Cartel 1
Disconformes con el hecho de que las olimpiadas de 1936 habían de celebrarse en el Berlín nazi —donde ni los atletas negros ni los judíos serían demasiado bien recibidos—, diferentes organizaciones de izquierda de todo el mundo habían creado los comités proolimpiada popular, al objeto de realizar una contra olimpiada. Este proyecto recibió, finalmente, el apoyo de la Generalitat de Cataluña, que creó un comité organizador —formado por el diputado J. A. Trabal y el periodista J. Miravitlles—, que se encargó de todos los trabajos de organización de la Olimpiada Popular. Se había anunciado que se inauguraría en Barcelona el 19 de julio de 1936 y se celebraría del 22 al 26 del mismo mes. No fue, pues, una jugada para concentrar izquierdistas en España, con vistas a iniciar la revolución, sino el puro azar lo que hizo coincidir las fechas de la Olimpiada Popular y del alzamiento del 18 de julio.
Se trasladaron a Barcelona atletas procedentes de diversos países —Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Países Bajos, Canadá. Estados Unidos, etc.—, en general militantes de izquierda (comunistas y anarquistas). El poeta catalán J. M.ª de Sagarra escribió la letra del himno; Hans Eisler, la música. Los juegos iban a tener lugar en el estadio de Montjuich, que había sido habilitado para alojar a 2000 atletas. A éstos les cogió la sublevación militar en Barcelona. Algunos de ellos participaron en las luchas de calle y se incorporaron (entre 170 y 300) a las primeras columnas de milicianos voluntarios que, una vez dominada la rebelión militar, se dirigieron a la conquista de Zaragoza.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, L. Y. Impresor, Publicitat Coll, Barcelona. Medidas: 100 × 70 cm .
(Col. CEHC).
Cartel 10
Soldados, campesinos, obreros desfilan junto al falangista brazo en alto (una variante del saludo romano popularizado por los fascistas italianos), bajo el lema de ¡arriba España! El nuevo grito ritual patriótico, acuñado por la Falange, sustituía al tradicional ¡viva España! como una concesión a la moda totalitaria.
El populismo que intentaba recrear la Falange, y que se caracterizaba por el tuteo, el uso del tratamiento de camarada, la camisa azul del uniforme —uso testimonial de una prenda obrera—, la bandera revolucionaria roja y negra —con los mismos colores que la enseña anarcosindicalista—, no dejaba de ser, sin embargo, más efectista que real. Eran los militares quienes dirigían la vida política. La llamada revolución nacionalsindicalista no dejó de ser una liquidación de los conflictos sociales por la vía de los sindicatos corporativos y verticales. Entre las clases populares, donde mayor apoyo alcanzaría el Alzamiento iba a ser entre los sectores campesinos de Castilla y de Navarra, no entre el proletariado industrial urbano.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, anónimo. Imprenta, D. E. P. P. Medidas: 117 × 83 cm .
(Col. CEHC).
Cartel 100
La cartelística libertaria presenta variaciones con respecto a la de otros grupos políticos de izquierda y a la gubernamental. Su dibujo es más simple, inmediato e ingenuista y recuerda a las ilustraciones de los tebeos. Sus mensajes, igualmente más elementales, van dedicados de forma insistente al futuro en mayor medida que al presente si exceptuamos, quizá, los realizados en Cataluña. Cuando aluden a la guerra, nunca representan a las masas, sino a personas individualizadas. Sus eslóganes entraron en múltiples ocasiones en desacuerdo con los de los comunistas, sus contrarios ideológicos, quienes superarían a los anarquistas en la cantidad de carteles producidos.
A mediados de 1937 la guerra entra para los republicanos en una fase de desequilibrio. El pesimismo en la retaguardia y en los frentes se hace sentir. Y no sólo por el curso de la guerra, sino porque a partir de los sucesos de mayo de ese año en Barcelona, los libertarios —importantes para acabar con la sublevación del 18 de julio— perdieron influencia y poder a favor de los comunistas.
Este cartel alude claramente a las promesas de un mundo mejor y está en la línea de la más típica iconografía libertaria española y europea.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, Aleix Hinsberger. Editor, Oficina de Propaganda CNT-FAI. Imprenta, T. G. Hostench. Medidas: 100 × 70 cm .
(Col. CEHC).
Cartel 101
El mundo cultural republicano se entregó, a partir del 18 de julio de 1936, a la formación del soldado. Hubo campañas de alfabetización en las milicias y después en el ejército regular, dentro de un vasto programa de lecturas realizado a través de bibliotecas itinerantes en los frentes. Se sabe de concursos de poesía, de recitales y conferencias. Los propios milicianos editaban periódicos murales y realizaban dibujos y pinturas. Igual pasó con el teatro.
La Federación Catalana de Sociedades de Teatro Amateur, importante antes de la guerra, incluye ahora no sólo obras de combatientes, sino para los combatientes, realizadas por tos intelectuales republicanos. Los actores eran soldados, y las obras, sencillas y fáciles de representar. Aunque el género chusco no se descartó, la mayoría de ellas fueron de carácter social y reivindicativo.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, Clavé. Editor, Generalitat de Catalunya. Imprenta, Lit. Inds. Madriguera. E. C. Barcelona. Medidas: 100 × 67 cm .
(Col. CEHC).
Cartel 102
En general, la izquierda histórica española fue defensora de una moralidad en las costumbres que hoy chocaría. Con ello pretendía anteponer un hombre y una mujer nuevos frente a la decadencia de una clase —la burguesa— que se piensa en trance de extinción.
Ya antes de la guerra, los anarquistas denunciaban el alcoholismo como un freno a la revolución y un embrutecimiento del ser humano.
En la guerra, la necesidad de la sobriedad es patente. En las trincheras está prohibido el consumo de alcohol. La vigilancia es más severa. En cambio, en la retaguardia se precisa una campaña de concienciación sobre lo que los anarquistas contemplan como «lacras de la sociedad burguesa».
Este cartel, realizado en Cataluña, pero destinado a Aragón, es buena prueba de esas ideas de sobriedad y salud que preconizaban los libertarios.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, Oriol. Editor, Dept. de Orden Público de Aragón. Imprenta, Atlántico. Barcelona. Medidas: 100 × 70 cm .
(Col. CEHC).
Cartel 103
No sólo había que cuidar tas necesidades de la guerra atendiendo a los frentes, sino que la retaguardia presentaba una serie de problemas de envergadura parecida a los derivados de la marcha militar de la guerra. Este cartel, editado por el Consejo de Aragón, intenta concienciar sobre el absentismo laboral en las tareas del campo. No avisa sobre posibles castigos a los infractores: sólo los define como facciosos, pero esto es suficiente: a los facciosos se les encarcelaba o fusilaba. El castigo queda, pues, implícito en la propia definición.
Realizado en Barcelona por el Sindicato de Dibujantes Profesionales (SDP), el mejor grupo de cartelistas de la España republicana, este cartel es de factura muy simple y directa, de comprensión inmediata, evidentemente dedicado a los campesinos.
Detalles técnicos del cartel:
Autor, Sindicato de Dibujantes Profesionales (SDP). Editor, Departamento de Orden Público de Aragón. Imprenta, Gráficas Atlántida. Barcelona. Medidas: 100 × 70 cm .