MARTÍN RUIPÉREZ SÁNCHEZ (Peñaranda de Bracamonte, 11 de abril de 1923 - Madrid, 2 de julio de 2015) fue un filólogo clásico español.
MIGUEL ÁNGEL ELVIRA BARBA (Madrid, 1950) es un historiador, catedrático, escritor y fue director del Museo Arqueológico Nacional en Madrid.
ANTONIO BLANCO FREIJEIRO (Marín, Pontevedra, 6 de septiembre de 1923 - Las Rozas de Madrid, Madrid, 6 de enero de 1991) fue un historiador y arqueólogo español.
Bibliografía
- C. M. Bowra, La Atenas de Pericles, Madrid, Alianza, 1974.
- J. K. Davies, La democracia y la Grecia clásica, Madrid, Taurus, 1981.
- J. Gregor, Pericles, grandeza y tragedia de Grecia, Barcelona, Iberia, 1944.
- L. Homo, Pericles, une experience de democratie dirigée, París, 1954.
- R. Meiggs, The Atenean Empire, Oxford UP, 1972.
- C. Mossé, Historia de una democracia: Atenas, Madrid, Akal, 1981.
- Francisco Rodríguez Adrados, La democracia ateniense, Madrid, Alianza, 1975.
AA. VV., 1996
Ilustración de cubierta: En portada, Pericles (detalle de un busto de Krésilas, hacia el año 429 a. C., Museo Vaticano)
Editor digital: Titivillus
Tratamiento de imágenes: Colophonius
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Hay períodos en la vida de los pueblos que quedan reflejados en las páginas de la Historia como épocas de esplendor y plenitud. La segunda mitad del siglo V a. C. es, para la Grecia clásica, ese período áureo. Un hombre, Pericles, y una ciudad, Atenas, resumen las virtudes y defectos de un sistema político, económico y cultural que consagra la hegemonía ateniense sobre la Hélade y que no sin razón ha sido denominado el Siglo de Pericles.
El presente Cuaderno estudia la Atenas de esos años como potencia imperial, como comunidad política y ciudadana y como centro de un movimiento cultural de importancia fundamental para la Antigüedad clásica.
AA. VV.
Pericles y su época
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Titivillus 25.03.17
Cabeza del doríforo de Policleto, una de las esculturas más famosas de la época de Pericles (copia romana del siglo I. a. C., Museo Nacional de Nápoles)
Esquina N. O. del templo de Atenea, en Egina, que data del 500 a. C.
La democracia ateniense
Antonio Blanco Freijeiro
Real Academia de la Historia
Hay períodos en la vida de los pueblos que quedan reflejados en las páginas de la Historia como épocas de esplendor y plenitud. La segunda mitad del siglo V a. C. es, para la Grecia clásica, ese período áureo. Un hombre, Pericles, y una ciudad, Atenas, resumen las virtudes y defectos de un sistema político, económico y cultural que consagra la hegemonía ateniense sobre la Hélade y que no sin razón ha sido denominado el Siglo de Pericles.
El presente Cuaderno estudia la Atenas de esos años como potencia imperial, como comunidad política y ciudadana y como centro de un movimiento cultural de importancia fundamental para la Antigüedad clásica.
C uando Pericles vino al mundo, allá por el año 492 a. C., el Ática, su patria, llevaba casi dos decenios de vida democrática. No quiere ello decir que la palabra democracia se hubiese inventado ya (entonces se diría más bien isonomía, igualdad de los ciudadanos ante la ley), pero sí que Atenas se había dado a sí misma un régimen de gobierno basado en la soberanía popular, un gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, y que con sólo dos breves interrupciones —pues no todos los atenienses, y mucho menos los demás griegos, estaban conformes con él— tal régimen había de durar cerca de dos siglos, desde 508 a 322 a. C., que es más de lo que hasta ahora haya durado democracia alguna, a excepción de la de los Estados Unidos de América.
La implantación del nuevo régimen pudo ser llevada a cabo aprovechando la circunstancia favorable de que en el año 510, y en respuesta a un oráculo de Delfos que ordenaba a los espartanos la liberación de Atenas, el rey Cleómenes de Esparta, al frente de sus tropas, expulsó de Atenas al tirano Hipias y a toda su parentela.
Cleómenes confiaba en que Atenas le pagara el servicio implantando un régimen aristocrático, favorable y atento a los intereses de Esparta, como ésta tenía por costumbre fomentar entre sus vecinos; pero en vez de hacerlo así, la mayoría de los atenienses se entusiasmó con la simple idea de igualdad para todos ante la ley, y sin más programa que ése, abrió el camino a una serie de innovaciones que desembocaron en una Constitución democrática.
Realmente no era extraño que después de sufrir durante decenios los abusos y las injusticias perpetradas por Hipias, y antes por su padre, Pisístrato, el pueblo de Atenas se dejase ganar por la simple perspectiva de igualdad para todos ante la ley, por mucho que ello disgustase a los espartanos y a cuantos dentro de la misma Atenas consideraban el nuevo régimen como una especie de dictadura del proletariado.
Porque es de saber que la democracia ateniense era una democracia directa. Si en las democracias modernas el pueblo elige a sus representantes y se abstiene de intervenir en política hasta una nueva elección, en Atenas el votante no se limitaba a depositar su voto, sino que intervenía directamente en el gobierno como obligación diaria y compatible con sus tareas cotidianas. Esto es lo que se llama democracia directa, y no democracia representativa.
El redactor de la primera Constitución fue Clístenes, entre los años 509-508. El puso en marcha un proceso cuyo auténtico creador, impulsor y defensor fue e iba a seguir siendo el pueblo de Atenas. Pero el proceso no llegaría a su culminación hasta que lo canalizase un político que había de nacer en la familia de Clístenes, un sobrino-nieto de éste, al que sus padres pondrían el nombre de Pericles
El hombre Pericles
Por su padre, Jantipo, comandante en jefe de la flota ateniense en la batalla de Micale, Pericles pertenecía al linaje de los Bouzyges, cuyos orígenes se remontaban a reyes de leyenda; por su madre, Agariste, a la no menos añeja familia de los Alcmeónidas, a la que pertenecía también su tío-abuelo, Clístenes. Por tanto, el hombre de cuyo gobierno se ha dicho que gracias a él la democracia se hizo realidad como nunca más ha sucedido en la Historia, era por su nacimiento y por su educación un aristócrata, no un hijo del pueblo. En realidad, todos los hombres del nuevo régimen, empezando por Clístenes, su fundador nominal, procedían de la misma cantera que los del antiguo, todos de la clase alta y pudiente, la de los ricos hacendados del campo, los