra siglos de ortodoxia anatómica y fisiológica e introdujo un concepto innovador del funcionamiento del cuerpo humano que tuvo profundas consecuencias culturales, pues influyó por igual en economistas, poetas y pensadores políticos. podría decirse que la repercusión que tuvo en lo que hoy conocemos como la “historia de la ciencia”, y en la cultura en general, fue tan importante como la teoría de la evolución de Darwin y la teoría de la gravedad de Newton.
Harvey fue uno de los grandes héroes del Renacimiento inglés. Iluminó Inglaterra con la llama del aprendizaje continental, tras forjar los cimientos de su visión intelectual en la Universidad de Padua. En el proceso, adquirió la fama entre sus contemporáneos ilustrados de ser el primer inglés con una profunda “curiosidad en la anatomía” y por hacer vivisecciones de “ranas, sapos y otros varios animales”. También se le reverenciaba por ser el único hombre en la historia que había logrado ver en vida una amplia aceptación de su revolucionaria idea.
Sin embargo, a pesar de todo ello, Harvey no es tan conocido como muchos otros “científicos” (para usar un término del siglo XIX ) ingleses o, en realidad, como muchos otros ingleses e inglesas notables de su época. Su vida y el relato de su búsqueda para entender el movimiento de la sangre y el funcionamiento del corazón merecen ser más difundidos. La circulación de la sangre presenta ese relato: es, en la misma medida, la biografía de una idea y la de un hombre.
Descendiente de pequeños hacendados del condado de Kent, William Harvey abrigaba dos grandes ambiciones: la prosperidad terrenal y la inmortalidad intelectual. Consideraba, al igual que William Shakespeare, que estas metas guardaban una estrecha relación. Para estos dos hijos de la burguesía inglesa, los logros intelectuales constituían la única vía para el ascenso social. Las dos ambiciones de Harvey también se vinculaban en un sentido práctico: sólo alcanzando el éxito material y haciéndose de un nombre como médico podría ganar tiempo para sus investigaciones y adeptos para su teoría. Nadie habría prestado atención a sus ideas insólitas de no haber contado con el apoyo del presidente del Colegio de Médicos o de su amado benefactor, el rey Carlos I.
El ascenso profesional y social de Harvey establece el telón de fondo para mi relato de sus estudios anatómicos privados. En la primera parte pongo de relieve su progreso terrenal, junto con su formación intelectual. La historia de su búsqueda propiamente dicha comienza en la segunda parte, donde describo sus incontables “experimentos” (como los llamaremos) en cadáveres humanos y animales vivos, y trazo la evolución de su idea revolucionaria.
Los experimentos de Harvey —la disección y la observación— eran cruciales para su teoría. Sin embargo, pienso que su trabajo más importante no lo hacía con las manos y la mirada, sino con el cerebro. Debemos recordar que Harvey era un filósofo naturalista, embarcado en una empresa abiertamente filosófica, más que un prototipo del científico inductivo moderno; vestía jubón y medias, no una bata de laboratorio. Recordemos también que en su época la teoría de la circulación estaba lejos de ser evidente y no podía demostrarse por medio de los sentidos. Así como era imposible que la gente viera la sangre corriendo por las arterias y las venas, entrando en el corazón y saliendo de él, tampoco podía percibir que la tierra giraba sobre su eje. Además, la teoría no tenía en su favor el peso de los datos “empíricos” (en todo caso, los datos empíricos no eran la prueba irrefutable de la verdad en el siglo XVII ). La teoría de Harvey nació, y habría de triunfar, como una idea filosófica.
El Harvey que recorre las páginas de este libro es un pensador; para ser más específicos, un pensador del siglo XVII . Poseía una mente increíblemente sensible al espíritu intelectual y cultural de su era, y sus ideas eran la expresión de ese espíritu. Por eso coloqué su obra en el contexto académico, cultural y social más amplio de su tiempo, en una serie de ensayos temáticos intercalados con los capítulos cronológicos. En algunos, comparo las ideas de Harvey con las de poetas, dramaturgos, economistas, alquimistas y predicadores de la época, y considero la influencia que tal vez tuvieron ellos en su teoría; en otros, abordo la manera en que Londres y la tecnología de esos años dieron forma a su pensamiento. En los ensayos, que evocan el mundo del Renacimiento tardío en el que vivió Harvey, se ofrece al lector la oportunidad de atisbar en una notable mente del siglo XVII y entablar un diálogo con una cultura rica y extraña.