José A. Rosciano Holder (Lima, 04 de noviembre de 1908 - Lima, setiembre de 1992) fue un escritor y ufólogo peruano conocido mundialmente por el seudónimo de Yosip Ibrahim.
Escritor peruano, fallecido a mediados de la primera década del siglo XXI, famoso por sus obras de ciencia ficción referentes a un supuesto viaje a Ganímedes, satélite natural de Júpiter y la mayor luna del Sistema Solar. Durante muchos años se habló de que dichos viajes, propiciados supuestamente por una civilización extraterrestre, eran reales, aunque en las conferencias que Ibrahim (José Rosciano era su verdadero nombre) dio en los últimos años de su vida quiso aclarar que sus libros eran totalmente ficticios. No obstante, su obra ha sido determinante para configurar la figura de una de las razas alienígenas con más importancia en nuestra mitología, la de los nórdicos o Pleyadianos, totalmente contrapuestos a la raza más difundida, la de los grises o Zeta Reticulanos. Los extraterrestres de Ganímedes serían, según algunos ufólogos que toman como fuente indispensable la obra de Ibrahim, oriundos de Sirio o de Orión, en contraposición a la teoría habitual que sitúa su origen en las Pléyades.
PRIMERA PARTE
EL PACTO CON LOS ESPÍRITUS
CAPÍTULO I
IMPORTANCIA DE DOS ORDENES HERMETICAS
En el año 1948 era yo Venerable Maestro (vale decir Presidente) de la Respetable Logia Simbólica «Fraternidad y Progreso INP 28», en la ciudad de Lima, jurisdicción de la Muy Respetable Gran Logia del Perú. Y, también, al mismo tiempo, era miembro —con ya cerca de veinte años de permanencia en ese entonces— de la Antigua y Soberana Orden de los Caballeros de la Mesa Redonda. Ambas instituciones de tipo esotérico-iniciático, han sido por siglos depositarías de la más secreta sabiduría y de los más estrictos métodos de enseñanza en los campos de la superación personal y del conocimiento profundo sobre los arcanos de la VIDA en los Planos Superiores al mundo de la Materia.
El lector profano en estas cosas debe conocer que, desde los más remotos tiempos, han existido varias clases de «Escuelas» o «Hermandades» establecidas en diferentes lugares de la Tierra y diseminadas por el mundo, cuya finalidad esencial fue siempre la cultura y la práctica de las ciencias del COSMOS, o sea el conocimiento profundo y amplio de las múltiples facetas que conforman la Verdad sobre la Naturaleza y el Universo; pero no sólo en los terrenos de la Física visible relacionada con los planos de la Materia, comprobable por nuestros cinco sentidos y dentro de las tres dimensiones hasta ahora conocidas, sino más allá de esas tres dimensiones y de esos cinco sentidos, hasta donde ha sido posible para la inteligencia humana penetrar en los arcanos de la Naturaleza y en los misterios de la VIDA y de DLOS…
Para los que han ingresado en tales estudios, en diferentes épocas y lugares de la Tierra, se abrieron, siempre, una serie escalonada de «puertas» por las que fueron pasando, unos más lento y otros más rápido —según su esfuerzo personal y sus méritos— hacia las metas de una elevada sabiduría que iba transformando a cada ser, hasta lograr una superación que en los más aprovechados, o adelantados, fue evidenciada, siempre, por la majestuosa luminosidad de esos espíritus y sus consiguientes poderes suprahumanos, muchos de los cuales marcaron huellas imborrables en la historia y en la evolución de la Humanidad actual.
