JOYCE CAROL OATES, nació en Lockport, Nueva York, en 1938. Es una de las grandes figuras de la literatura contemporánea estadounidense. Ha recibido, entre otros premios, el National Book Award, el PEN/Malamud Award y el Prix Fémina, y en 2009, la Medalla de Honor en Literatura del National Arts Club. Con la magistral La hija del sepulturero, Alfaguara inició en el 2008 la publicación de su obra. A ésta siguió Mamá (2009), Infiel (2010), para muchos la mejor recopilación de relato breve de Oates hasta la fecha y uno de los libros más destacados de 2001 según The New York Times, Ave del paraíso (2010), Memorias de una viuda (2011) y Una hermosa doncella (2011). En el cincuenta aniversario de la muerte de Marilyn Monroe, Alfaguara rescata Blonde, finalista del Pulitzer de 2001, una de las novelas más emblemáticas de la autora.
A Eleanor Bergstein y Michael Goldman
Título original: Blonde
Joyce Carol Oates, 2000.
Traducción: María Eugenia Ciocchini
Diseño/retoque portada: María Pérez-Aguilera
Editor original: minicaja (v1.0)
ePub base v2.0
Notas
«Socorro, siento que la Vida se acerca.»
Marilyn Monroe era puro fuego, sexualidad a flor de piel, romances turbulentos; pero también era frágil, una mujer asustada y repleta de inseguridades que buscaba en otros —el Ex Deportista, el Dramaturgo o el Presidente— ese amor que ella misma se negaba. Una artista emblemática cargada de conflictos y temores, de pasiones desatadas; una niña que no dejó de huir hacia delante, y llegó a burlar a la propia muerte para convertirse en leyenda.
Tras una exhaustiva documentación, Joyce Carol Oates redibuja la vida interior de Norma Jeane Baker —la pequeña sin padre, la mujer dependiente de tranquilizantes y estimulantes, la malograda amante y actriz— y a su «Amiga Mágica del Espejo», la idolatrada rubia que el mundo llegó a conocer como Marilyn Monroe.
Joyce Carol Oates
Blonde
ePUB v1.0
minicaja18.07.12
En el círculo de luz de un foco escénico, rodeado de oscuridad, uno tiene la sensación de estar completamente solo… Esto es lo que se denomina «soledad en público»… Durante una representación, ante un público de miles de personas, siempre es posible encerrarse en este círculo como un caracol en su concha… Uno puede llevarlo allí donde vaya.
CONSTANTIN STANISLAVSKI
Un actor se prepara
El escenario es un lugar sagrado donde el actor no puede morir.
MICHAEL GOLDMAN
La libertad del actor
La genialidad no es un don, sino la manera en que una persona inventa en circunstancias desesperadas.
JEAN-PAUL SARTRE
Nota de la autora
Blonde es una «vida» radicalmente destilada en forma de ficción y, a pesar de su longitud, el principio de apropiación es la sinécdoque. Por ejemplo, en lugar de los múltiples hogares de acogida en los que vivió Norma Jeane de pequeña, Blonde explora solamente uno, y éste es ficticio; de sus numerosos amantes, crisis médicas, abortos, tentativas de suicidio e interpretaciones cinematográficas, Blonde muestra un grupo selecto y simbólico.
La verdadera Marilyn Monroe llevó una especie de diario y escribió poemas, o fragmentos de poemas. De ellos sólo he incluido dos versos en el último capítulo (¡Socorro! ¡Socorro!…); los demás son falsos. Algunos comentarios del capítulo «Obras completas de Marilyn Monroe» proceden de entrevistas; otros son ficticios. Las últimas líneas de ese capítulo son la conclusión de El origen de las especies, de Charles Darwin. El lector que desee conocer datos biográficos fidedignos de Marilyn Monroe no debería buscarlos en Blonde, que no pretende ser un documento histórico, sino en biografías autorizadas. (La autora ha consultado Legend: The Life and Death of Marilyn Monroe, de Fred Guiles, 1985; Las vidas secretas de Marilyn Monroe, de Anthony Summers, 1986, y Marilyn Monroe: A Life of the Actress, de Carl E. Rollyson Jr., 1986. Otros libros más subjetivos sobre Marilyn como figura mítica son Marilyn Monroe, de Graham McCann, 1987, y Marilyn, de Norman Mailer, 1973.) De los libros consultados sobre política estadounidense, específicamente sobre Hollywood en los años cuarenta y cincuenta, el más útil fue Naming Names, de Victor Navasky. De las obras sobre actuación citadas o aludidas, son verdaderas The Thinking Body, de Mabel Todd; To the Actor, de Michael Chekhov; Un actor se prepara y Mi vida en el arte, de Konstantin Stanislavski, mientras que El manual del actor y la vida del actor y La paradoja de la interpretación son imaginarias. En los capítulos «El colibrí» y «Todos nos hemos ido al reino de la luz» se cita el párrafo final de La máquina del tiempo, de H. G. Wells. Aparecen versos de Emily Dickinson en los capítulos titulados «El baño», «La huérfana» y «Hora de casarse». En «La muerte de Rumpelstiltskin» se incluye un pasaje de El mundo como voluntad y representación, de Arthur Schopenhauer. En «El Francotirador» se parafrasea un párrafo de El malestar en la cultura, de Sigmund Freud. En «Roslyn, 1961» se reproducen párrafos de los Pensamientos, de Blaise Pascal.
Prólogo
3 de Agosto de 1962
Entrega en mano
Ahí venía la Muerte, avanzando presurosa por el bulevar, bajo la mortecina luz sepia.
Ahí venía la Muerte, volando sobre una vulgar y pesada bicicleta de mensajero, como en los dibujos animados.
Ahí venía la Muerte; infalible. Una Muerte imposible de disuadir. Una Muerte con prisas. Una Muerte que pedaleaba frenéticamente. La Muerte, que llevaba un paquete con la inscripción ENTREGA EN MANO, FRÁGIL en un rústico cesto situado detrás del asiento.
Ahí venía la Muerte, abriéndose paso diestramente con su vulgar bicicleta entre el tráfico del cruce de Wilshire y La Brea, donde, debido a reparaciones en la calle, los dos carriles con dirección oeste de Wilshire se habían fundido en uno.
¡Qué Muerte tan rápida! Haciendo morisquetas a los conductores maduros que le tocaban la bocina.
La Muerte burlándose: ¡Vete a la mierda! Y tú también. Como Bugs Bunny adelantando a toda velocidad a los resplandecientes automóviles de último modelo.
Ahí venía la Muerte, sin amilanarse ante el aire enrarecido y contaminado de Los Ángeles; ante el cálido aire radiactivo del sur de California, donde la Muerte había nacido.
Sí, he visto a la Muerte. Soñé con ella la noche pasada y muchas noches antes. No tenía miedo.
Ahí venía la Muerte, tan resuelta. Ahí venía la Muerte, inclinada sobre el herrumbroso manillar de una bicicleta destartalada pero imparable. Ahí venía la Muerte, luciendo una camiseta del Instituto Tecnológico de California, pantalones cortos limpios pero sin planchar, zapatillas de deporte sin calcetines. La Muerte con musculosas pantorrillas cubiertas de vello oscuro. Con una espalda curva como un hueso de codillo. Con la cara llena de granos e imperfecciones de adolescente. La Muerte llena de valor, deslumbrada por la luz del sol que se reflejaba como cimitarras en los parabrisas y la pintura cromada de los coches.