Akal / Qué hacemos / 6
Bruno Estrada, Francisco Javier Braña, Alejandro Inurrieta y Juan Laborda
Qué hacemos con el poder de crear dinero
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RAG
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Nota a la edición digital:
Algunos de los proyectos artísticos mencionados en el libro ya no son accesibles en la red. No obstante, por motivos historiográficos, se mantiene la referencia a la web original.
© Bruno Estrada, Francisco Javier Braña, Alejandro Inurrieta y Juan Laborda
© Ediciones Akal, S. A., 2012
Sector Foresta, 1
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Madrid - España
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@AkalEditor
ISBN: 978-84-460-3787-3
Qué hacemos
¿Qué hacemos cuando todo parece en peligro: los derechos sociales, el Estado del bienestar, la democracia, el futuro? ¿Qué hacemos cuando se liquidan en meses conquistas de décadas, que podríamos tardar de nuevo décadas en reconquistar? ¿Qué hacemos cuando el miedo, la resignación, la rabia, nos paralizan?
¿Qué hacemos para resistir, para recuperar lo perdido, para defender lo amenazado y seguir aspirando a un futuro mejor? ¿Qué hacemos para construir la sociedad que queremos, que depende de nosotros: no de mí, de nosotros, pues el futuro será colectivo o no será?
Qué hacemos quiere contribuir a la construcción de ese «nosotros», de la resistencia colectiva y del futuro compartido. Queremos hacerlo desde un profundo análisis, con denuncias pero sobre todo con propuestas, con alternativas, con nuevas ideas. Con respuestas a los temas más urgentes, pero también otros que son relegados por esas urgencias y a los que no queremos renunciar.
Qué hacemos quiere abrir la reflexión colectiva, crear nuevas redes, espacios de encuentro. Por eso son libros de autoría colectiva, fruto del pensamiento en común, de la suma de experiencias e ideas, del debate previo: desde los colectivos sociales, desde los frentes de protesta, desde los sectores afectados, desde la universidad, desde el encuentro intergeneracional, desde quienes ya trabajan en el terreno, pero también desde fuera, con visiones y experiencias externas.
Qué hacemos quiere responder a los retos actuales pero también recuperar la iniciativa; intervenir en la polémica al tiempo que proponemos nuevos debates; resistir las agresiones actuales y anticipar las próximas; desmontar el discurso dominante y generar un relato propio; elaborar una agenda social que se oponga al programa de derribo iniciado.
Qué hacemos esta impulsada por un colectivo editorial y de reflexión formado por Olga Abasolo, Ramón Akal, Ignacio Escolar, Ariel Jerez, José Manuel López, Agustín Moreno, Olga Rodríguez, Isaac Rosa y Emilio Silva.
I. El dinero como convención social
El jefe de la expedición de antropólogos estadounidenses no podía creerse lo que estaba pasando. Tras estar buscando fondos durante años, tras una preparación logística de meses, la expedición estaba paralizada junto a un caudaloso río en medio de la densa espesura de la selva de Nueva Guinea porque no tenían suficientes conchas para pagar a los indígenas. Era el año 1960 y de pronto los expedicionarios norteamericanos se encontraron con que sus dólares no valían nada frente a la moneda más antigua del mundo: las conchas de caurí o cipreas. Era evidente que los parámetros culturales entre esos dos grupos sociales, los antropólogos occidentales y los indígenas de Nueva Guinea, eran tan diferentes que había una absoluta disparidad en lo que cada cultura había convenido socialmente que era dinero.
Los porteadores de la primitiva tribu de los asmat, cuya estructura social es asimilable a la de nuestros ancestros de la Edad de Piedra, se negaban a seguir guiando a aquellos pálidos y sudorosos expedicionarios debido a que no tenían más conchas de caracoles marinos con los que pagarles. Conchas de aspecto suave y brillante como la porcelana que han hecho posible que millones de personas durante miles de años en todo el planeta intercambiaran todo tipo de bienes y productos.
Fue la primera moneda mundial de la humanidad; en su periodo de máximo esplendor el área de utilización del caurí abarcó todas las costas que baña el océano Índico y parte importante de las tierras e islas situadas en el Pacifico occidental, incluyendo China, Australia y las islas de la Polinesia. El hallazgo de cientos de ejemplares en las tumbas de la dinastía Shang, la segunda en la historia milenaria de China (1766-1046 a.C.), confirma su uso desde hace al menos cuatro mil años.
El dinero es una convención social que ha sido fundamental para el desarrollo de sociedades cada vez más complejas e interrelacionadas, ya que ha permitido incrementar exponencialmente las transacciones económicas y los contactos culturales entre diferentes grupos sociales distantes entre sí miles de kilómetros. El dinero, entendido como cualquier cosa que los miembros de una comunidad estén dispuestos a aceptar como pago de bienes y deudas, ha tenido múltiples formas antes del surgimiento de las monedas y billetes a los que estamos acostumbrados.
El ganado en Roma y en la India; la sal ampliamente utilizada en el Mediterráneo –y de la que proviene la palabra «salario»–; los granos de cacao en la civilización maya precolombina y aún hasta el siglo xix como moneda menuda para pagar a los trabajadores indios, fueron algunas de ellas. En el antiguo Egipto, curiosamente, durante más de mil ochocientos años no se usaron monedas para intercambios comerciales, usando a cambio unidades de medida aplicadas a diversos bienes.
Estos ejemplos nos ponen sobre la pista de que los seres humanos hemos usado diferentes bienes para las diversas funciones que le adjudicamos al dinero, que son tres:
1) Como medida de valor de los bienes –caso de los metales en el antiguo Egipto premonetario.
2) Como medio de pago y cambio en los intercambios de bienes, productos y servicios, incluido el pago del salario –conchas de caurí, sal o cacao.
3) Como instrumento de acumulación de capital, como ya puso de manifiesto Karl Marx. Sería el caso del ganado en gran parte de las sociedades primitivas; del quauchtli (mantas blancas de algodón) maya; o los grandes discos de piedra de la isla de Yap que se siguen usando para la compra de tierras y para el pago de la dote.
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