Akal / Cuestiones de antagonismo / 109
David Harvey
Marx, El capital y la locura de la razón económica
Traducción: Juanmari Madariaga
El capital de Marx es uno de los más importantes y cruciales textos de la era moderna. Sus tres volúmenes, publicados entre 1867 y 1883, contienen el núcleo del pensamiento de Marx sobre el funcionamiento y la historia del capital y el capitalismo. Su lectura cambió el destino de países, políticas y personas en todo el mundo, y aún hoy sigue teniendo una indiscutible resonancia.
En este libro, David Harvey analiza y expone los argumentos clave de esta trilogía colosal. Con un lenguaje claro y conciso, describe la arquitectura del capital de acuerdo con el análisis de Marx, y detalla los profundos conocimientos y el enorme poder analítico que sigue ofreciendo a cualquier lector, incluso a aquellos que accedan a su pensamiento por vez primera. El resultado no es solo una indispensable guía de uno de los más determinantes trabajos de economía jamás escritos sino también una reconstrucción del pensamiento de Karl Marx escrita por el más imprescindible de sus estudiosos.
David Harvey es Distinguished Professor of Anthropology and Geography en el Graduate Center de la City University of New York (CUNY) y director del Center of Place, Culture and Politics de la misma universidad. En Ediciones Akal ha publicado Espacios de esperanza (2003), El nuevo imperialismo (2004), Espacios del capital (2007), Breve historia del neoliberalismo (2007), París, capital de la modernidad (2008), El enigma del capital y las crisis del capitalismo (2012), Ciudades rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana (2013), El cosmopolitismo y las geografías de la libertad (2017), Senderos del mundo (2018) y los dos volúmenes de su Guía de El capital de Marx (2014 y 2016).
«David Harvey es una inspiración para mí, así como para todas las personas que, de manera imperiosa, aspiran a un orden mundial justo; uno de los pensadores más sagaces e inteligentes con que podemos contar.» Owen Jones
«Harvey es radical académicamente; su escritura, libre de los clichés periodísticos al uso, ofrece información abundante y está preñada de ideas profundamente meditadas.» Richard Sennett
«David Harvey revolucionó su campo de estudio y ha inspirado a una generación de intelectuales radicales.» Naomi Klein
«Una voz siempre inteligente en el campo de la izquierda.» Financial Times
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RAG
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Título original
Marx, Capital and the Madness of Economic Reason
© David Harvey, 2017
© Ediciones Akal, S. A., 2019
para lengua española
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.akal.com
ISBN: 978-84-460-4741-4
¡Loco mundo, locos reyes, loca alianza! […]
Ese caballero de facciones suaves que se llama interés
¡El interés, el gran desvío del mundo!
El mundo, de por sí bien equilibrado,
Hecho para rodar suavemente sobre suelo plano,
Hasta que esa vil e irresistible pendiente,
Ese dueño tiránico de nuestros movimientos, el interés,
Le hace apartarse de toda indiferencia,
Dirección, propósito, rumbo, intención…
Y ese mismo desvío, ese interés,
Ese alcahuete, ese fullero, ese vocablo que lo cambia todo,
Robándole los ojos a este rey francés
Lo ha llevado de su propio y decidido apoyo
A una guerra meditada y honorable,
A una paz innoble y vilmente concertada.
¿Por qué debería yo renunciar a ese interés?
Solo porque aún no me ha cortejado.
No porque me falte fuerza para cerrar la mano
Cuando sus ángeles justos saludaran mi palma,
Sino porque mi mano, todavía no tentada,
como un pobre mendigo reniega de los ricos.
Bueno, mientras sea mendigo, renegaré
Diciendo que no hay peor pecado que ser rico
Y, cuando sea rico, mi virtud será decir
Que no hay peor pecado que ser pobre.
Si por el interés los reyes rompen sus promesas,
Sé tú mi señor, que yo he de adorarte.
William Shakespeare, Vida y muerte del Rey Juan (fin del acto II)
Agradecimientos
Deseo manifestar mi agradecimiento por haberme beneficiado de una educación gratuita y de las becas que me condujeron también gratuitamente a lo largo de mi educación universitaria hasta la finalización de mi doctorado en Cambridge en 1961. Asimismo, deseo reconocer el privilegio de formar parte de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que, a pesar de sus muchas dificultades, todavía mantiene su misión como universidad pública para servir al interés común en la educación superior universal.
Y no querría dejar de expresar mi aprecio por John Davey, mi amigo y editor durante tantos años, quien me sugirió que escribiera este libro. Por desgracia, no vivió lo bastante para ver su publicación final. Mi buen amigo y colega Miguel Robles Duran me ayudó con el diseño de las figuras 2 y 3 y elaboró las versiones finales.
Prólogo
Durante toda su vida Marx se esforzó por comprender cómo funciona el capital. Pretendía descubrir cómo afectan a la vida cotidiana de la gente común lo que él llamaba «las leyes dinámicas del capital». Y expuso implacablemente las condiciones de desigualdad y explotación enterradas bajo la ciénaga de teorías embellecedoras propuestas por las clases dominantes. Le interesaba particularmente la manifiesta propensión del capitalismo a las crisis. ¿Se debían esas crisis, como las que él mismo conoció de cerca, en 1848 y 1857, a razones externas como las guerras, las escaseces naturales y las malas cosechas, o había algo en el propio funcionamiento del capitalismo que las hacía inevitables, con sus terribles consecuencias? Esta pregunta todavía atormenta la investigación económica. Dado el triste estado y la confusa trayectoria del capitalismo global desde el colapso de 2007-2008 –y sus impactos nocivos sobre la vida cotidiana de millones de personas–, este parece un buen momento para revisar lo que Marx logró descifrar. Tal vez haya en sus textos algunas ideas útiles que nos ayuden a aclarar la naturaleza de los problemas que afrontamos en la actualidad.
Por desgracia, no es nada fácil resumir los hallazgos de Marx y seguir sus intrincados argumentos y sus detalladas reconstrucciones. Esto se debe, en parte, al hecho de que la mayor parte de su tarea quedó incompleta; solo una pequeña parte de ella vio la luz de una forma que Marx considerara apta para su publicación. El resto nos ha llegado como una intrigante y voluminosa masa de notas y borradores, comentarios autoclarificadores, experimentos mentales del tipo «¿y si las cosas funcionaran así?» y un cúmulo de refutaciones de objeciones y críticas reales e imaginarias. En la medida en que el propio Marx se basaba en un examen crítico de las respuestas a ese tipo de cuestiones de la economía política clásica (y de sus figuras señeras, como Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus, James Steuart, John Stuart Mill, Jeremy Bentham y muchos otros pensadores e investigadores), nuestra lectura de sus hallazgos a menudo exige un conocimiento práctico de las teorías de aquellos a quienes critica. Lo mismo se puede decir con respecto al método crítico con que Marx aplica la herencia de los clásicos de la filosofía alemana, y en particular de la imponente figura de Hegel, respaldada por Spinoza, Kant y muchos otros pensadores, que se remontan a los griegos (la propia tesis de doctorado de Marx tenía como objeto los filosofemas de los griegos Demócrito y Epicuro). Si añadimos a la mezcla las ideas de pensadores socialistas franceses como Saint Simon, Fourier, Proudhon y Cabet, tenemos ante nosotros la impresionante amplitud del lienzo sobre el que Marx trató de construir su obra.