Los seres humanos, como toda manifestación de LA VIDA en la MATERIA, formamos parte del Universo, y el UNIVERSO debemos saber que no es únicamente aquello que la Astronomía nos describe, por mucho que hayan avanzado los medios e instrumentos con que hoy cuenta, porque hay mucho más allá de todas las posibilidades actuales de nuestra Ciencia y nuestra Técnica, y ese «Más Allá» —como lo han denominado muchos a través de los siglos— es, precisamente, cuanto cae dentro de los estudios especiales a que se dedicaron, milenariamente, todas las viejas escuelas conocidas, antiguamente, como «escuelas u órdenes ocultas», instituciones venerables que tuvieron que recurrir al secreto de su existencia y de la de sus miembros, porque la ignorancia unida al fanatismo de otras épocas, obligó a ello en defensa de la vida y la supervivencia institucional, ya que, hasta hace únicamente pocos años, la ignorancia colectiva, azuzada por la ignorancia y fanatismo religiosos, persiguió y mató, en muchos casos, a quienes sólo cometían el «delito» de ser sabios… y de pretender ayudar al prójimo por nuevos caminos, más avanzados que los aceptados oficialmente por la ciencia o las costumbres de su tiempo…
Así fueron perseguidos como herejes, como endemoniados, brujos o hechiceros, muchos incomprendidos sabios del pasado, verdaderos pioneros del progreso y de la superación humana. La Historia está llena de ejemplos de este tipo, y no es necesario insistir sobre esto. Pero la paciente y heroica labor de esas Escuelas Iniciáticas, de las que hay varios nombres conocidos en la Tierra, prosiguieron adelante, ya que un Voto solemne y sagrado impulsó, en todo tiempo, a sus más adelantados miembros, a cumplir la misión divina de llevar, siglo tras siglo, la antorcha de LA LUZ, de LA VERDAD y del AMOR, por todo el planeta, para que los Planes Cósmicos, Obra del Supremo Arquitecto y Hacedor del COSMOS, se cumplan en todos los confines del mismo…
El profano debe conocer, por tanto, que la palabra COSMOS no significa, solamente, lo que hoy, imperfectamente, se atribuye al espacio sideral, como nos lo interpreta la moderna astronáutica, sino el concepto total del Universo, el conjunto integral de todo cuanto hay dentro de la CREACION, sea visible o invisible, comprobable por medios físicos o suprafísicos, esté o no al alcance de las posibilidades de una ciencia o de una técnica todavía no desarrolladas hasta límites mayores que los actuales, pero que, hoy día, con los magníficos descubrimientos y logros obtenidos en los últimos años de este siglo, ya nos permiten aceptar que hay mucho más allá de lo que ahora conocemos, mucho, que ya esa rapidez en el avance de las últimas décadas, permiten al hombre de la Tierra calcular y aceptar que, en los planos todavía invisibles de la VIDA y del COSMOS, existen fuerzas, formas de vida y de inteligencia, poderes gobernantes y decisivos dentro de la vida física, a los cuales tenemos la necesidad de conocer, porque su intervención en nuestro mundo visible y tangible ha sido y es, cada día más notable y de mayor evidencia.
Y entre todas esas fuerzas y todos esos elementos, ocultos hasta hoy para la gran mayoría, está cuanto se relaciona con la Vida más allá de la Muerte. Este aspecto, faceta importantísima del COSMOS, fue siempre uno de los principales temas de estudio, investigación y comprobación, de las mencionadas Escuelas Iniciáticas. Todas las viejas Ordenes esotéricas, desde los remotos días del Egipto faraónico, de la misteriosa Caldea, de las poderosas civilizaciones de Asiria y Babilonia, del lejano Tíbet, de la mística y ampulosa India, de la China milenaria, sin olvidar, también, las perdidas civilizaciones de Atlántida y de Lemuria, dedicaron mucho tiempo y ejercicio al estudio de ese mundo que se abre después del sepulcro…
Y las Ordenes Iniciáticas mencionadas al comenzar este capítulo, a las cuales he declarado pertenecer, La Francmasonería Universal y Los Caballeros de la Mesa Redonda, no podían ser una excepción de la regla. En ambas, el estudio de la Vida y de la Muerte ha ido paralelamente forjando en sus miembros una nueva conciencia. Y, a medida que unos y otros fueron avanzando, más o menos, en investigación, en la comprobación de fenómenos y en el dominio, cada vez mayor, del tema, los que lograron mejores frutos por una mayor dedicación y un trabajo más esmerado y paciente, pudieron conquistar metas que, para muchos, han sido equivalentes, no sólo al conocimiento de lo que los profanos llaman: «El Más Allá…», sino, además, al cambio de los tradicionales conceptos sobre la Muerte y, algunos, hasta el dominio tal sobre ella que, en ciertos lugares y épocas hizo pensar a muchos en el logro de la inmortalidad…